Capítulo 20

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—Si ... sigue — Christian la levantó. —Más rápido ...— le pidió ella mordiéndole el hombro. —¡Ah ... si! —Christian la apoyó contra la pared para tener una mejor postura. Anastasia se retorcía contra su cuerpo. Le mordió de nuevo el hombro, le araño la espalda. Quería que supiera lo que era tener sexo con él, quería que supiera lo mucho que la deseaba, lo mucho que quería que disfrutara a su lado. Lo mucho que, además, la amaba. Le agarró las piernas y se hundió completamente en ella.

—¡Oh, si! ¡Christian! —Jadeó Anastasia. Vamos a ver ... Christian intentó pensar, entre aquella nube de lujuria que cubría su vista. Eso era fácil para él. Christian movió las caderas circularmente y volvió a embestirla. Anastasia se intento agarrar de la pared, gritó. Te encontré.

—Dios mío ... —murmuro con la respiración agitada. Christian volvió a tumbarla en la cama. Volvió a colocar sus piernas verticalmente contra su torso. Le besó las piernas.

—¿Quieres más? —Le dijo Christian besándole el cuello.

—Si ... si ...

—¿La palabra mágica?

-Por favor...

—Falta algo ...

—¿Qué?-Dice  Anastasia, abriendo los ojos.

—Di que me amas — sonrió.

—Te amo. — ella le devolvió la sonrisa. Christian volvió a torturar ese lugar, hasta estar totalmente dentro de Anastasia. Ella lo sintió tanto ... que pensó que iba a perder el conocimiento. Y él ... a él lo apretaba como un puño, cada vez que la embestía, cada vez que embestía el punto G de Anastasia. Y ahora, más ahora. Sintió como ella se deleitaba con él, sentó como se corría, y como le entrababa hasta el alma. Y él le otorgó lo mismo. Anastasia terminó de vestirse junto con Christian. En el preciso instante en que ella se abrochaba los pantalones, Eliott entró, corriendo.

-¡Christian!

—¡Joder! Te he dicho mil veces que toques la puerta antes de entrar — llegaba cinco minutos antes y los pillaba en el polvo del siglo.

—Lo siento, lo siento, apresurado.

—¿Qué quieres? —Christian se puso el jersey. Anastasia no dejaba de observarlo, perfecto. Era la mejor palabra que lo describía.

—Snade nos vino a buscar. El helicóptero allí ... afuera. — Christian esta por la ventana. Vio a uno de los helicópteros de la agencia, en funcionamiento, en su pequeño y privado aeropuerto. ¿Como era posible que no se hubiera dado cuenta? Eso era ... otra prueba más de que cuando estaba con Anastasia, lo demás, le importaba una mierda.

—¿Nos vino a buscar?

—Nos surgió un imprevisto ... en Rusia.

—¿Qué dices?

—Pues eso ... nos necesita. Dice que solo serán unos días.

—Siempre hace lo mismo ...

—Ya, pero sabes que estamos en medio de unos conflictos con los rusos ...

—¿Y eso a mi qué?-

—Pues dice que eres uno de los mejores con ... manejo de armas ... que nos necesita Christian. —Él se quedó pensando por un momento.

—Dile que ahora voy.

—No hace falta que lleves nada, él ya ... ya tiene todo lo necesario.

—De acuerdo. —Eliott desapareció por donde había entrado. Anastasia se acercó a Christian.

—¿Tienes que irte? —Murmuró preocupada.

—Si ...— le acarició la mejilla. — Pero te prometo que en tres días, cómo mucho, estoy aquí.

—No te vayas ...— le suplico Anastasia. — ¿Si te hieren? Estarás en medio de una guerra ...

—No me pasará nada.

—¿Y lo de ayer?

—Fue un despiste ...

—Llévame contigo.

—No mi amor ... si te pasara algo, si te hicieran daño, no me lo perdonaría nunca.

—Pero ...

—Nada de peros —le acarició los labios y los besó, lentamente saboreando hasta la ultima gota de ese tiempo que compartían juntos, —te amo, volveré.

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