𝐂𝐡𝐚𝐩𝐢𝐭𝐫𝐞 𝟐: 𝐁𝐥𝐚𝐧𝐜𝐨.

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Cabello negro lacio que cubría cerca de sus párpados, tenuemente desacomodado que casi podría perderse en su piel que parecía ser hecha de porcelana, aquella que era nivelada por el rojizo de sus mejillas, además de unos ojos bastante profundos que brillaban tras el espejo de los anteojos que portaba, labios finos suavemente pintados por un color durazno de manera natural. Una delgadez nada exagerada que traslucía por esa blanca camisa desfajada sobre su torso, una estatura perfecta y ligeramente menor a la de él.

Joder... ¿Qué clase de día malignamente bendito es este?

—U-usted es...

—Me llamo Min Yoongi. Soy el profesor de su hijo.- extendió su mano hacia el castaño con cordialidad haciendo una leve reverencia.

El contrario logró estrecharla de manera inconsciente, intentado quitar sus ojos de encima lo más rápido posible con una sonrisa agradecida algo nerviosa.
El tacto de su mano, solo lo hizo sufrir el doble, pudiendo percibir lo huesuda y venuda de esta.

Aclaró su garganta y centró su atención en la directora, quien ya estaba dando indicaciones, pues ahora no habría tiempo para pensar en nada que no fuera su niño. O eso creemos correcto todos.

Había algo que nadie podía negar: a Hoseok le llamaban la atención los hombres. Y claramente se vió envuelto en un sinfín de emociones al notar lo etéreas y carismáticas caracteristicas del profesor de su hijo.

Sin duda esto es poco moral y doblemente peligroso. Se planteó a sí mismo.

No era secreto por lo menos para él. Desde que era un chico hormonal, se vió en la necesidad de aceptar sus gustos. Lamentablemente esa etapa de adolescencia trascendió tan rápido con la llegada de sus dos bebés, que tuvo que olvidarse de cualquier persona o interés sexual, para hacerse cargo de la responsabilidad que alguien más le había dado.

Punto y aparte.

La conversación se ve terminada bajo las palabras de la directora para que cada quien reanude sus funciones pendientes.

—Puede volver a impartir sus clases, señor Min. El turno vespertino no tardará en ingresar.- el mencionado hizo una reverencia general y logró retirarse de la oficina siendo seguido con sutileza bajo la atenta mirada del castaño, quien solo parpadeó varias veces para despisitar al presenciar partir tan agradable y grata vista de ese cuerpo de espaldas.

Algo dentro de Hoseok sentía que debía agradecerle personalmente, ya que gracias a él, su hijo logró estar estable ante su problema. Y para que negar que aquella persona había llamado su atención de manera exponencial, sin embargo, para su propio bien, el de su hijo y el de la escuela misma, debía mantenerse a raya. No planeaba crear este tipo de ambientes de ninguna manera.

Personas atractivas hay en todo el mundo y el no es la excepción, Hoseok. Sólo es atractivo  pero no es quien importa ahora mismo.

Pero por ahora, solo necesitaba llevar a sus pequeños de vuelta a casa y cuidarlos hasta la siguiente ronda en su trabajo. Temía demasiado ante la situación, debido a que Jimin sería quien se haría cargo de ellos y no él personalmente. Pero antes de irse, se aseguraría de que DongGyun y JiYong no requirieran de él hasta que regrese a casa.

Tomó la mochila en su espalda y acomodó sus manos en los hombros al menor, se despidió con un agradecimiento y una leve reverencia hacia la superior. Al salir, pudieron percibir una pequeña presencia en la banca al costado, estaba JiYong, quien jugaba con sus pies en un suave balance, siendo acompañado por una de las docentes encargadas. Hoseok sonrió en automático, tomando en brazos al pequeño y agradeciendo a la superior.

good father ➜ hopegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora