Capítulo 29 ❤️🖤

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Valeria

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Valeria

La fría brisa de la noche se ha encargado de mantener a Davis acariciando mi cuerpo. El yate va lentamente hacia downtown Seattle, pero no sin antes darme a conocer las aguas de Puget Sound y las espectaculares montañas a su alrededor. Mount Rainier se ve lejano con su tope repleto de nieve y en la costa de la ciudad en el puerto 57 está el enorme y deslumbrante ferris wheel, el cual acapara la belleza de sus alrededores.
—No has parado de sonreír. —la profunda voz de Davis hace que mi piel se ponga el doble de sensitiva de lo que ya está. Sus manos me agarran por mi cintura firmemente posicionando su cuerpo pegado a mi espalda mientras observamos desde la proa. —Y para completar tu olor a rosas me tiene intoxicado. Muero por tener tu aroma conmigo por el resto de mis días.
—Sonrío porque estoy feliz. Me siento feliz. —respondo girando mi cuello para recostar mi cabeza en su pecho. —Creo que ya era hora que entendiera que por más fallas que realice en mi vida y por más oscuros que estén mis días, siempre habrá alguien animándome en mi esquina.
—Me alegra que te sientas feliz. He estado haciendo todo lo posible desde que llegaste a Seattle hace más de un año en hacerte feliz. Perdóname por tomar decisiones que realmente no ayudaron en lo absoluto, pero no me arrepiento en protegerte de alguna manera.
Siento sus labios rozar mi frente donde me otorga dos besos pequeños para luego ir a la punta de mi nariz y finalmente caer en mis labios. El beso es simple pero significativo.
El poder estar alegre con mi propio ser me hace también pensar si Davis se siente de la misma manera. Siempre ha sido un hombre seguro de sí mismo, sin complejos, pero cuando se trata de su hermano el aura que sigue sus pasos lo convierte en el Davis violento que tanto detesto.
—¿Qué harás cuando encuentres a Liam? —la pregunta sale de mi boca luego de él haberme dado pequeños besos en mis labios. Sus ojos se cierra en frustración a la vez que sus manos me agarran con más fuerza.
—¿A qué te refieres? —su tono de voz cambia al igual que su físico, pero las palabras continúan. —Sabes exactamente que no estoy dispuesto a dejarlo seguir viviendo luego de lo que te hizo.
Trago fuerte y giro mi cuerpo para tenerlo frente a mí. —No puedes... no puedes matarlo. Por favor Davis, prométeme que no lo matarás. —le suplico.
—Val... Ángel, esto es algo que no tiene ninguna discusión. Haré todo lo que sea necesario para que él no haga más daño. No puedo permitirlo. —la furia y el coraje se apodera de sus palabras y si yo fuera la Valeria de antes estuviera corriendo y huyendo de él en estos momentos.
—Davis, escúchame bien lo que voy a decir.
Su boca se abre para objetar inmediatamente, pero rápido inicio. —Matarlo no es la solución. No si deseas continuar con nuestra relación.
Veo como sus ojos y boca se abren al mismo tiempo pero continuo. —No viviré mi vida ahogada en pesadillas sobre ti también.
Quiero vivir y si es posible contigo.
Escuchar ambas de nuestras respiraciones en unísono significa que de alguna manera he tocado su corazón con mis palabras.
Lo veo calmar sus brazos en mi cuerpo y mi rostro se ilumina sonriéndole.

—Mister Johnson la cena está lista. —detrás de Davis habla uno de los chefs que el rento para nuestra cita.
—Vamos. Es hora de seducirte. —dice dándome media sonrisa enseñando sus hermosos hoyuelos de sus mejillas.
Agarrados de la mano caminamos hacia el segundo piso del yate donde al aire libre hay una mesa redonda lujosa y delicadamente decorada con velas y rosas blancas. Mi boca comienza a hacerse agua y creo que no es solo porque tengo hambre.
Seducirme, esa fue la palabra que utilizó... ¿A qué se refiere exactamente? Mi subconsciente pregunta en anticipación.

❤️🖤❤️🖤

La cena estuvo deliciosa y la compañía fue exquisita. Siempre me ha gustado comer, pero nunca había comido tantos mariscos en mi vida. A mitad de cena Davis tuvo que cubrir mis hombros expuestos con su chaqueta costosa y por su gesto pasé el resto del tiempo sin despegar mis ojos de él. Que importa el costoso yate, las aguas tranquilas de Puget Sound o los hermosos paisajes; solo basta con tener al hombre que amo frente a mí para darme cuenta de que no hay nada más que valga la pena observar. Estoy más que segura que Davis puede sentir la penetración de mi vista puesta en él, y la verdad, no me importa en lo absoluto. No puedo estar tímida en estos momentos cuando él está vestido para pedirle matrimonio a alguien.
Espero que no sea la sortija.
—¿Por qué me miras así?
Trago fuerte porque no sé que responder. Además, estoy segura de que mis mejillas han cambiado de color. —Uhmmm... Quiero que hablemos de mí. —le contesto.
—Hummm... Okay. Podemos conversar durante el postre.
Su rostro se vuelve serio aunque sus ojos me reflejan todo lo contrario.
En solo segundos un plato de fresas frescas y una pequeña fuente de chocolate están sobre la mesa. Davis coge una fresa entre sus dedos y la posiciona en la cascada de chocolate. Sus dedos se llenan un poco del dulce líquido y cuando termina de forrar la fruta la posiciona cerca de la entrada de mis labios.
—Déjame alimentarte. —su voz gruesa y sensual acapara cada rincón de mi cuerpo, pero trato en hacerme la fuerte y no dejarme seducir fácilmente.
—Pensé que íbamos a conversar. Además, yo puedo alimentarme por mi misma.
—Lo sé, pero yo quiero hacerlo. —su voz me seduce poco a poco como si mi alma estuviese flotando entre nosotros.
Dios, si sigue seduciéndome de esta manera estoy segura de que lo que desearé es otro tipo de postre.
—Davis...
La dulce y fría delicia del chocolate toca mis labios y penetra mi boca, muerdo con mis dientes suavemente a la vez que abro mis ojos al ver a Davis sacar la punta de su lengua acariciando su labio inferior y mordiéndolo al final. Muerdo un poco más del postre intentando caldear el ambiente de más sensualidad. Davis remueve el restante y lo lleva a su boca dejando un poco de chocolate en sus dedos al igual que sus labios. Le sonrío al ver lo gracioso que se ve con chocolate en sus labios y es así cuando llevo mis dedos a remover el líquido.
Davis cierra sus ojos inmediatamente cuando siente mis dedos y su nariz exhala aire caliente levantando los cabellos de toda mi piel. Los ojos de él vuelven a abrirse dejándome saber que el deseo que siente por mí en estos momentos lo está volviendo loco. Agarrando mis dedos lentamente el ambiente se va cargando de sensualidad, su boca abre un poco para guiar mis dedos al interior de la misma.
Dios... Este hombre me va a provocar un infarto.
Mi boca comienza a crear más saliva de lo común y cada succión que él realiza en mis dedos hace que mi estómago brinque de excitación.
—Si estás tratando de seducirme... lo has logrado. No cabe la menor duda de que siempre te desearé, siempre. —expreso murmurando cerca de sus labios.
Davis deja salir mis dedos lentamente de su boca y como una estrella fugaz mi boca cae en la suya. No podía esperar más, desde que lo vi en el Camaro en lo único que he estado pensando es en tenerlo completamente desnudo frente a mí. El beso comienza cargado y termina casi destrozando nuestros ajuares.
—Es hora. —su voz excitada vuelve a darle otro choque a mi cuerpo y en solo un par de minutos llegamos a la hermosa habitación que está igualmente decorada al resto del yate.
—Wowww... Pensé que estabas mintiendo acerca de la cama redonda. Es la primera vez que veo una.
Su mirada pícara me observa detenidamente . —Y hoy será la primera vez que tu exquisito cuerpo sabrá como se siente hacer el amor en ella.
La gran sonrisa que me enseña su rostro me dice que esta noche no dormiré en lo absoluto, y la verdad no espero nada más de él.

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¡Hola!

Espero que todas estén súper bien ante toda esta pandemia.
Déjenme saber que piensan de este capítulo.

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