No es la falta de aire lo que me tiene alerta sino el hecho de que lo tengo en frente, no lo he visto por largo tiempo y vaya que hasta mirar sus labios entreabiertos y esa mirada de dolor, duele en lo más profundo. Mi mente no piensa coherentemente sin embargo no entiendo por qué me hago esto, por qué nos lo hacemos. Nuestra historia está llenas de mentiras, que sospecho, falta de confianza y... amor. Lo sentí, en su momento pero ahora no estoy tan segura.
Es inquietante la manera en que nos miramos. Es como si fuese la primera vez que lo hacemos, siento su mirada penetrando lo más profundo de mi mente, siento que pronto descifrará mis pensamientos.
—Puedes tomar asiento —señala su asiento al lado.
Asiento.
Para omitir mi vergüenza una camarera se acerca con dos menús en la mano. Nos da buenos días y se marcha.
—Entonces... —se gira nervioso, mirándome directamente a los ojos — ¿Cómo estás?
Enarco una ceja.
—Seré directa. Mick —pronunciar su nombre dolía después de tanto tiempo. Lo que más lo complicaba era sentir su aroma tan cerca y no poder enterrar mi rostro en la curva de su cuello con mis brazos enredados en su cintura, plenitud —. Me pediste que viniera, lo hago. Ahora qué es exactamente lo que me quieres decir.
—Lo que tengo que decir no importa, viniste porque aún te importa.
—Lo hago pero eso no significa que ya está quedando en el fondo de mi mente y tampoco que el hecho de que estés aquí me haga cambiar de opinión.
— ¿Por qué viniste? —preguntó inquisitivo.
Negué y reí fríamente.
— ¿Desde cuándo esto se trata de mí? Si mal no recuerdo el que me citó aquí fuiste tú.
— ¿Desde cuándo dejamos ser nosotros?
—En serio creo que Australia te ha afectado la parte racional.
—Tú —espeta.
— ¿Yo qué?
—Robaste mi parte racional.
—Basta ¿okay? —digo furiosa.
—Bien —levanta los brazos rendido.
La camarera aparece en el mejor momento para tomar nuestro pedido, sinceramente siento náuseas pero eso no me impide hacer como si fuera de lo más normal tomar jugo de arándanos con un sándwich con jamón.
En cuanto la chica se marcha él se queda mirando la pared de vidrio frente a nosotros, yo hago lo mismo. Una joven balancea a la que parece su hermana de un lado a otro, me empiezo a preguntar cómo será mi hermana y así empiezo a divagar en mi mente.
— ¿Recuerdas cuando nos conocimos en el elevador? —escucho a Mick hablar en el fondo mientras regreso a la Tierra.
Me giro y lo miro sin entender. Asiento. ¿A dónde va con eso?
—No acababa de mudarme.
—Eso ya lo sabía ¿Qué tiene eso que ver aquí?
—Voy a pedirte tres cosas antes de continuar. 1. Escúchame 2. Recuerda que no te conocía 3. A pesar de todo te sigo amando más que a lo pueda existir en mi pasado —sus ojos iluminaban y mi reacción no sé cuál fue pero en su rostro se formó una pequeña sonrisa triste.
—Bien
—Mi historia en Ohio está incompleta. —para mirando mi reacción y continua: —Cuando mi tío Max murió, junto con su muerte cargaron a nuestra familia todas las deudas. La casa estaba hipotecada, Julie no tomaba sus medicinas, la cuenta del hospital era muy larga, muchas veces no cenabamos mi tía y yo para que Julie se mantuviera sana. Busqué empleo pero era un simple estudiante de universidad y eso no alcanzaba para nada. A pesar de todo seguí estudiando pues era mi último año y lo terminé. A pesar de todo nuestra economía iba de mal en peor, muchas veces Julie enfermaba y teníamos que vender las cosas de mi tío para poder pagar los medicamentos, que por cierto no eran nada fáciles de conseguir. Un día vi un anuncio en el periódico con alguien que necesitaba una auxiliar de arquitectura. Lo primero que pensé fue: Vaya esta es mi oportunidad, sin embargo tendría que dejar donde crecí por ganar un poco más de lo que aquí había. Recuerdo que esa noche medité bien todo, Julie estaba en el hospital, esta era mi manera de demostrarle a mi tío que podía ser la persona que él quería. Tomé una agenda e hice todos los cálculos suficientes, no alcanzaba ni para la mitad de deudas. Al siguiente día fui a un café cerca de casa, leía el periódico algo agobiado y consternado pues a nada le veía la solución. Una mujer se sentó frente a mi mesa.
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Falacia del Amor
Novela JuvenilLa vida, la palabra más compleja que existe, sí a mi edad nada es como parece. Las personas que engañan no son de mi agrado más bien las odio, suena irónico pero esas personas son las que más llegamos a amar.