XXIV

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Llevaba tres días sin poder comunicarse con él, sin que Zhanda se conectara, y Giselle temía lo peor. Sabía que cuando él se desconectaba de todo, es porque estaba consumiendo.

Y sabía muy bien que se metería en problemas si sus padres descubrían lo que estaba por hacer... Pero es que tampoco encontraba otra forma de saber si él se encontraba bien.

Les había dicho que saldría, que regresaría en la noche, pero no a dónde iría realmente.

Giselle llegó hasta el aeropuerto, y luego de una hora, abordó el primer avión que salía hasta Eritma. Al llegar allí, buscaría un micro que la llevara lo más cerca posible de la playa donde estaba Zhanda.

Lugar que tampoco conocía con exactitud.

Sí, era una completa locura, pero ella sabía que algo no estaba bien. Él no solía desconectarse porque sí.

***

Encendió su pipa de agua, y luego aspiró profundamente, antes de soltar una gran cantidad de humo, suavemente, recostándose contra las patas de la silla playera que tenía el porche de la cabaña.

Volvió a aspirar, y luego miró hacia arriba, cerrando los ojos, soltando el humo.

"—Hijito ¿Por qué hueles de ese modo?

—Ah, es que... Estuve probando unas hierbas, haciendo unas mezclas.

—Zhanda, ten cuidado con lo que preparas y consumes. El consumo en exceso, no es bueno.

—Tranquila, abuela, sé cuándo detenerme —sonrió.

Pero Tisai no imitó su gesto, mirándolo preocupada.

—No abuses de tus conocimientos en herboristería. No me gustaría que terminaras adicto a alguna de tus "combinación."

—Tómalo como uso recreativo. Me hacen sentir bien.

La mujer se giró y buscó una fruta, antes de tomar la mano del muchacho y colocarla en su palma.

—Esto también te hace sentir bien, y no necesitas quemarlo, ni combinarlo con nada. Sin contar, con que es más saludable.

—Lo que consumo también es saludable, mamá Tisai. No hay estudios que demuestren que sea peligroso para la salud. No te preocupes, estaré bien."

Abrió los ojos al escuchar unos pasos cerca, y con la vista cansada, intentó ver de quién se trataba. Pero los efectos de aquella sustancia, lo dejaban en un estado de somnoliencia.

—Zhanda ¿Qué estás haciendo?

Se arrodilló junto a él, y alejó la pipa, tomándolo del rostro con ambas manos luego, para levantarla la cabeza y que la mirara.

—¿Qué haces?

—¿Qué haces tú aquí, Giselle? —sonrió sin poder verla con claridad.

—Vine a buscarte, porque sabía que... Algo malo debía ocurrirte para que no me hablaras por tres días.

—Mm ¿Te gusta qué te hable? ¿Qué esté pendiente de ti? —sonrió.

—¿Qué?

—¿Qué sientes por el hecho de que un hombre maduro se interese en ti, niña? ¿Te hace sentir interesante?

—Estás drogado. ¿Qué estabas consumiendo? ¿Por qué-?

—¿Qué te hago sentir, Giselle? ¿Sientes algo por mí? ¿Te gusto?

Ella lo miró a los ojos, y luego soltó su rostro.

—¿Sabes que siento por ti en este momento? Decepción. Creí que eras más maduro que esto, inteligente... Pero me equivoqué.

—¿Tu papá te trajo hasta aquí? ¿Está esperándote afuera?

La joven castaña se puso de pie, y se alejó un poco de él.

—No, le mentí para venir a verte, y que decepcionado estará de mí si se entera... Viajé en vano hasta aquí.

...

No me dejesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora