Capítulo 12

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A Anastasia le temblaron las piernas. Cayó de rodillas. Dejó resbalar el arma por su mano, hasta el suelo. Christian la miro, sorprendido. Luego miro a Elena. Le tomó el pulso, que cada vez iba menos. Estaba muerta.

-Dios mío ...- Anastasia empezó a llorar. -He matado a una mujer ...- la voz le temblaba y la respiración se le empezó a entre cortar. A Christian le parecía que ese estado no le sorprendía. Él había matado demasiadas mujeres y demasiados hombres. Y parecía que para Anastasia era la primera vez. Christian se arrodilló a su lado.

-Shh ... tranquila -le frotó los brazos y la abrazó. -Ella lo tenía merecido.

-¿Por ... qué no te soltaste ... de su ... brazo? ¡Es ... una ... mu ... jer! Eres mucho más ... fuerte ...- dijo sollozando. Casi no se le entendía, pero Christian sacó conclusiones de sus palabras sueltas.

-No sabes lo entrenada que estaba Elena. Además, estaba desarmado, si me liberaba de su brazo, me dispararía igualmente. -Anastasia lo abrazó fuerte.

-Nunca más ... -murmuró contra su hombro.

-¿Nunca más que? -dijo besándole la frente.

-¡Nunca más me des este susto! -le tomó la mano y se la puso sobre un pecho. El corazón le iba a mil. Después de unas décimas de segundos más tarde, Christian se dio cuenta de lo que estaba tocando. Y no tardó en reaccionar. Le acarició su seno. Su respiración se agitó. Aún en una situación así, a Christian le hubiera gustado calmarla a base de caricias, besos y mucho más. Sintió como el pezón se le erizaba entre sus dedos. Anastasia se apartó. Aún con la respiración entrecortada. Tenía las mejillas húmedas, los ojos color Azul estaban inundados en una capa de lágrimas ya pesar de ella un hermoso rubor le cubría la cara.

-Cristian ...- murmuró. Quería levantarse, pero sus piernas aún no le respondían. Él la miro apenado.

-No te creas nada de lo que Elena ha dicho.

-No lo he hecho ... yo no pienso eso de ti.

El corazón de Christian se aceleró. ¿Por qué mierda sintió eso? Anastasia no era una de esas chicas malas ... Anastasia no era una cualquiera. Anastasia era dulce. Pero ... ¿y si volvía a suceder lo de Leila? Estaba claro que ella no pertenecía a una mafia rusa. Pero ... ¿y si se volvía a enamorar? No ... no, joder. Christian Grey nunca había estado enamorada. Nunca. Y nunca lo estaría. Leila solo había profundizado algo más. Unos cuantos ‹Te amo› sin sentido ... que no significaban nada, ni para él, ni para ella. Miro a Anastasia. No se parecía nada a Leila ... ella era diferente. Era ... especial. Después de tres bolsas de té de manzanilla, Anastasia se sentó al lado de Christian a ver un poco de televisión. Eliott había vuelto hace una hora ... se había quedado en el pueblo, y no había vuelto hasta las once. Él se ocupó del cuerpo de Elena, después de contarle todo lo que había sucedido. Christian y Anastasia volvían a estar solos. Ella ahora más calmada. Apoyó su cabeza en el hombro de él.

-¿Te importa? -murmuró, mirándolo.

-Claro que no. -sonrió.

Christian sonreía poco. Ella ya había dicho que no demostraba mucho sus sentimientos. Pero cuando lo hacia, sinceramente era guapísimo. Ella suspiró profundamente.

-Espero que esto no te traume de por vida.

-Eso espero yo también -Anastasia sonrió. -supongo que cuando vuelva a mi vida me olvidaré de todo -A Christian se le congeló el corazón. Cuando vuelva a su vida se olvidará de todo. Incluso de mi. Esas semanas que tenían que compartir, al fin y al cabo no significarían nada. Cuando Anastasia estaba libre de peligro, fuera del alcance de los secuaces de Hyde, ella podría volver a su casa. ¿Por qué mierda de sentido tan mal? Oh, Christian, ese hombre se podría tragar su propio orgullo de vez en cuando, y mirar un poco más en su interior, para saber realmente quien era y aclarar sus sentimientos de una vez por todas. Él no creía en el amor, ni tampoco en la mujer perfecta para él, después de lo que paso con Leila. Pero a veces ... todo eso lo tienes en frente. O quizás sentado al lado, con la cabeza apoyada en su propio hombro. Anastasia se despertó. Las luces estaban apagadas. Estaba al lado de Christian, y él dormía. Se separó un poco y lo dir. Solo la escasa luz del televisor iluminaba para poder ver algo. Las fracciones de su cara, estaban relajadas. Su respiración era pausada y de su boca se escapaba uno que otro suave ronquido. El pecho subía y bajaba tranquilamente. Anastasia recapacitó. ¿Como había llegado a conocer a un hombre tan guapo? Porque la secuestrado, porque unos locos demente la perseguían para matarla ... solo porque Jack le había ido atrás todo este tiempo y se la había llevado a su casa ... porqué él estaba obsesionado con ella. Y ahora se encontró allí ... en un lugar en el que no pertenecía. Se levantó lentamente sin despertar a Christian. Se dirigió hacia su habitación y se puso una ropa que ... el mismo Christian le había comprado ayer por la mañana. Se miro en el espejo. Los vaqueros apretados que Christian le había hecho comprar, le hacían un culo grande. ¿Por qué se los había dejado? Sólo porque a él le gustaban. ¿Por qué tenía tan en cuenta la opinión de Christian? Si él ni siquiera es nada suyo. Se puso las botas y un jersey suelto que enseñaba un hombro. La verdad es que no era ropa apropiada para una huida, pero no había nada más, aparte de más ropa de poca diferencia y el ... estupendo albornoz de Christian. Encendió una lámpara, iluminaba poco, pero lo suficiente para poder ver el llavero. Vio las llaves de un Jeep. Ese coche le iría de puta madre para conducir hasta la cuidad. Lo siento, Christian. No echará de menos tal coche ... tampoco se había llevado el Lamborghini. Salió del precioso chalet de Christian sin hacer ruido y se dirigió hacia el apartamento donde se encontró el Jeep, junto con un 4x4. Antes de que pudiera abrir la puerta del coche, alguien la cogió por el cuello y apretó algo contra su cabeza. Se le heló hasta la ultima gota de sangre.

-Como te muevas, te vuelo la cabeza, hermosura. -dijo el hombre.

Tenía un cuerpo fuerte. Anastasia lo pudo ver reflectado en uno de los vidrios del 4x4. Llevaba un pasamontañas e iba con un traje de licra negro. ¿Por qué todos los putos espías tenían que estar tan buenos? Pudo ver la penetrante mirada de ese supuesto secuaz de Hyde. Sintió como aquel hombre le metía la mano.

-¡Oye! ¿Qué mierda haces?

-Callate, si no veras tu vida pasar in unos pocos segundos -el asesino se apartó algo el pasamontañas y rozó el cuello de Anastasia con los labios, mientras que ella sintió unos fuertes brazos apretarle los pechos. No pudo evitar gemir cuando sintió como le apretaba uno de sus pechos. Metió la mano dentro del jersey ... cuando Anastasia sintió el suave tacto de los guantes negros sobre su pezón excitado, no pudo más.
Le dio una patada en la espinilla. Para algo le habrían servido las clases de autodefensa. Y seguido ... un rodillazo en sus cataplines. El hombre gimió.

-Mierda, Anastasia -esa voz si la reconoció, mientras él se retorcía de dolor. Anastasia le quito el pasamontañas.

-¡¿Estas loco, o qué ?! -dijo histérica. -¿Es que quieres matarme de un susto? De verás pensé que querían matarme.

-Es que quieren matarte -dijo Christian. -Por eso quise darte un susto, ¿por qué quieres escaparte?

-¿Por qué me has tocado? -dijo Anastasia casi sin aliento. Estaba excitada. Christian era único tocándola, debió saber que era él.

-Te pregunte primero. -dijo Christian, en serio. La miró -Vas demasiado provocativa ... si hubiera sido un secuaz de Hyde, te hubiera follado sin piedad -se relamió, riéndose.

-Ja ja, como ayudan tus comentarios, -dijo sarcástica. -Es que ... siento que molesto -dijo mirando al suelo. -Este no es mi sitió. - Christian la miró preocupado.

-¿Y crees que muerta seria mejor? -Anastasia negó con la cabeza.

-Entonces deja que te proteja -Christian le dedicó una sonrisa tierna. -Vivo para esto, no eres una molestia, de verdad, -le acarició la mejilla. Anastasia sintió que esa caricia significaba algo más. Ya no era todo picante. Ese tono era tierno, cariñoso ... quizás ¿con amor? ¡Oh, no por dios! Christian no hacia nada por amor, ¿o si? Ella sonrió. Volvió a mirar a Christian de nuevo. Estaba tan sexy con ese traje de licra negro, arropado.

-¿Te duele? -dijo mirando el paquete de Christian.

-Claro -dijo él ofendido. -¿Donde ha aprendido a dar tales patadas?

-Clases de defensa.

-Quizás si que no tendré que preocuparme por ti -Anastasia negó con la cabeza. Casi por primera vez estaba hablando con Christian, tan adecuadamente. Sonrió. Y no pensó con la cabeza, para entonces. Pensó con el corazón.

-Te necesito -sonrió, los ojos le brillaron. - Protegeme.

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