Capítulo 13

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Esperamos horas tras horas que parecieron extensas, cuando sientes angustia el tiempo se torna más largo de lo normal. Las enfermeras no respondían a nuestras preguntas y ambos permanecimos impacientes durante todo el rato. A las tres de la tarde llegó Mary sin más información que la del tiempo que ahora tardaría en llegar el corazón, tres horas. No podíamos hacer nada la respecto sólo esperar y esperar, en ciertas ocasiones miraba a mi alrededor buscando algo de paz pero no ocurría, ese olor a hospital, la gente sumida en sus preocupaciones y nuestra angustia lo hacían imposible.

A las seis y cuarto llegó una ambulancia con el corazón listo para el transplante. Los camilleros llevaron a Julie al quirófano tan rápido como el doctor anestesista, cardiólogo y cirujano se dirigieron por el pasillo perdiéndose entre las luces que llevaban a aquella sala.

Mary lloraba a ríos mientras Mick la consolaba. Por mi parte me mantenía al margen no quería ser uno más con quien lidiar, Mick de por sí ya estaba destrozado, aunque sentía las lágrimas picar tras mis ojos por momentos pensé que alguna había caído, nada, sólo era la importancia que le daba a no llorar.

Después de una hora de espera Mick tomó mi mano y jaló de ella para salir del lugar. Caminamos al lado del otro sin decir palabra alguna. Terminamos en una parte del jardín del hospital, no había nadie alrededor. Mick no pudo más y me abrazó sin importarle la brusquedad con que lo hizo, a mí tampoco. Ambos lloramos sin saber qué hacer, dónde ir. Sé que no conocía a su hermana pero el simple hecho de que él la ame hace que yo también la quiera y sufra si Mick sufría por ella. Permanecimos entre sollozos, besos en el cuello y susurros.

Ahora más que nunca entendía que yo era su escalera, la que lo ayuda a alcanzar la felicidad que él deseara, y él era la mía. Ambos nos complementábamos. No se necesita convivir veinte años con una persona para conocerla porque si sabes que en realidad te ama con sólo mirar sus ojos conoces toda su alma sin molestarte en intercambios verbales.

—Tranquilo —acaricié su rostro. Cerró los ojos. 

—Sólo quiero que el tiempo se detenga aquí... contigo —murmuró. 

El clima de Ohio era templado y estar en pleno jardín a las siete de la noche no contribuía a mantener mi temperatura corporal. 

—Aquí estoy. Sé fuerte.

Asintió tomando mi mano para besarla mientras me miraba a través de sus espesas pestañas.

—Entremos, no quiero que te congeles —besó la punta de mi nariz para luego tomar mi mano y conducirme hacia las puertas por las que anteriormente salimos.

Mary estaba dormida cuando pasamos a la sala. Mick y yo nos sentamos en una de las sillas cercanas y en cuanto puse mi cabeza en su hombro caí dormida.

Desperté por el sonido de los pasos llenando el pasillo más cercano. Entreabrí los ojos hasta que se acoplaron a las fluorescentes de la sala de hospital. ¿Cuánto tiempo dormí?  ¿Julie había salido del quirófano? ¿Dónde estaba Mick? ¿Por qué nadie me avisó que algo ocurría? Con la mirada busqué rastro de Mick o Mary, nada. Me dirigí a la recepción y pregunté por ellos.

—Acaban de ir a la habitación de la paciente... Julie Hastings Connor.

—Gracias.

Caminé hacia la puerta de Julie y allí estaban los tres. Mary hablándole a su hija y Mick acariciaba su antebrazo. ¿Qué había ocurrido?  Ella no podía haber.... ¡No! Otra persona menos en mi vida. Puede que después de todo yo no estaba destinada a compartir la vida con más seres a mi alrededor. 

Me quedé parada en el umbral, las piernas me flaqueaban, las manos me temblaban, mi boca parecía haberse quedado muda para siempre. Mick notó mi presencia por lo que volteó la cabeza y la ladeó invitándome a pasar, su rostro estaba algo contraído pero también había un deje de alivio...

Falacia del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora