Capítulo 14

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-¡Christian! -gimió arqueándose entera. El cuerpo le empezó a convulsionar. -¡Dios mio, no pares!

La lengua de Christian la seguía torturando, frotándola de arriba abajo. La fricción era más que magnífica, en ese estado ... Anastasia era tan vulnerable, tanto que si Christian la hubiera penetrado con su enorme arma no se hubiera opuesto. Christian se separó unos milímetros. Ella echó en falta el contacto de su lengua.

-¿Puedes aguantarte? -Anastasia hizo fuerza con las piernas. -Así ... muy bien.

Ahora supo el por qué. Christian aprovecho su mano izquierda para ayudar a su propia boca. Anastasia se sintió completamente llena, no iba a aguantar mucho más. Sentía como Christian gemía contra su humedad. Eso hizo más que excitarla. Volvió a convulsionarse, más fuerte.

-¡Ah! ¡Sigue! ¡Sigue! -gimió Anastasia, sintió como Christian sonreía. Él metió más los dedos. Ella volvió a tener espasmos, esta a punto.

-Joder, eres tan estrecha -murmuró tan cerca de su humedad que Anastasia estuvo a punto de estallar. -¿Estás a punto de correrte?

-¡Si! -gimió Anastasia con los ojos cerrados, estrujando las sabanas en sus manos. -¡Dios mio, no pares!

Christian no dudo en seguir. Hundió de nuevo su boca en el dulce sexo de Anastasia mientras la penetraba con los dedos. ¿Pero, donde está la otra mano? Christian volvió a gemir contra su sexo. Dios, ahora lo entendía. No lo podía ver, pero el imaginarse a Christian masturbándose a la vez que se lo hacia a ella ... era súper excitante. Se corrió en su boca. La garganta le ardía, y se dio cuenta que era por los gemidos tan altos que soltaba. Christian aceptó gratamente su orgasmo, lo tomó como si fuera el elixir mas deseado. Anastasia se derrumbó, sin enterarse siquiera que Christian se había corrido también. Se incorporó en la cama y cerró los ojos con la respiración muy agitada. Christian se tumbó al lado suyo, rodeando su cintura con un brazo. Le besó el hombro, el cuello. Anastasia sonrió al sentir los labios de Christian contra su piel. ¿Por qué sintió tantas emociones si ni siquiera eran pareja? No sigue la respuesta a tantas preguntas ... aunque muy en el fondo, se temía lo que estaba pasando. Las caricias, los susurros y los besos de Christian fueron más allá que solo sexo. Al menos para ella ... le entraban, le provocaban dolor de corazón y de cabeza de lo confusa que estaba. Y al fin, se durmió. Pensando en que, la leche que antes quemaba, ahora volvía a estar fría. Tantas horas de insomnio que hicieron que Anastasia durmiera durante veinte horas seguidas. ‹Todo un lirón› Pensaba Christian. Pero le daba igual ... era preciosa cuando dormía. ¿Preciosa? ¿Perfecta? ¿Cuándo le había dicho él, eso a una mujer? los susurros y los besos de Christian fueron más allá que solo sexo. Al menos para ella ... le entraban, le provocaban dolor de corazón y de cabeza de lo confusa que estaba. Y al fin, se durmió. Pensando en que, la leche que antes quemaba, ahora volvía a estar fría. Tantas horas de insomnio que hicieron que Anastasia durmiera durante veinte horas seguidas. ‹Todo un lirón› Pensaba Christian. Pero le daba igual ... era preciosa cuando dormía. ¿Preciosa? ¿Perfecta? ¿Cuándo le había dicho él, eso a una mujer? los susurros y los besos de Christian fueron más allá que solo sexo. Al menos para ella ... le entraban, le provocaban dolor de corazón y de cabeza de lo confusa que estaba. Y al fin, se durmió. Pensando en que, la leche que antes quemaba, ahora volvía a estar fría. Tantas horas de insomnio que hicieron que Anastasia durmiera durante veinte horas seguidas. ‹Todo un lirón› Pensaba Christian. Pero le daba igual ... era preciosa cuando dormía. ¿Preciosa? ¿Perfecta? ¿Cuándo le había dicho él, eso a una mujer? ‹Todo un lirón› Pensaba Christian. Pero le daba igual ... era preciosa cuando dormía. ¿Preciosa? ¿Perfecta? ¿Cuándo le había dicho él, eso a una mujer? ‹Todo un lirón› Pensaba Christian. Pero le daba igual ... era preciosa cuando dormía. ¿Preciosa? ¿Perfecta? ¿Cuándo le había dicho él, eso a una mujer?
Pero Anastasia no era una de esas mujeres que se había tirado. Le había practicado sexo oral ... nada más ... Y eso ya significaba mucho para él. ¿Por qué? Alguien abrió la puerta.

-Hombre, amigo -dijo Christian sorprendido. -Ayer no viniste hasta las once, te volviste a ir para ocupar el cadáver de Elena y vuelves hoy a las diez de la noche.

-Cállate -Eliott se tiro al sofá-. Estoy rendido, si tu supieras el peso que nos he quitado de encima.

-A ver, cuéntamelo -Christian se sirvió algo de Jack Daniel's y le sirvió una copa a su amigo, el cual acepto gustoso.

-Aquí, el otro día, eliminamos a uno de los secuaces de Hyde.

-Ajá -dijo dando un largo trago. -Bueno, ayer cuando llevaba a Elena, se me apareció otro hijo de puta de esos ... -Christian abrió los ojos mientras bebía. -Lo deje como un colador con mi querida AK 47 y lo metí con su compañera o jefa, o lo que fuera de la zorra de Elena -suspiro y dio un largo trago de Jack. -Total, que cuando llegué a la oficina de Snade, me dijo que sus agentes metido a dos a la cárcel y he matado a uno -sonrió y miró a Christian. -Echa cuentas, hermano -contó.

-Joder, solo quedan dos. Nos hemos cargado a tres.

-Más los que metieron a la cárcel de Rusia a cadena perpetua.

-Toma ya-Christian sonrió y chocó su mano con la de Eliott. Realmente le había quitado un peso de encima. ¿Pero qué pasaría cuando cargarán a esos dos que quedaban? Como había dicho Anastasia; volvería a su vida normal ... y se olvidaría de todo.

En ese momento la vio salir. Con los ojos aún endormiscados de tanto dormir y bostezando. Un pelo de lo más gracioso y su jersey... Sonrió al ver las preciosas piernas que había podido disfrutar, que había podido besar. El frágil cuerpo pero perfecto, y los pechos que por lo que marcaban no llevaba sujetador y su carita de ángel. Puede que no fuera la mujer más atractiva del mundo, pero para él... Lo era.

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