LXIII

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—Mm, hay que comprar un tamaño más grande, mi amor, esos pañales ya comienzan a quedarte pequeños —le habló a su hija, que iba sentada en el asiento para bebés del carrito de compras.

Había salido sola con la niña a hacer unas compras, mientras Zhanda estaba en la herboristería.

Giselle tomó varios paquetes de pañales, y luego se dirigió a la sección de lácteos, buscando algunos tipos de quesos.

Una mujer rubia la reconoció de inmediato, y se acercó a ella, apretando los puños con rabia.

—Vaya, parece que las putas, ya no temen salir a la calle —habló en un tono alto, captando la atención de varios clientes.

Giselle la miró por un momento, y al darse cuenta de quién era, prefirió ignorarla, saliendo de aquella sección, seguida por la rubia.

—¡Pues miren bien, mujeres! ¡Porque a ésta zorra, ¡Le encanta meterse con los maridos ajenos! —gritó con rabia, señalándola—. Esa niña debe sentir vergüenza de tenerla como madre ¡Ni debe saber quién es su verdadero padre!

Giselle cerró los ojos, y tomó a Sunny en brazos, que miraba confundida a Deismy, detrás de ellas.

—¡Por su culpa perdí a mi hijo! ¡Perdí a mi bebé y a mi marido!

La joven madre dejó el carrito con compras, y salió de la tienda, sintiendo la mirada de todos a su alrededor. Pero Deismy no se detuvo, la siguió por detrás.

—¡Sí! ¡Escóndete, zorra asquerosa! ¡Todo me quitaste! —le gritó histérica, cediendo a las lágrimas—. ¡Éramos felices antes de que tú aparecieras!

Giselle apretó sus labios entre sí, y continuó caminando, sintiendo sus ojos cubiertos de lágrimas. Y no por las estupideces que había dicho la ex mujer de Zhanda, sino por lo que las personas pudieran pensar de ella.

—V-Vayamos a casa, mí amor —murmuró con un nudo en la garganta.

***

—¿Mí amor?

Zhanda fue hasta la habitación, y encontró a Giselle doblando la ropa de la niña.

—Ey ¿No escuchaste que te estaba llamando? —sonrió, abrazándola—. ¿Estás bien?

Ella negó con la cabeza, sin poder hablar.

—Giselle ¿Qué pasa? —le inquirió preocupado.

—E-Esta... Esta mañana fuimos con Sunny a hacer unas c-compras, y ahí estaba tu ex mujer, Deismy.

—¿Te hizo algo? —le preguntó frunciendo el ceño.

—No, sólo se puso a gritar un montón de estupideces, como que yo era una puta, y que ella había perdido a su bebé y a ti, por mí culpa. Qué de seguro... Yo ni sabía quién era el padre de Sunny. Y no me importaría, Zhanda, si ella sólo me hubiese dicho esas cosas a mí. Pero se puso a gritarlas, y muchas personas la oyeron.

Zhanda la abrazó, y besó suavemente su cabeza.

—Tranquila, mi amor. Yo me encargaré de que esa mujer no vuelva a acercarse a nosotros, y hablar mierdas de ti.

—Yo sólo no quiero volver a pasar por lo mismo.

—Lo siento, amor —le dijo en un tono bajo—. Ojalá te hubiese podido evitar ese momento nefasto.

Ella lo abrazó, y se quedó allí un rato, escuchando la calma respiración de Zhanda, su corazón.

—Gisse ¿Y si nos vamos a vivir a mi casa?

—¿Por qué? A mi me gusta mi casa.

—A mi también, amor, es una casa muy bonita. Pero creo que nos quedará muy pequeña ahora.

—¿A qué te refieres?

—Pues a nuestro próximo solcito —sonrió apoyando una de sus manos en el vientre de ella—. Sé que sólo ha pasado una semana desde el "accidente" —pronunció con cierta diversión—. Pero estoy seguro, que vamos a ser cuatro.

Ella respiró profundo, y restregó su mejilla en el pecho de él, asintiendo con la cabeza.

—Está bien, creo que sería más cómodo.

—Y Sunny tendría su propia habitación, y nosotros la nuestra —le dijo en un tono bajo, buscando sus labios para besarla, rozándolos—. Entonces, podríamos-

—Sunny tiene seis meses recién —sonrió contra sus labios, dándole un beso corto—. Seguirá durmiendo en nuestra misma habitación.

—Pero Gisse.

Lo tomó del rostro y lo besó suavemente. Jamás imaginó que el rubio amargado, apático y ególatra que había conocido hacía más de un año atrás, fuera tan mimoso estando enamorado.

...

No me dejesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora