Capítulo 2

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Yo vivía en un edificio de departamentos en Miami allí hice una vida tengo amigos y voy a la universidad y la paso muy bien sin embargo siempre me hizo falta mi padre, él trabaja en Londres porque su empresa se lo exige y lo comprendo tampoco soy de esas chicas que hacen esos dramas, aunque mantengo contacto con él.

Mi madre es un caso diferente con ella siempre hemos tenido discrepancias, constantemente crtica alguna estupidez y vive restregándome que mi carrera, diseño de modas, no me llevará a ningun sitio. Supongo que me quiere a su manera pero aún a mis diecinueve años no comprendo cómo es su mecanismo para darme cariño porque cuando mi padre no se encontraba en casa ella simplemente me dejaba al olvido, no conversabamos, se pasaba horas metida en su habitación y salía cuando le placía y regresaba a la hora que quería. Además tenía permiso de salir y regresar a la hora que quisiera, no le importaba en lo absoluto. Cuando mi padre estaba era diferente ella se comportaba como toda madre ama de casa. ¡Wow que cambios! Pero qué se le podía hacer si así la quiero con todas sus virtudes y defectos no obstante he de aceptar que quiero más a mi padre, desde que tengo uso de razón compartimos todo juntos.

Decido hacer la llamada más dolorosa de mi vida, sé que mi tía Wen no le informó a mamá sobre la muerte de mi padre - nunca se han llevado bien, y a estas alturas nunca lo harán -.

Su móvil suena y suena pero nadie contesta así que le marco a casa.

—Casa de la familia Wood —contesta Deysi, una de las sirvientas.

—Hola Deysi , ¿se encuentra mamá? —dije queriendo cortar la llamada lo antes posible.

—No Stef —Ella siempre me llamaba así desde niña, cuando quería pronunciar mi nombre yo lo decía de esa manera y bueno ella me llamó Stef desde entonces.

—Gracias —lo dije sin el menor ánimo, mi vida era un desastre. Sé que suena dramático pero lo que más me intrigaba era la herencia, no porque estuviera interesada en el dinero, sino porque mi madre era la mujer que más dinero he visto gastar, sin mesura, en mi vida y tengo razones porque cada que salíamos de compras sólo se dedicaba a ver las tiendas más costosas, no es que no me gustara la ropa, pero desperdiciaba mucho. Mi familia no era multimillonaria pero teníamos varias casas en diferentes estados y además mi padre era dueño de su propia empresa pero no era motivo para que mi madre sólo se pasara codeando todo el tiempo con esas mujeres multimillonarias. Puf. Y hasta me llevaba como si me interesase.

El día no podía estar peor, fuera no hacía sol pero se mantenía frío lo podía observar desde el gran ventanal que mi padre y yo buscabamos cuando nos adentramos a la búsqueda de un departamento de mi gusto.

Así que salí a ver como refrescaba mi cabeza después de sentir tanta impotencia por no poder estar con él.

Cerca del edificio había un restaurante al que siempre iba un lugar muy acogedor por cierto. Al entrar me encontré con Logan, uno de mis compañeros de la universidad que siempre andaba coqueteando conmigo pero nunca le di una oportunidad porque no era mi tipo y además no quería a nadie por el momento siempre lo quise así no había otra manera de ver las cosas yo era muy madura para mi edad, mi padre todo el tiempo lo decía.

Lo saludé y me invitó a su mesa como siempre con esa mirada que decía que quería más que una amistad pero yo no estaba de ánimos como para ponerme a discutir así que negué con la cabeza, señal que entendió como que ni siquiera quería acercarme. Me fui luego de pedir mi batido favorito y mientras caminaba por la avenida el nudo en la garganta amenazaba por hacerme llorar, al fin y al cabo salí de mi departamento para no pensar en nada más ¿no?, sin embargo no pude todo me recordaba a papá. Iba caminado sin rumbo cuando choqué con alguien sin percatarme alcé la mirada, era él, el chico del elevador el mismo que me preguntó si estaba bien. Demonios era guapo.

Falacia del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora