Capítulo 8

1.9K 182 5
                                    

Sintió como los espasmos recorrían su cuerpo, sintió a Christian entre sus piernas. Se inclino respirando agitada mente.

-Christian...- gimió. Y él lo deseaba, deseaba que gritara su nombre. La cogió por los muslo, acercándola más a su boca. Ella jadeo de placer. Pero a pesar de todo, aún le quedaba un poco de cordura. Antes de que pasara lo peor, antes de que el placer la dominara.

-No ... Christian -él se asomo entre sus piernas, relamiéndose los labios. En ese momento aprovechó para apartar las piernas y cruzarlas. Christian se sentó a su lado, saboreando hasta el último hilo de los flujos de Anastasia, que aún yacían en su boca.

-¿Que pasa? -Le dijo apartándole el cabello, acariciando el cuello con los labios hinchados llenos de la propia lujuria. Anastasia no pudo evitar mirar el esbelto torso sin jersey. Musculoso, trabajado ... perfecto. Entraban ganas de comérselo hasta cansarse.

-No ... no tengo ganas-mintió. Christian arqueó una ceja. Para luego echarse a reír.

-¿Que no tienes ganas? -Dijo poniéndose en frente de ella. -¿Que no tienes ganas de echarte un buen polvo conmigo? -Anastasia negó con la cabeza.-Es imposible.

-No, eres creído.

-Si casi, casi te tenía ... estabas súper excitada no me podes decir que no tienes ganas-dijo acercándose para besarla pero Anastasia lo rechazó.

-Ah ... ¿con que esas tenemos?

-¿No que separabas las relaciones del trabajo? Olvídate de mi ¿si? -Dijo ella con arrogancia.-Te odio no quiero nada de ti, ni tus besos, ni menos tu cuerpo.

-Mentirosa-dijo Christian riendo.-Me deseas más que a nada.

-Eso es lo que tu crees, te crees el centro de atención. Que cualquier mujer se acostaría contigo. Y no es así. Yo no me acostaría contigo, no me gustas. Si quieres un buen polvo, buscate una muñeca hinchable.

-Oh, muñeca...-dijo esta vez Christian serio. ¿Por que las palabras de esa mujer lo afectaban tanto? Nunca había sido así.-No tengo porque comprarme esas estupideces cuando tengo a un tercio de la población femenina de Los Ángeles queriendo follar conmigo.

-Entonces cógete a una de esas putas. Pero a mi, déjame. -Christian enfadado por el rechazo, se dirigió a la puerta y se fue de la habitación donde se encontraba Anastasia, quien se encogió de piernas rápidamente. Dios mío...no creía lo que Christian acababa de hacer. Pero le había gustado, mucho.
Nunca se había sentido tan excitada. Sentía como la humedad se esparcía más y más.
Debía hacer algo...antes de acostarse. Christian se tumbó en la cama. Se relamió los labios una vez más. Dios mío, sabe tan bien.
Pero Anastasia no lo había saciado, lo había rechazado.
Y a Christian le daba rabia ¿Por qué no quería?. Escuchó algún quejido. Apoyo la oreja contra la pared que daba a la otra habitación, a la de Anastasia. Gemidos...se estaba masturbando . Christian se excitó aún más. Imaginar el esbelto cuerpo de Anastasia contrayéndose y arqueándose, dándose placer ella misma, era demasiado. ¡Pero no! Era él quien quería darle placer. ¿Porque le había dicho que no tenia ganas? Cuando ahora se satisfacía sola... Mientras él podría ser el que produjera esos gemidos. Bufo enojado y orgulloso a la vez. Además que él también necesitaba que le echaran "una mano". Tenia la erección mas grande de su vida. Ni Elena consiguió empalmarlo de esa manera. Hablando de Elena... José le estaba llamando al teléfono. Descolgó.

-¿Que?

-Uy...que borde-se río su amigo.-¿Que pasa, necesitas follar mas, eh?

-Ni que lo digas.-Dijo Christian pasándose una mano por el cabello.-¿Que quieres?

-Surgió un problema

-¿Cual?-eso le sonaba mal. Cada vez que José le decía "Hay un problema" equivalía a "El mundo está patas arriba o estamos a punto de morir por un asesino en serie". O algo por el estilo

-Esta mañana te acostaste con Elena,-dijo su amigo en tono burlón.

-Si...¿y?

-Ella es una de las que están entrometidas en la mafia rusa de Hyde.

-¿Que?

-Era una infiltrada, joder-José parecía más alterado.-Todo fue para distraerte, así se llevaban a la chica. Sabes que Jack Hyde es el violador que coleccionaba a las mujeres que se había tirado. Un pirado total.

-Si,si...

-Pues si no llega a ser por ti, ella ya estaría muerta y en un armario junto con los otros cadáveres que hemos encontrado. -José suspiro-Ese no es el punto. Elena estaba compinchados con él porque...-hizo una pausa.-Ostia, parece que esto me jode más a mi que a ti.

-Suéltalo de una vez.

-Clara es la hermana de Leila.

-No puede ser...-la voz de Christian se ahogó.

-Busca la venganza de su hermana. Por eso se infiltro en la CIA para dar contigo...te quiere muerto Chris.

Christian no pudo pegar ojo en toda la noche. Sabía las cualidades que tenía Elena ,y lo que menos le preocupaba en esos momentos era él. Su familia...sus conocidos. Aquella sádica loca era capaz de todo. Había nacido para trabajar en agencias de espías. Había nacido para ser una de las mujeres seductoras y con grandes cualidades para matar...a un hombre, en un abrir y cerrar de ojos. No tenía remordimientos y mucho menos, conciencia.

Las siete de la mañana, Christian se levantó, harto de dar vueltas en la cama. Toda su familia sabia protegerse, pero si a Elena se le ocurría ponerles un dedo encima, intentar siquiera algo, él no tendría ningún miramiento que fuera mujer. Porque terminaría en la tumba con su hermana y Jack. Se preparó un café sólo. Para ver si se despejaba un poco.

Anastasia tenia el sueño ligero, y no pudo evitar levantarse. Se levantó y fue a la cocina.

-Buenos días-murmuro Christian. ¿Por que estaba avergonzado? Jamás se había avergonzado de lo que había hecho. Pero al ver a Anastasia aparecer con su jersey, despeinada, inocente hizo que se ruborizará. Él no se ruborizaba, eso era de nenazas.

-Buen día-le sonrío ella. Como si ayer por la noche no hubiese pasado nada. La observo. Ella buscó algo en la nevera y vertió algo de leche en un boll. Y pensar que hubiera estado más despeinada si hubiera pasado la noche con él. Christian dejo su taza de café en el friega platos. Cogió las llaves del gran llavera que estaba en la entrada. Anastasia alzó la vista.

-¿A donde vas?-le dijo.

-¿Tanto te importa?-dijo Christian arqueando una ceja. Ella enojada por su arrogancia frunció el ceño. Pero no quiso discutir. Se encogió de hombros.

-No, la verdad es que no-puso una expresión indiferente y siguió desayunando. Lo que no sabía es que a Christian le quemaba que pasaran por él de esa forma. Apretó la mandíbula y contuvo las ganas de seguir con esa conversación.

-Me voy, al pueblo. Debo comprar algunas cosas-suspiro. Anastasia lo miro de nuevo.-Y tengo que pasar por casa de mis padres-sus amigos tenían armamento de sobra de seguro que estaban allí. Taylor y José habían trabajado con él durante un año y medio. La mayoría de cosas las había aprendido de ellos.

-¿Pasa algo?

Christian le iba a responder con otra pregunta; ¿eres adivina?

-Si...hay una mujer que quiere matarme...bueno, hacerme sufrir... Y temo que vaya en busca de mi familia.

-¡Oh dios mío!-respondió Anastasia tapándose la boca con sus manos. -Ten cuidado-Christian se tenso ante esa muestra de afecto.

-No te preocupes. A mi no me hará nada-miro a su alrededor. -Si por algo, aparece un secuaz de Hyde por aquí, aunque no lo creo. Estarás a salvo. Eliott fue militar y trabajó algunos años para mi.

-Es muy bueno-ella sonrió.

Él intento sonreír pero le salió una mueca más bien. Anastasia ahora se río. Bueno, intentó...se le puso la piel de gallina al pensar que Christian Grey había intentado sonreír para ella.

ProtégemeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora