Capítulo 18

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Christian se tuvo que tomar un par de tés para calmar las emociones que tenia dentro. Creía que eso había sido efecto de la bomba, o alguna de esas cosas. Pero en el fondo sabia que eso no era así, ¿Leila no estaba muerta? ¿Qué hacia allí? Dejó que el agua caliente le recorriera el cuerpo, quitándole los restos de sangre que tenía. Salió de la ducha y pasó una mano por el empañado espejo. Observo su cuerpo, bronceado y fuerte, ahora adornado por decenas de cortes, grandes y pequeños. Suspiro y se frotó con fuerza su cabello con la toalla. ¿Por qué no había salido corriendo detrás de Leila cuando la había visto? Durante casi tres jodidos años había pensado que ella estaba muerta, ¿y ahora? ahora que había conocido a Anastasia, que sabía que Elena era su hermana mayor y que ellas tenían mucho que ver con Jack Hyde ... volvía a aparecer,

Se puso un pantalón de pijamas y una camisa, cubriéndole el dolorido cuerpo. Salió de allí. Los ronquidos delataron que Eliott, ya estaba durmiendo. Con la dura piel que tenía su compañero, y la masa de puro musculo que tenía el brazo, le había dificultado cerrarle la herida. Supuso que Anastasia también dormía. Había tenido un duro día, y las copas de más que se le he bajado de golpe con el mar de sustos y altibajos que he tenido esa tarde. Se dirigió a su habitación.

—¿Qué haces?—dijo, mirando a Anastasia que estaba sentada en su cama, mirando no sé qué. Christian se enfadó cuando vio lo que era.

—¿Es esta Leila? Ofrecer mirando el retrato de esa chica que Christian tenía guardado en uno de los cajones de la mesita de noche. Christian se lo arrebató de las manos.

—No puedes entrar aquí sin mi permiso, oferta Christian —mi habitación ... es mi intimidad, joder Anastasia.

Ella pudo ver de nuevo aquella persona fría que había conocido en un principio. Se dio una bofetada mental a si misma, por tonta, por imbécil, por haber pensado que Christian podía sentir algo más por ella que buscar una simple satisfacción ... o tan solo un caso más de trabajo. Pero ahora veía lo tonta que había sido. Caer de nuevo ... no era ninguna novedad para ella.

—Lo siento — murmuró apretando los labios para intentar no llorar. Se dirigió a la puerta, deseando que Christian la detuviera.

—Anastasia — ella se giró, sonriendo, al escuchar su voz llamándola de nuevo. Llenando su corazón de alguna pequeña esperanza.

—¿Si? Disponible sin dejar de mirarlo. Pero él ... él la miraba serio.

—Ahora que todo ha terminado, podrás irte ya a tu casa...—se sentó en la cama, guardando la foto de Leila de nuevo a su mesita de noche. —¿No es lo que querías? Mira...al fin y al cabo no ha durado más de dos semanas. Ya podrás volver a tu vida normal. Mañana por la mañana te ayudaré a que guardes todo y te llevare a tu apartamento de nuevo.

A Anastasia se le encogió el corazón al escuchar todo lo que le dijo Christian. Solo se le escapó un ahogado 'si' de la boca. Se fue, ágilmente, hasta su habitación. Y allí... ya no pudo contener más las lágrimas.

Christian, por otra parte, no podía dormir, se había pasado con Anastasia, estaba confuso, enojado por todo, pero no con ella. Ella era lo único que lo salvaba, era lo que le había hecho reír, lo que le había traído alegría... lo que había acaparado su atención durante esas dos escasas semanas. ¿Y ahora? ¿ahora la tenía que devolver a la ciudad, donde pertenecía? ¿Para que? ¿Para que los dos siguieran como si nada? ¿Para olvidarse de todo? ¿Para negar que no hubiera pasado nada? ¿Para seguir fingiendo que no se había enamorado...? ¿Que si dejaba ir a Anastasia el recuerdo le carcomería para el resto de su vida? El recuerdo de Leila... ¿¡Por qué no había ido tras ella!? ¡LA AMABA!

—Christian...—la temblorosa voz de Anastasia sonó, mientras su silueta se dibujaba con la tenue luz del pasillo. La vio apoyada en el marco de la puerta de su habitación—¿Estás durmiendo...?— entonces supo que estaba llorando. Se le encogió el corazón. Todo aquello era por su culpa.

—No...—dijo quedándose sentado en el pie de la cama.—No puedo dormir.

—Yo...tampoco—dijo ella frotando sus ojos para enjuagar las lágrimas.

—¿Por qué lloras?—dijo Christian ladeando la cabeza y levantándose.

—Porque estoy hasta las narices de tener que esconder siempre lo que siento.—lo miró fijamente. Una mirada que dejó cautivado a Christian, que le llegó al corazón, aún más.—Porque estoy harta de escapar, de ser siempre la que pierda...de ser siempre a la "pobrecita" que le rompen el corazón, la que no tiene tiempo de decir que está enamorada. A la que no quiere nadie, porque tiene una imagen distinta, que luego resulta inocente.—se acercó a Christian, con los ojos aguados. Él la seguía mirando,—porque soy una completa inútil... a la que yo creí que amabas—Christian pudo ver el destello de sus lágrimas. Le entraron ganas de abrazarla y jamás soltarla, para que nunca se marchara. Para hacerle el amor ahí mismo, demostrarle exactamente que eso era lo que él sentía. —pero ya veo...que lo único que quieres es terminar con tu misión, que me vaya y que tanto tú como yo olvidemos todo lo sucedido, ¿pero, sabes? Yo no podré, tú has pasado a formar gran parte de mi.—se quedó esperando un segundo que se hizo completamente eterno. Pero Christian no sabía que responder.—Ya está, lo he dicho, siempre lo arruino, olvida todo lo que te he dicho —murmuró sin dejar de llorar,—mañana a primera hora haré mi maleta y me iré.

NOTA DE AUTORA:
Heyyy, solo agradecerles por darle una oportunidad a esta novela. Por leer, votar y comentar. Faltan 4 capítulos para el final.

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