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Omar:

¿Cómo he podido perderlo?

La culpa me pone nervioso y el no saber como esta me deja mucho más nervioso.

Hablamos con seguridad, incluso revisamos las cámaras con ellos, pero no hay una imagen clara hasta del mismo juego de recreación, ponen un aviso con la descripción de la ropa que llevaba Mateo, no dejan que ningún niño con esa descripción salga y aunque no cierran el parque, por lo menos 7 personas nos ayudan a buscarlo.

Pero empieza a oscurecer y no hay rastro de él.

No tengo el valor para acercarme a Melissa, le ofrecen un te y le piden que se calme, pero cuanto más pasa, más la preocupación es notoria en ella.

Pronto veo las lágrimas en sus ojos.

—¡Señorita Vega!.

Un hombre se nos acerca junto a una niña y su madre, a su lado esta..

—¡Mateo!

Melissa corre hacia el y lo rodea con los brazos.

La señora empieza a hablar. —Oímos la descripción en la parlantes y lo vimos en el área internacional.

Melissa se aparta de el.

—¿Fuiste a buscar a las jirafas?

Mateo mueve la cabeza y las lágrimas se derraman por las mejillas de Melissa.

Ella lo vuelve a abrazar, todos los presenten lucen aliviado y mi culpa sigue consumiéndome.






Melissa:

Acuesto a Mateo en mi cama , está noche quiero dormir con el, no pienso quitarle la vista para nada.

Lo dejo descansar y bajo las escaleras para decirle a Omar, a quien le pedí que se quedara unos minutos y a quien ahora le diré que esta noche no podrá quedarse.

—Logre que se durmiera, pero hoy... creo que hoy no podrás quedarte.

—Entendí eso cuando regresamos, Melissa.

—Gracias por entender, Omar. —Pronuncio. —Creo que mejor mañana nos vemos para el almuerzo con tu madre.

El no responde, su mirada se mantiene baja.

—¿Qué sucede?. —Pregunto confundida.

—Hable con mi madre.

—¿Sucedió algo? ¿Mañana ya no..

—Lo cancelé. —Responde, mis ojos se abren. —Le dije que estabas indispuesta.

—¿Indispuesta?

—Después de los que paso, creo que es lo mejor y es mejor que por ahora no llevemos nuestra relación a presentarte a mi madre. No lo hagamos algo serio.

Abro los ojos muy sorprendida.

—¿Y eso quiere decir?

—Melissa...

¿No quiere que lo vea como algo serio lo que tenemos?

Esta bien, acabamos de iniciar, no voy a exigirle nada.

—Omar... que me lleves a almorzar con tu madre no tiene nada de serio..—Pronuncio, además ya la he conocido.

—No es eso.

—Entonces se claro. —Le suelto. —¿Por qué mentirle a tu madre de como me siento para no ir a verla?

Lo observo tragar.

—Hoy casi pierdes a Mateo y yo..

Empiezo a entender un poco.

—¿Te echas la culpa? Eso es ¿No?

—No me digas que no ha sido mi culpa, tu me lo dejaste encargado y yo debí cuidarlo.

—De acuerdo, tienes razón, fue imprudente de tu parte, pero..

—Aquí no hay peros. —Me detiene. —Esto no es como la elección que tuve que tomar porque no había una elección que hacer y gracias a ti lo entendí. Salve la vida de Teresa, pero ahora... Yo elegí mi trabajo por encima de tu hermano, cuando no debía ser así.

Los ojos me empiezan a arder, otra vez siento el dolor y el miedo.

—No finja que estás bien y que no estás enojada conmigo, Melissa.

—No estoy enojada, lo que sentía es terror. Y estaba confundida porque no te me acercabas.

—Exactamente, porque no se como reaccionar en estas situaciones. Hace un mes ni siquiera sabía como reaccionar a lo que provocaba en mi.

—Pero lo hiciste.

—No.. no puedo.

—Omar.

—Y me prometí que no iba a repetir lo mismo, yo no quiero causarte daño a ti ni a Mateo y hoy perdí a tu hermano.

—Omar..

—No estoy listo para esto. Pensé que podía.

Aprieto los labios y niego. —¿Y qué quieres hacer entonces?

Su mirada baja.

—Dijiste que querías intentarlo y al primer problema huyes como un cobarde.

Sus ojos se abren.

—Entiéndeme, si hubieras pasado por lo que yo pasé.

—Con más razón, seguiría intentándolo y no retrocederá todo lo que avanzado por miedo. Te dije que lo superaríamos juntos y eso hago, pero parece que solo yo tengo intenciones de ayudarte y que tu no quieres mi ayuda.

—¿Que hubiera pasado si no lo encontraban?

No respondo, Omar se acerca a mi, me coge de las mejillas.

—Necesito unos días para pensarlo.

—¿Pensar que exactamente?—Le pregunto.—¿Y qué debo hacer yo? ¿Sentarme a esperar a que decidas si estar conmigo te conviene o no? No soy el juguete de nadie, Omar. Yo se lo que quiero.. ¿Por qué tu no?

Su mirada baja, el me acerca a él y siento sus labios sobre mi frente, me muerdo los labios y consigo no llorar, aunque el dolor sigue ahí.

—Hay algo que debo hacer primero. —Me dice.

Se aparta de mi.

—Y lamento por todo lo que te hice pasar hoy con mi descuido, Melissa.

—No, yo lamento que no valores que estoy a tu lado para ayudarte a sanar y lo siento, pero yo a mi lado quiero un hombre decidido, no uno que huye  y más cuando le he dado la seguridad de que siempre estaré con el. 

—Melissa.

—Cierra la puerta cuando salgas y que tengas una buena vida, Señor Callahan.

Lo peor de todo es que lo hace, sin decir ni una palabra, Omar se marcha.

Las reglas del JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora