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Omar:

La señorita Vega hace lo mismo que en la última reunión a la que me acompaño, socializa muy bien, incluso con los molestos fotógrafos y estoy empezando a creer que ha nacido para este trabajo de Dama de compañía.

Sin embargo, evita cualquier contacto con Monserrat y no la culpo.

Me acerco a ella, en cuanto un comprador se aleja.

—¿Lo hago bien?

—Debo admitir que si.—Respondo obteniendo una sonrisa.

—Señor Callahan...—Otro fotógrafo.—¿Puedo sacar una fotografía de usted y su novia?

¿Novia?

—Ella.

Melissa se acerca a mi .—Si.

—Muchas gracias, señorita.

Yo no dejo de mirarla.

El fotógrafo carraspea.—Señor Callahan... ¿Podría mirar al lente?

Abro los ojos, carraspeo igual que él y disimulado ajusto el cuello de mi cabeza, pongo la mirada en la cámara.

—Excelente.

—Por favor, no se muevan.. 1 2 y 3

Toman la fotografía.

—Muchísimas gracias.

Novia ¿Eh?

Ni siquiera me he tomado la molestia de corregirlo.



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—Necesito un par de señoritas para la prueba del nuevo producto.—Habla el presentador que contrataron los hombres a los que puse a cargo.

En el centro hay tres sillas, en cada una tres mujeres maquillistas y el público rodea la presentación, en su mayoría las mujeres, no dejan de alzar las mano esperando ser elegidas.

—Ni siquiera lo pienses.—Le digo a Melissa, en cuanto veo como su mano se estira despacio hacia arriba.

—¿Por qué no? El premio es una bolsa completa de Boss Cosmetic. ¿Por qué perder la oportunidad de ganar?

—Creí que odiabas mi maquillaje.

—Odio lo caro que es, pero si me lo ofrecen en un premio.

—Ya entendí.

Ella sonríe, levanta la mano y yo abro los ojos, lamentable para ella no la elijen, sino a tres mujeres de distintas zonas del público que rodea el lugar.

Las reglas del JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora