Capítulo 4

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Anastasia intentaba dar patadas, pero Agustín la sostenía por los muslos, encima de sus hombros.

-Estate quieta muñeca, no me gustaría tener que abusar de mi fuerza-pero ella no le hizo caso.
Christian le dio una palmada en la nalga, cubierta solo por aquellas excitantes braguitas negras. Ella abrió los ojos y paro de patalear en el pecho de Christian.-Veo que me entendiste.-sonrió y la dejo con cuidado en el copiloto. Anastasia lo miraba con lágrima en los ojos, de los nervios, de la rabia. De todo. Christian se puso las gafas de sol y metió las llaves por el cerrojo del auto. Le echó un ultimo vistazo a Anastasia.

-No me llores ¿eh?-negó con su cabeza.-¿Confió en que ya te puedo desenmordazar?-ella asintió rápidamente. Christian le quito la mordaza. Ana respiro hondo y profundamente. Christian arranco el coche sin una simple sonrisa, ni siquiera una tierna mirada. Frío, como él lo sabía hacer. Anastasia lo observó. La chaqueta de cuero le daba un aire súper erótico, atrapado a sus musculosos brazos, igual que ese Jersey negro en sus abdominales.
Los pantalones ni estrechos ni anchos, daban mucho a la imaginación, aunque ella ya sabia el par de piernas que escondían.
Y las botas a lo militar terminaban de rematar la virilidad de aquel personaje. Se sonrojo sin saber porque. Vio su pantalón rasgado y como de él salía sangre sin cesar.

-Te sangra la pierna-dijo moviéndose en su asiento, como señal de que la desatara.

-Ya estoy acostumbrado. Esto es solo un rasguño.

-¿Un rasguño? Quizás hacen falta puntos y todo...—Anastasia logró desatarse las manos y se inclino ante la pierna de Christian.

-¿Que mierda haces? ¿Quieres que tengamos un accidente?

-Cállate-le ordenó ella. Christian por primera vez se sintió dominado. ¿Por qué? Era él quien dominaba a las mujeres, no viceversa. Y aquella mujer lo había hecho callar.

-Estudié algo de primeros auxilios.

Le subió el pantalón a Christian mientras apoyaba su frente en la rodilla derecha de él. Se mojo un par de dedos con saliva y mojo la herida. A Christian le escoció esa herida. Se tensó y en su cara se expresaba dolor. Aunque no para todos pareció dolor. Un policía le mando que parase.

-Bueno, pero que tenemos aquí-dijo cuando Chris bajó la ventanilla. Y Anastasia se reincorporo en su asiento, había cubierto la herida de Agustín con un pañuelo.

-No agente, no es lo que parece-se intentó disculpar Anastasia.

-No, si nunca es lo que parece.-la miró comiéndosela con la mirada, ya que la chica solo iba cubierta con ropa interior. Christian se percató y le tiro la chaqueta y esta se cubrió.

-Agente...

-Nada de peros, ni de quejas -sonrió.- Espero que lo haya disfrutado señor...

-Christian, Christian Grey -dijo pasándose una mano por su cabello.-Aunque se equivoca.

-Ya, claro...-sonrió de nuevo.- Por esta vez solo serán doscientos dólares, porque la señorita también iba sin cinturón. -Christian saco su billetera y haciendo de la multa que le dió el policía, una bola tirada en el maletero del Lamborghini ,pagó de mala gana. Asegurándose de que esta vez, Anastasia si fuera abrochada, arrancó de nuevo.

-Lo siento-murmuró Anastasia apenada por el gasto.-No debí moverme.

-No, no debiste-dijo Christian gruñendo.-Pudimos haber tenido un accidente.-Anastasia se sorprendió.

-Pero no hablo de eso, si no de la multa.

-Por eso no te preocupes. No es nada.

-Si lo es..

-¿Tienes que tener siempre la ultima palabra?-dijo Christian mirándola por encima de las gafas de sol. Ella no dijo nada más, volvió a ver a la ventanilla. Christian se fijo en la comisura de sus rosados labios. Y como hubiera deseado él que el policía hubiera tenido la razón. Anastasia se sonrojo. En cambio observo a  Christian por el rabillo del ojo. Él, no estaba ruborizado, para nada. Después de la acusación del policía se imaginaba, ¿y si eso hubiera sido cierto? Sin pensarlo, se aferró más a la chaqueta de Christian. Olía bien, olía a hombre, mezclado con un perfume viril y existente.

-¿A dónde vamos?-preguntó Anastasia pensativa.

-A una casa que tengo en mi cala privada-dijo orgulloso. Anastasia supo que aquel hombre que la había raptado, le sobraba dinero.

-¿Porque no me llevas a mi casa? Y olvidamos todo-suspiró -Yo como si no te hubiera visto nunca.

-Nena, eso es imposible-en su rostro se dibujó una sonrisa espectacular. La ronca voz estremeció la espina dorsal de Anastasia produciéndole un delicioso escalofrío.-Además, los secuaces de Jack, una de las bandas de una mafia rusa, te estarán buscando, ahora que ya has tenido trato con él.

-¿Pero por que? Yo no hice nada.

-Bastó con las relaciones que tuviste con Jack Hyde, para que te involucraran con él. Ahora eres tú a la que buscan. Son así de sádicos...-Christian tragó saliva, a Anastasia le extraño, y con un hilo de voz término la frase.-los rusos.-a Ana se le llenaron los ojos de lágrimas.-No me llores, ya te he dicho que no me gustan las lágrimas-Dijo Christian entrando en un gran subterráneo donde había un BMW plateado, igual de bonito que el caro Lamborghini.-Conmigo estás a salvo, mi jefe me encomendó a que te protegiera e intentará sacar de ti más información sobre la mafia de Hyde. Y así lo haré-salió del coche y se dirigió al copiloto. Anastasia se había olvidado de todo, hasta de desabrocharse los pies. Christian abrió la puerta y al ver que aún seguía con la cuerda se agacho y se la desabrochó. Anastasia se sonrojó al sentir la respiración de la boca de Christian chocando contra su muslo. Pronto la cuerda cayó al suelo.

-Habrá un par de normas-dijo estricto. -No intentaras huir a no ser que quieras que te maten-río-Aunque es prácticamente imposible,  el acceso aquí es muy difícil, hay muchas armas de protección contra personas ajenas. Esta enorme cala es mía, todo lo que tiene me pertenece a mi-la miró.-Ahora tú estas incluida en la lista.

-No te pertenezco-musitó Anastasia.

-Ahora sí. Estas en mi propiedad, eres de mi propiedad.-la miró.-Prométeme que por tu seguridad no saldrás de la isla -Anastasia agacho la mirada.

-Anastasia -la primera vez que pronunciaba su nombre. Y fue como el mejor de los roces. Su piel se erizó.

-Bueno.-dijo con énfasis en la segunda vocal.

-Anastasia -volvió a repetir con más seriedad.-Si te pasa algo, yo soy el responsable.

-De acuerdo-suspiro. -¿Hasta cuándo tendré que quedarme aquí?

-Hasta que cojamos a los cabrones que van por ti.-empezó a caminar hasta una puerta.-O los mataran mis compañeros-la miró sonriendo -O vendrán los siete secuaces de Hyde, y me encargare de uno por uno-Anastasia tuvo otro escalofrío. Christian era un tipo duro, no le importaba matar gente.

-¿Te gusta tu trabajo?-dijo Ana con expresión preocupada.

-¿Te refieres a matar a la gente?-entro en el ascensor, cogiendo del brazo a Anastasia.-¿O a ser un agente secreto?

-A lo primero...

-No me gusta matar a la gente, a no ser de que sean esos terroristas, que siguen matando aunque les cueste la vida a ellos - Anastasia observó los limpios trechos de su cara. Era guapo...no, guapísimo. Unos ojos color Grises claros y penetrantes, que clavaban la vista al vacío, unas nariz recta y unos labios generosos. Christian la miró. Ella agachó la vista enseguida. Él sonrió.

-¿Que mirabas?-dijo gracioso. El simple tono de frialdad con el que la trataba antes, había desaparecido.

-Na..da.

-¿Te gusto?-pregunto sin más, abriendo los brazos.-¿Te gusta esto, muñeca?

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