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Omar:

—No.

Monserrat me observa con la boca abierta.

¿De qué se sorprende si ya he dejado en claro que no quiero trabajar con ella?

Que me haya confesado su nueva idea, por muy llamativa que suene no cambia nada.

—Omar.. ¿Qué dices..?

—Ya tienes mi respuesta.. ¿Cuántas veces tengo que soportar tu presencia?

—Esa no es manera de tratarme.

—Lo lamento, pero ya no se como hacer que entiendan.

Monserrat alza una ceja extrañada. —¿Acabas de disculparte?

Hasta yo me sorprendo por ello.

Me levanto del asiento.

—Creo que será mejor que te retires.

Camino hacia la puerta y ella me bloquea el paso.

—Hacer negocios conmigo podría elevarte mucho en ventas.

No quiero presumir, pero no necesito elevar más, muchos desean que las ventas crezcan constantemente, pero Boss Cosmetic no tiene problema alguno en ingresos.

Nos va muy bien y no soy un hombre codicioso.

—O podría hacerlas bajar, con todos los escándalos que manejas.

—Los medios solo hablan, no porque hablen tiene que ser real.

—¿Y esperas que no crea que testeas con animales?

—¿Realmente piensas que puedo hacer eso?

—Me sorprende que tu quieras creer que no, creerlo no cambia nada y se muy bien que si estás libre es por la mujer poderosa que eres.

—Y aún así, teniendo a una mujer poderosa a tu lado.. te niegas a hacer tratos conmigo. Eso es de cobardes.

—Es sensatez. —Le corrigió. —No voy a perder todo por ti y tus errores, por muy buenas ideas que tengas.. tal vez debiste usarlas en lugar de meterte en algo tan sucio.

Sus ojos se abren mucho.

—Así que si no tienes nada que decir, será mejor que te marches, estoy esperando a alguien.

—El Omar de antes hubiera cerrado tratos conmigo ¿Qué rayos te sucede?

—El Omar de antes y el actual jamás se relacionaría con una empresa que usa tratos tan poco naturales para realizar las pruebas de sus productos a lanzar.

—En la vida hay sacrificios, Omar. Se pierde algo, pero se gana.

—¿A que costo?

—¿Ahora te unes a las estúpidas protestas animalistas?

Tomo un respiro. —No se porque te sorprende, cada año donó a fundaciones, seria un acto en contra a todo lo que creo al unirme contigo.

—Ni siquiera hay pruebas en mi contra.

Sonrio. —Conmigo no puedes hacerte la ciega.

Ella se muerde el labio, su mirada cambia y sus manos van a mi rostro.

—Omar, podemos ayudarnos mutuamente.

—No estoy interesado en la clase de ayuda que me puedas brindar, Monserrat.

—¿Acaso no te parezco hermosa?

—Lo eres.

Sus ojos se iluminan.

Las reglas del JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora