XII

6.2K 687 65
                                    

"Buenos días, señor Athana ¿Cómo se siente? ¿Cómo amaneció?"

—Am, hola, niña. Estoy bien, no te preocupes, no es como que vaya a darme una sobredosis y morir tampoco —pronunció con cierta diversión, buscando que desayunar en su refrigerador, respondiendo en un audio al mensaje de Giselle.

"Me refería a la fiebre, pero es bueno saber, que de cierta forma, sabe cómo "controlarse"."

Leyó el mensaje y luego se sirvió un poco de leche en un vaso, caminando descalzo por su casa, buscando que llevaría a su viaje.

Quería que fuera una sorpresa, no le había dicho nada aún a sus padres que iría de visita. Tal vez... Unos días con ellos lograban darle ánimo.

"Señor Athana, lamento mucho mi actuar de aquella vez. No sabía que aquella fecha era especial para usted, y no quiero que piense que soy indiferente ante el dolor ajeno."

—Descuida, niña, es tiempo pasado —le dijo mientras metía unos pantalones en su maleta.

"—¿Aún quiere ver esa película?"

Dejó la ropa de lado al escuchar el audio de ella.

—¿Tan grande es el cargo de conciencia? Digo, debe serlo para que me preguntes eso.

"—Creo que sería una forma de conocerlo también. Me ayudaría con el libro."

Beraelt rodó los ojos y arrojó el celular sobre la cama. Giselle era como los demás, sólo querían saber cosas de él.

***

Suspiró al ver el último mensaje, que había sido el de ella. Desde entonces, habían pasado tres horas, Beraelt no le había vuelto a responder.

¿Estaría enojado? Y es que la castaña no lo entendía. ¿Por qué se enojaría? Hasta ella le había propuesto ir al cine esta vez.

Quizás, podría simplemente ir a su casa, y hablar con él.

"Oye, Gisse, me gustaría hablar de algo contigo."

Leyó el mensaje de su novio, y frunció levemente el ceño, antes de marcar su número.

"—Giselle, que bueno que atendieras rápido. Sabes, conocí a una muchacha, muy agradable, y... No lo sé, esta tarde cuando salga de clases, quizás nos encontremos. ¿Te parece bien?"

—Ah, sí, claro, está bien.

"—¿Estás segura? No quiero que pienses que luego te engañé o algo así."

—Está bien, hazlo.

"—De acuerdo, te amo, hermosa. A la noche si puedo, iré a verte."

Giselle cortó la llamada y luego miró por un momento la pantalla del celular. A veces... El amor no era como imaginaba.

Se suponía que es desinteresado, libre, sin ataduras ni sentidos de pertenencia. Es por eso, que ellos podían tener sexo con otras personas, sin estar interesados emocionalmente.

Y aunque su novio ya lo había hecho con algunas chicas, estando ambos de novios, Giselle nunca había estado con alguien más.

Veía egoísta atar a una persona solo a ella, y creía que era egoísta también, negarle disfrutar de su sexualidad. Hasta creía que de ese modo, se podían evitar las infidelidades, ya que ellos tenían la suficiente confianza como para contarse con quién querían acostarse.

Pero... Tal vez el amor no funcionaba como ella creía. Tal vez no era amor, sólo costumbre, comodidad.

...

No me dejesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora