𝐂𝐡𝐚𝐩𝐢𝐭𝐫𝐞 𝟑: 𝐑𝐞𝐬𝐢𝐬𝐭𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚.

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--SeokJin. Llamé hace una hora pero dijeron que estabas en descanso.- murmuró Hoseok con ápice de languidez, mientras sostenía su móvil en la oreja izquierda y se adentraba a su hogar, botando las llaves en la mesita de la entrada después de haber ido a dejar a JiYong con sus abuelos.

Percibió leve barullo de música a un nivel proporcionado en la parte de arriba. La costumbre de DongGyung al hacer tarea con algo de música.

--Hobi-ssi. Lo lamento, han sido días largos, ¿pero qué ha sucedido? Cuéntame, ¿cómo está DongGyung?.- inquirió el mencionado en la llamada con singular calma.

--Precisamente de eso quería hablar.- Hoseok tragó en seco y viró hacia las escaleras, asomándose por los barandales para evitar que su conversación fuese escuchada de alguna manera. --¿Crees que puedas proporcionarnos una cita hoy? Estoy muy angustiado, no noto algún avance, apenas y prueba la comida y se desmayó en su primer día de clases.- logró decir en un murmullo ronco, tapando su boca y parte de la bocina, siendo más precavido.

Habian pasado ya dos días desde lo suscitado, pero Hoseok no quería dejarlo pasar. DongGyung era algo renuente a querer asistir a sus citas con su psiquiatra, pues muchas veces mencionó el hecho de que sentía una grave ansiedad e incomodidad al hablar de sus sentimientos frente a otro adulto, sin embargo, Hoseok no lo forzaba, por el contrario, lo convencía. Lo trabajaba con la idea de que las cosas en su vida podrían volverse "normales" si el niño aceptaba la ayuda.

"Normales".

Esa era la clave.

Un joven de la edad de DongGyung, actualmente, estaba más preocupado por encajar socialmente, por ser aceptado por la mayor parte de su ambiente, y el lograrlo tenía una gran concomitancia con tener un gran porcentaje de las cualidades generales que se encontraban en la mayoría de los adolescentes: un gusto, una actitud o una cualidad. 

DongGyung era talentoso bailando, Hoseok solía verlo bailar a deshoras en su habitación, sin poder recriminarle nada. Le recordaba a su infancia, el hacia exactamente lo mismo y eso enmarcaba una enorme sonrisa orgullosa en los belfos parentales de Hoseok. Esa costumbre se perdió junto con el resto de convicciones del chico, pues ahora, mover un brazo, era suficiente para tenerlo enfurruñado y cansado de respirar.

DongGyung había concursado en competencias de taekwondo y era un increíble defensa en el baloncesto. DongGyung disfrutaba de la música clásica, como el violín, el piano o el chelo. Había aprendido a tocar los tres, porque su padre había trabajado duro para comprarle aquellos instrumentos, que ahora acumulaban polvo en diferentes zonas de la casa. El violín en el armario, el chelo en la esquina de su habitación y el piano lúgubre en la sala.

Hoseok siempre apoyó a su hijo en cada momento, le era sorprendente que aún a sus cortos 15 años de edad, había hecho más de lo que su padre pudo. Hoseok jamás le cortaría las alas, haría que disfrutara su vida con responsabilidad y límites de sentido común. Jamás podría hacerle lo que habían hecho con él.

Sucedió lo mismo que lo anterior. Hoseok se dio por vencido al ver que el joven se comportaba reacio a querer seguir en alguna de esas actividades.

DongGyung quería ser normal. Quería encajar, quería amigos. Claramente, Hoseok sabía que esto era posible, ya que su hijo portaba cualidades y virtudes "extra", sabía hacer más cosas que el promedio. Estaba seguro que su hijo podría relacionarse con todos y mostrar sus bondades. Pero los trastornos son invasivos y nada fáciles de manejar.

Hoseok lo entendió hasta que lo llevó al psiquiatra.

--Bien, no es fácil. Las citas de DongGyung son los fines de semana sin problema alguno, ahora mismo creo que hay un espacio en blanco para dentro de media hora. ¿Tienen tiempo?

good father ➜ hopegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora