Capitulo 28 ❤️🖤

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Valeria

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Valeria

Llevo más de una hora observándome intensamente en el espejo, cada parte de mi cuerpo lo inspecciono, porque me quiero ver perfecta.
Luego de salir de la corte sobre el caso de Zack decidí irme a un beauty salon para que pudiesen hacerme brillar ante la cita que me espera con Davis. No sé que tipo de cita será, pero la verdad es que quiero verme confiada. Por años había perdido la confianza en mi misma y creo que poco a poco he pegado los pedazos rotos y me siento imparable.

Antes de comenzar a bajar las escaleras principales me dirijo a la habitación de Sofía para dejarle saber que me iré en unos minutos. La puerta está abierta y me encuentro con Roman paralizado justo antes de la entrada de la habitación. Escucho a Sofía reírse a carcajadas sin parar y es cuando me doy cuenta de que Roman no desea entrar a la habitación. A pesar de que en estos momentos sigo no estando totalmente segura sobre su relación, debo comprender que él no solo respeta nuestro hogar, pero también la respeta a ella. Si fuese un patético mujeriego ya hubiese entrado a la habitación y haber hecho de las suyas sin importar las consecuencias. Pero no, ahí está él a tres pies de distancia de la entrada de la habitación, mientras que mi hermana me imagino le coquetea.

—¡Roman! —lo sorprendo a la vez que camino hacia él mientras él retrocede algunos pasos como si hubiese visto un fantasma. —Gracias por ayudarnos esta noche. —le sonrío.

Sofía sale de su habitación al escucharme y me recibe con un tierno abrazo.
—Estás hermosa, pero olvidaste algo importante. —dice a la vez que Roman y yo la vemos entrar nuevamente a su habitación. Luego de unos minutos su mano izquierda me da un pequeño espejo redondo y con la derecha desliza un lápiz labial color rojo electrizante. Recuerdo cuando vivía en Puerto Rico y salía con mis amistades de la universidad, Sofía siempre era la que terminaba arreglándome el maquillaje. Nunca fui la de vestirme extremadamente sensual o estrambótica, pero el lápiz labial de color llamativo que me ofrecía Sofía no podía faltar.

—¡Gracias! —digo susurrando en su oído cuando la sorprendo dándole un abrazo.
Me hace recordar cuando éramos niñas, inseparables y felices. La adultez ha dejado cicatrices en mi vida de las cuales todos los días trato de reparar. Hoy me encuentro en estable, placentera y hasta puedo decir que soy feliz. Sofía por otro lado está bajo la nube negra que yo estuve viviendo por un largo tiempo. Sus ojos lo dicen todo; inseguridad, tristeza y miedo. A su lado está Roman el cual agarra una de sus manos para transmitir su seguridad y solo espero que lo que suceda con ella pueda hablarlo con alguien, así el fantasma que se la está comiendo viva por dentro la dejará vivir en paz.

El Camaro negro nos lleva a las afueras de la ciudad, donde las montañas verdes repletas de pinos se hacen gigantescas y el aire es frío y fresco. La verdad no sé cómo Davis ha estado guiando desde que salimos de nuestro hogar, puedo sentirlo, sus ojos puestos en mí. Mi piel se eriza ante la expectativa de esta noche y mis mejillas no han parado de sonrojarse. La música de Macklemore sale por los altavoces del automóvil y volteó mi mirada hacia Davis porque desde que me vio salir de la casa y montarme en el Camaro no ha dicho una sola palabra. No creo que esté enojado porque cuando lo vi, su físico no reflejaba ningún tipo de disgusto o ansiedad. Así que no tengo ni la más mínima idea de lo que sucede.

—Quizás este no fue el mejor momento para salir. Sé que estas súper ocupado con las prácticas, podemos regresar a casa. Otro día... tal vez cuando no estés tan ocupado... —aclaro mi garganta al ver que él solo sigue guiando sin ofrecer ningún tipo de expresión. Abro mi boca para continuar con mi desilusión y es cuando él decide responder.
—No estoy enojado... bueno, si lo estoy, pero no es por lo que piensas. Pasé el día planificando todo para esta noche.
El auto se detiene por completo haciendo que los frenos chillen. Mi rostro va a ver al de Davis porque la verdad no entiendo en lo absoluto que es lo que está hablando. Su cara se ve tensa y a la misma vez en paz, así que no sé que diablos pensar sobre la situación.
—Quiero que escuches bien lo que voy a explicar a continuación, porque creo que el curso de nuestra cita dependerá de ti.
Su mano izquierda todavía está recta en el volante, mientras que la derecha agarra una de las mías para llevarla a sus labios. La interacción íntima hace que mi estómago tiemble y llevando mis ojos marrones hacia su océano intento calmar mis emociones.
Ambas manos de Davis agarran mi rostro acariciándome con sus dedos. Sus labios besan mi frente para luego caer en mi cuello. Siento su boca abrirse para besar seductoramente mi sensitiva piel.
—Mmmmm... —el gemido que sale de mi interior es poderoso, energético y deseoso. Al igual que todo mi cuerpo queremos más.
—Todo lo que planifique fue para tener una noche romántica normal de pareja. Pero, tú te encargaste en optar por otro tipo de noche. —sus labios se mueven lentamente alargando lo que espero con ansias. Siento mi corazón querer salir de su caparazón, pero a la misma vez no comprendo lo que Davis acaba de decir. —Te cortaste el cabello... —lo escucho tragar fuertemente como si algo le doliera. Su boca se abre un poco para comenzar a succionar poco a poco mi piel. —Bastante... ¡Dios! Me estás volviendo loco. ¿Cómo es posible que te puedas ver más sexy?
La succión de sus labios se vuelve más potente cuando él termina de hablar. Nunca pensé que el simple hecho de cortarme el cabello tuviera este tipo de reacción en él. Cuando fui al beauty salon en la tarde solo pensé en que me arreglaran un poco el cabello, pero al parecer la sugerencia que me dio la estilista de aventurarme a un cambio radical ha sido una de las mejores decisiones personales que he tomado.
—Pensé en ser el típico hombre que lleva su chica a cenar y luego regresan a casa para hacer el amor. Eso es lo que hacen las parejas normales, ¿verdad? —su boca sonríe pícaramente enseñándome los sensuales hoyuelos de sus mejillas. —Creo que tendré que improvisar durante la noche. —exclama susurrando cerca de mis labios.
Trago la saliva que se ha acumulado en mi boca luego de escuchar sus palabras y luego de las mismas veo como él lleva el Camaro a la carretera principal para llegar a nuestro destino.

Puedo ver las luces de la ciudad desde donde llevo esperando a Davis desde hace diez minutos. El mar divide las dos tierras, pero desde donde estoy puedo también admirar hermosas montañas repletas de nieve. El lugar me da un poco de nervios al no ver algún otro auto o personas alrededor.
Veo la silueta de Davis salir de un callejón oscuro y acercándose al auto me sonríe hermosamente dándome el afecto que necesito para seguir positiva y entusiasmada. Salgo del Camaro antes de que él abra la puerta y en un instante su mano se entrelaza con la mía y caminamos hacia el callejón que él acaba de salir.
Pensé que el lugar estaba completamente oscuro, y no es así. A mitad de callejón veo como pequeñas velas en mason jars en cristal alumbran nuestros pasos y nos dirigen hacia un bote. Las suaves luces de cuerdas llaman mi atención, al igual de cómo la mayoría se reflejan en los casi cinco pisos del bote.
—No quería llevarte a una habitación. Te mereces mucho más que solo cuatro paredes y una cama. —Davis exclama ayudándome con la parte baja de mi traje para poder bajar dos escalones que nos dan la bienvenida.
—¡No lo puedo creer! El mujeriego número uno de Seattle, el gran Davis Johnson no está pensando en llevarme a la cama. Nunca pensé que llegara este día. —me rio a carcajadas llevando una de mis manos a acariciar su mejilla izquierda.
—Ohhhh no ángel. No te preocupes, este yate viene con una habitación y la cama redonda nos espera. —su pícaro sarcasmo hace que sus ojos se tornen hambrientos. Y puedo sentir de inmediato como mi estómago se llena de mariposas en anticipación.

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¡Hola!

Gracias a todos por su inmenso cariño.

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