Jiyeon
Miré por todos lados intentando encontrarlos, pero no había rastro de ellos. Fui al baño, al recibidor, incluso miré por el sofá pero no los veía.
—Lucas, ¿Has visto mis pendientes?— Pregunté en voz alta, sabiendo que probablemente estaría jugando con Lele y Nana en el jardín.
Unos segundos más tarde entró por la puerta trasera con una gran sonrisa en su rostro mientras intentaba sacudirse los pelos de perro.
—Creo que anoche los dejaste en tu mesita de noche.— Contestó él encogiéndose de hombros.
—Es verdad, no sé dónde tengo la cabeza ya.— Dije con exasperación mientras me sentaba en el sofá con gesto cansado.
—Vamos, amor, no pasa nada. Sé que ha pasado un tiempo desde que vimos a los chicos, pero justamente por eso hemos organizado esta reunión ¿No?— Dijo él sentándose a mi lado para abrazarme cuidadosamente.
—Lo sé... Pero Jaehyun sigue sin dar señales de vida. Pensé que volvería para estas fechas o que al menos nos enviaría algún mensaje... Ha pasado un año ya, las cosas son distintas ahora, me gustaría que él también fuera feliz.— Susurré devolviéndole el abrazo con fuerza.
—Estoy seguro de que sabrá salir adelante. Es un hombre emprendedor, sabrá apañarselas. Es cierto que yo no lo conozco tanto como tú, pero debes darle un voto de confianza.— Respondió mientras dejaba varios besos sobre mi cabeza.
Sonreí por lo tranquilizantes que me resultaron sus palabras y levanté la mirada para observarlo de cerca. Sus facciones marcadas, sus ojos grandes y su sonrisa tímida que resultaba tan deslumbrante para mí. Besé sus labios brevemente y él aprovechó para acariciar mis mejillas con sus pulgares antes de separarnos. La calidez y la ternura que desprendía su mirada llena de amor lograron intimidarme por lo que casi inmediatamente me levanté del sofá y le sonreí con nerviosismo.
No estaba acostumbrada a esa mirada tan profunda, a pesar de que llevábamos tiempo viviendo juntos en su casa en el campo y de que hacía más de un año que habíamos empezado a salir, la amabilidad y la adoración con la que me trataba a veces me ponían nerviosa... No en un mal sentido, en absoluto, pero sentía mi estómago revolverse y mi sistema alterarse con solo ver esa sonrisa que siempre me dedicaba.
Fui hasta la habitación y busqué los pendientes para poder ponérmelos, estos tenían forma de huella de perro, un regalo de parte de Lucas de cuando cumplimos seis meses de relación. Yo, en cambio, le regalé un collar nuevo a cada uno de los cachorros... Que ahora ya no eran tan cachorros.
—¿A qué hora tenemos que estar allí?— Preguntó Lucas desde alguna otra parte de la casa.
—Creo que dijeron a las cinco en casa de Taeil y Donghyuck. Me pregunto cómo estarán sus mininos, no sé si les hará gracia que vayamos oliendo a perro.— Comenté mientras volvía otra vez al salón, haciendo resonar el sonido de mis tacones.
—Todavía son muy pequeños, no creo que les vaya a molestar demasiado. Además su casa es bastante grande, algún día deberíamos llevar a los chicos para que se conozcan entre ellos, seguro que se harán buenos amigos.— Dijo él con tono entusiasmado.
No pude evitar reír por lo bajo, pues Lucas tenía esa costumbre de hablar sobre los perros como si fueran nuestros hijos y ahora también con los gatitos que habían adoptado Taeil y Donghyuck, siendo estos los suyos.
Me detuve un momento al ver una caja sobre la mesa del comedor, pues no me había percatado de ella antes. Me acerqué a ella y vi que mi nombre estaba escrito como el destinatario, pero que no tenía remitente.
—¿Y esta caja?— Pregunté extrañada.
—Llegó por la mañana, me la encontré en la puerta. ¿Sabes quién podría enviártela?— Inquirió Lucas mientras me abrazaba por la espalda y apoyaba su cabeza sobre la mía.
—Ni idea... — Contesté antes abrirla con cuidado, en caso de que lo que hubiera en su interior fuera frágil.
Dentro parecía haber un libro, este estaba envuelto en un pañuelo de seda blanco y atado con una cuerda de yute natural... Estaba algo sorprendida, pues ese detalle era un tanto antiguo, dudaba que la gente utilizara este tipo de cuidados. Deshice el nudo de la cuerda y abrí el pañuelo, sintiendo la expectación de Lucas sobre mí, quien permanecía en silencio debido a la curiosidad.
Era un libro de no más de tres centímetros de grosor. Era de tapa dura y estaba forrado con cuero sintético de color marrón que le daba un aire melancólico que me recordaba al pasado. No conservaba decoración alguna a excepción de una única palabra en su portada, de trazo fino y elegante en letras doradas había escrito Timeless.
—Qué extraño, no pone el nombre del autor.— Susurré mirando la contraportada en busca de este.— Me pregunto quién me lo habrá enviado.
—Cuando volvamos lo miramos, ¿Sí? Tenemos que irnos ya si no queremos llegar tarde.— Comentó Lucas antes de dejar un beso en mi mejilla.
—Está bien.— Respondí guardando de nuevo el libro en la caja y cubriendo este con el pañuelo blanco.
Una vez afuera y dejando la casa bien cerrada, nos montamos en la moto de Lucas, colocándome yo detrás de él y abrazándolo por la cintura en cuanto me hube colocado el casco. A pesar del nerviosismo que me provocaba ver a los chicos de nuevo después de tanto tiempo, la curiosidad sobre aquel objeto tan misterioso me estuvo persiguiendo todo el trayecto. Tenía ganas de leerlo y saber de qué trataba.
******************************
Bueno, mi gente, hasta aquí esta historia. Espero que os haya gustado leerla tanto como a mí escribirla.
Gracias por vuestro tiempo y gracias por darle una oportunidad a este fic. Nos leemos pronto en su continuación.
Adiós, Killers 💖
ESTÁS LEYENDO
No Manners | Jaejohn
Fiksi PenggemarBleed Out es la empresa más importante de manejo de sangre humana y animal. La convivencia con los vampiros no resulta un problema para la mayoría, tampoco lo es para Johnny quien ha conseguido un puesto en esta misma. Pero para ser sinceros... Él n...