That day... in Chicago.

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Narra Harvey 

Tenía una idea clavada en la cabeza, desde hacía días que no me dejaba dormir. "Spencer me dejaría" Esa idea me despertaba por las noches y me hacía revisar que ella estuviera a mi lado, durmiendo plácidamente. Me aterraba pensar en eso, pero necesitaba la historia completa. Sé que le dije que no quería saber nada de lo que había pasado entre ellos pero eso fue en el pasado, para el presente, esa información era esencial. 

Recapitulando todo lo que había pasado me percataba de que mi relación con Spencer estaba lejos de ser una perfecta. Pero las cosas no mejorarían teniendo a su ex en la oficina de enfrente. Le resentía por ese hecho, no lo negaría. Así como también sospechaba que recientemente había pasado algo más entre ellos. Nadie en su sano juicio deja su trabajo perfectamente bien pagado en una firma en donde estas a un paso de tener tu nombre en la pared por una en la que no sabes a dónde te llevará por una chica que ni siquiera ha admitido que siente algo por ti; lo haces cuando sabes que tienes a la chica en la bolsa o a un empujón de tenerla. Nunca antes.

El eco de a la puerta al ser tocada llamó mi atención, sacándome de golpe de mis pensamientos. Al verla sentí que pude volver a respirar. Le hice una seña para que pasara y me extrañé en que tocará a la puerta, pero supongo que así eran las cosas entre nosotros... extrañas.

—Necesito un favor.—aseguró con angustia.

Me incline hacia el frente y suspiré. Su tono no sonaba para nada prometedor, probablemente me pediría de favor que desaparezca de su vida y de la firma que yo mismo había construido y había puesto su nombre en la que era mi pared. 

—Te escucho.—afirme lo más tranquilo que pude.

—Le dije a Frank que iríamos a almorzar con él hoy a las doce.—sentenció con arrepentimiento.

No supe como reaccionar... "¿acaso quería ir sin mi? pero no pudo evitar considerar que por causa de la culpa me invitó de último momento" cuestione al mirar el reloj y ver que solo faltaba media hora para el tiempo acordado. Tenía dos opciones: quedarme aquí y pensar de lo que hablaron durante las horas que estuvieron ausentes o, ir con ellos y tener un almuerzo sumamente incómodo pero sin nada que ocultar ni nada que mal interpretar o pensar hasta el cansancio.

—Te veré en cinco minutos en el auto.—afirme con seriedad aceptando su invitación.

Ella no dijo nada más, simplemente salió de mi oficina con la cabeza agachada y culpa en su mirada. 



Al llegar al restaurante, Frymman esperaba a nuestra llegada y cuando al fin lo hicimos él mismo se dispuso para arreglar el asiento de Spencer. Sin decir nada observe como alguien más hacía de caballero para mi dama y con simpleza tomé asiento frente a ella. Frymman estaba sentado entre ambos, con la sonrisa más grande que nunca antes había visto en un ser humano; la miraba con tanta devoción que por un momento dudé quien era la pareja en la mesa.

—¿Algo de beber señores?— preguntó la camarera con atención.

Sacudí mi cabeza y le preste atención a la carta, la cual apenas había mirado desde mi llegada.

—¡Whisky!—exclame con rapidez.—en las rocas.—pedí ahora con normalidad.

La camarera asintió y ahora su atención se concentraba en el par que restaba en la mesa junto a mi.

—Merlo, para la señorita y bourbon en las rocas para mí.— pidió Frymman con una sonrisa.

Él acababa de asumir que Spencer bebería merlo sin antes considerar lo que comería. "¿Pero qué clase de persona ordena por la otra?" cuestioné pensando que su acto era completamente arrogante y embustero. 

—¿Merlo?—cuestioné con indignación y burla.

Frank me miró confundido, pero lo que me mató fue la mirada de tristeza en la cara de Spencer; ella sabía algo que yo no y sabía que no era bueno que estuviese preguntando.

—Es solo que...—comenzó Frank con duda mirando a Spencer con complicidad soltando una risa.—Spencer siempre termina ordenando lo mismo.— aseguró con burla.

No comprendí a qué se refería, durante toda mi relación con Spencer nunca vi que pidiera lo mismo dos veces o que ordenara merlo con nada, era obvio que ella es una chica de whisky, lo es desde que fuimos juntos a la escuela de leyes.

—No es verdad.—aseguré incrédulo.

Frank me miró arrepentido por un segundo y después miró a Spencer como si estuviera pidiendo permiso para contarme lo que quería contarme. Sentía que había perdido una parte esencial de la conversación porque no entendía qué era lo que pasaba. Frank rió con brevedad y le hizo una seña a Spencer para que comenzara a hablar.

—Es solo que siempre que venimos a este restaurante comienzo pensando que comeré pollo a la pimienta con los vegetales y el puré de papa pero siempre terminó por pedir el corte de la casa con arroz blanco y ensalada de legumbres.—afirmó Spence riendo.

Me sentí el tonto más grande del planeta. Pero claro que habían venido aquí antes, cómo no hacerlo si es su restaurante favorito en su ciudad natal. Además de que nada de lo que me decía tenía sentido... habíamos venido al menos unas cinco veces a este mismo restaurante y nunca habría podido adivinar que era lo que ordenaría.

Estaba completamente ausente a la conversación que estaban teniendo. El tiempo pasaba y para ellos simplemente era un objeto inanimado en toda esta historia. La camarera había regresado y Frank había ordenado por ella, justo como con las bebidas. Sentía que ella no era la Spencer que conocía, sentía que estaba comiendo con una completa extraña. "¿Cómo puedes no conocer esta clase de la persona que amas?" cuestioné con melancolía. Con cada comentario que Frank hacía, mi duda de si en verdad conocía a Spencer era más y más grande.

—Merlo, ordenar lo mismo, hablar italiano, gusto por la literatura rusa, viajes a Egipto.— comenté haciendo una lista con recelo.—Puedo seguir...—aseguré atónito.—Pero lo que todas tienen en común es, que son cosas que no sabía sobre ti Spencer.—aseguré traicionado.

Ambos se quedaron mirando, Spencer con culpa y tristeza en el rostro y Frank con confusión y sorpresa, incluso él no podía comprender cómo era posible que no conociera a mi novia en verdad.

—Harvey.—suspiro en anhelo. 

—¿Tu la amas?—pregunté con amargura. 

—Sí.—contestó con sinceridad.

Tensé la mandíbula, Frymman ni siquiera se había tomado un momento para pensar en su respuesta, había sido tan natural que hasta a mi me había parecido correcto. Tragué grueso y el recuerdo de aquel día en Chicago cuando la había interrumpido antes de que me explicara qué era lo que había pasado entre ambos durante su encuentro vino a mi mente. 

—Aquel día en Chicago...— comencé con negación.—Le dijiste que también lo amas.—mencioné haciendo una suposición que aún negaba que fuese verdad. 

Pero al ver su rostro pude saber que mi peor pesadilla se había hecho realidad. Ella me miraba con la cabeza en alto pero con profundo arrepentimiento en sus ojos.

—Harvey no...— comenzó a excusarse. 

—¿Cierto?—pregunté con el corazón roto, interrumpiendo.—¿Lo dijiste?— recalqué demandando una respuesta. 

Una lágrima calló por su mejilla contestando a mi pregunta y sin embargo necesitaba escucharlo de su propia boca.

—Sí.—contestó con dolor.

Mi corazón se hizo pedazos, nada de esto tenía sentido. 

—Disculpen.— me excuse adecuadamente.

Dejé mi servilleta sobre la mesa y sin mirar atrás salí del restaurante dejando a la que creí ser el amor de mi vida junto con la persona que ella en verdad amaba. Era imposible no verlo ahora que tenía toda la historia, por más que quisiera que Spencer fuera para mi, ella simplemente no quería serlo. 





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⏰ Última actualización: Aug 19, 2020 ⏰

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