XLVIII

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Había bajado del taxi una cuadra antes, para que no notaran que ya había llegado. Quería realmente sorprenderlos.

Abrazó a su bebé contra su pecho, y caminó los últimos metros hasta la puerta de su casa, sintiendo ya su estómago revuelto.

¿Cómo tomarían la noticia sus padres?

Golpeó suavemente, sin querer despertar a su hija, algo que seguramente ocurriría cuando la vieran.

¡Ya está aquí! ¡Gisse ya llegó! —escuchó a su hermanita gritar desde adentro.

Giselle sonrió, y cuando la niña abrió la puerta, la castaña susurró un sorpresa.

—¡Ah! ¡Tienes una bebé! —exclamó antes de reír, emocionada—. ¡Mamá, papá! ¡Gisse tiene una bebé!

Sus padres no tardaron en llegar a la sala, y los dos quedaron atónitos, al ver a la bebé que Helowi cargaba en brazos.

—Es muy bonita, parece una muñequita ¿Cómo se llama, Gisse?

—Sunny.

Giselle miró a sus padres, que aún no reaccionaban, y sonrió nerviosa.

—Esta era la sorpresa, son abuelos.

—¿Quién es el padre? —atinó a decir Sebastien, mirando a la rubia bebita.

Porque era obvio que no era hija de Mart, el muchacho era moreno.

—Bueno... Es largo de contar.

***

No había sido fácil contarles la verdad a sus papás, y por más que se sintieran dolidos, ofendidos, ya nada cambiaría que Giselle ahora era mamá.

Sí les habías contado cómo había conocido a Zhanda, que era verdad que estaba escribiendo su biografía, y que gracias a eso, terminó involucrándose sentimentalmente con él.

También había sido sincera al admitir, que no sabía que iba a quedar embarazada por haber tenido relaciones en un único día.

Sólo había estado "una vez" con él. Y aquello no era del todo cierto, ya que en esa tarde, lo habían hecho varias veces.

Pero el enojo, se les había ido rápidamente al tener a Sunny en brazos. La bebé se había encargado fácilmente de comprar a sus abuelos maternos, con su ternura.

Ahora tocaba ver si tenía el mismo efecto en los paternos.

Se mordió el labio inferior, y rogó a su diosa que quien abriera esa puerta, fuera Erit, luego de golpearla.

Y claro que fue escuchada.

—¡Giselle! Tanto...

Las palabras se quedaron en la garganta de la mujer, al ver lo que la jovencita tenía en sus brazos. Giselle la miró, y sin saber porqué, sus ojos se cubrieron de lágrimas.

—Hola, Erit, tanto tiempo —pronunció en un tono tembloroso de voz.

Erit miró a la niña, y luego a la castaña, antes de llevarse las manos a la boca, y sonreír.

—No necesitas decirlo, ni negarlo, porqué se bien porque estás aquí —le dijo emocionada.

—¿Q-Quiere cargarla? —le preguntó en un hilo de voz.

—Por supuesto que quiero cargarla, Diosa mía —sonrió derramando algunas lágrimas, al tener a la bebé en sus brazos—. Es un solcito, mira ese pelito dorado.

—Su nombre es Sunny.

—Es tan parecida... A ambos —rio bajo, antes de besar suavemente su frente—. ¿Por qué no nos dijiste nada?

—Tenía miedo —le dijo cediendo a las lágrimas—. Él ya tenía a una nueva persona en su vida, y lo nuestro... Fue algo que tan efímero.

—Cariño, es su hija también, merecía saberlo.

—Lo sé, pero no quería arruinar su felicidad. Yo los vi juntos, Zhanda estaba feliz, y no quería que él pensara que de algún modo, yo intentaba atarlo a mí.

—Claro que no —le dijo abrazándola—. Nosotros sabemos que tú no eres así. Jeak estará tan emocionado cuando la conozca. Nuestra primera nietita.

—¿El señor Jeak está aquí?

—Llegará en quince minutos, fue a buscar a Kerish a la escuela —sonrió Erit—. Pero ven, pasa, cuéntame todo de ésta hermosura. ¿Come mucho?

—Casi todo el día —sonrió secándose las lágrimas de los ojos.

—Su padre era igual, se la pasaba prendido a mi pecho —sonrió suavemente, meciendo a la bebé, antes de besar su frente una vez más—. Es hermosa, perfecta.

...

Hasta aquí por hoy 😘♥️💕

No me dejesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora