Capítulo 12

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¿Existe una manera de negar los sentimientos? ¿El cuerpo humano en toda su anatomía es capaz de rechazar una caricia? ¿Si quiera podemos evitar caer enamorados?
No hay respuestas concretas al respecto pero algo muy próximo a la experiencia,de la mayoría de personas es que podemos, ciertas veces, ocultar sentir, amor, aprecio, condescendencia, tolerancia, hacia otras . Vivimos entorno al orgullo, el cual está capacitado para actuar fuerte ante la vulnerabilidad, ésta es la más esencial debido a que si deseamos ocultar algo lo primero es ocultar que somos seres vulnerables, en ocasiones débiles. No se considera que el enamoramiento sea inmediato pero lo que sí es verídico es que para caer así de profundo no hay que esquivar al destino...

Acariciaba el cabello de Mick mientras él se movía al unísono. Hacíamos el amor suavemente. La habitación estaba provista de velas con olor a vanilla que hacían radiante esta noche.

Mick había esperado a que llegue de la tienda. Tenía mi departamento lleno de velas aromáticas, cuando llegué me sorprendió por lo tanto mi cara mantuvo una expresión que él pensó no me agradó su detalle sin embargo en el fondo mi subconsciente bailaba ballet alegre para la reina Isabel. Lo besé largo e intenso procurando transmitir lo mucho que lo amaba y que agradecía su sorpresa. Fuimos a parar entre la vehemencia de nuestros besos, a mi cama.

Recosté mi cabeza en su pecho mientras lo miraba. Nuestros cuerpos estaban cubiertos de una fina capa se sudor producto del encuentro pasional.

-Te amo -dije luego de regular mi respiración -. Sé que es intromisión mía pero ¿cómo fue tu primera vez?

-Fue sólo un tonteo de manos desviadas.

Asentí agachado la cabeza. Acarició mi espalda y volvió a subir mi cabeza con su índice.

-No te puedo negar que he estado con otras mujeres -lo dijo con arrepentimiento no obstante yo me tensé, él lo notó y acarició mis hombros - pero te juro que con nadie, con nadie, he sentido esa electricidad que ambos poseemos. Por ninguna he sentido que he hecho el amor de verdad, simplemente era sexo y hasta allí. Contigo mi cuerpo se entrelaza a otro límite fuera de lo físico.

-Me pasa lo mismo -lo abracé más fuerte.

Besó mi frente y poco a poco nuestras respiraciones se volvieron más pesadas. Caimos dormidos...

El lago de la casa de Londres estaba repleto de hojas caídas. Los alrededores de allí eran muy poco concurridos de autos. Por lo general las familias que vivían cerca habían heredado la casa de sus padres. Papá y yo viajábamos a Londres para visitar aquel lago tan admirado por ambos y también para encontrar la paz que no coexiste en la ciudad.

-¿Papá, morirás? -la curiosidad a los seis años es más palpable.

-Sí, algún día.

-¿Dolerá? -pregunté luego de pensar en su respuesta.

-No lo sé pero supongo que si duele a todos le gustaría que las personas que más aman estuvieran con ellos. ¿Por qué la curiosidad?

Me encogí de hombros.

-Yo no quiero que mueras.

-Ni yo quiero morir -jaló mi mano y me sentó en su regazo -. Siempre te has fijado en las estrellas, dime algo ¿cuando las ves no te parece que algo en ellas te hipnotiza hasta el punto de no querer salir del jardín?

Asentí

-Pues así es como se siente quedar hipnotizado por la vida. De por vida quieres seguir observando eso hermoso que has sembrado ¿no crees? -volví a asentir -Permanentemente querré verte a ti y a tu madre y permaneceré con los ojos pegados a ustedes, si Dios me lo permite aunque creo que sí aceptará -sonreí.

Falacia del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora