8. Buenas personas

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Hades.

Odio a Hermes.

Si tengo que culpar a alguien por esto... sería a ese maldito chismoso entrometido.

Todo iba bien, realmente bien o al menos era estable. Pero cuando lo vi cruzando los pasillos supe que sería un problema. Y vaya que lo fue.

La chica seguía insistiendo, y negarme ya se me hizo costumbre. Nunca había dicho "No" tantas veces seguidas. Ni al estúpido de Zeus tuve que negarle tanto.

Pero ella...

Apenas me vio esta mañana, corrió a perseguirme.

—¡Hola Hades! ¿Listo para la foto? Ah, pero primero que nada, buenos días. —Venía animada y con una sonrisa en todo su rostro.

Pero al final, la cansé.

—Arggg, ¿sabes, qué imbécil? Está bien. —Ante el insulto, no pude evitar girarme hacia ella—. Ya me cansé de ti. Eres un egoísta, alzado, arrogante, y muy, muy, ¡muuuuy malo!

Al verla así, no pude evitar sentir un extraño nudo en la garganta. Un ligero recuerdo de ella, asomó a mi mente por tan solo un instante. Pero la vi.

En la misma posición, con aquella postura furiosa y con su inconfundible olor a menta, que me invadía por completo. "Eres malo, Hades..."

No la favorecía nada el hecho de parecerse tanto a ella. Sino al contrario, lo empeoraba.

—¿Ya terminaste? —Era en estos momentos, en los que más quería alejarme de ella. No soportaba verla.

Pero no se calló, al contrario, continuó. Pero yo ya no la escuchaba. Mi mirada viajó hacia esa parejita que venía del lado izquierdo, y con la atención puesta en mí.

Mierda.

Ambos observaban la escena, y murmuraban entre ellos. Eran una melena rubia y otra castaña, que conocía demasiado bien. Y se detuvieron a pocos metros de mí, tomando su precavida distancia.

La molesta chica, pareció darse cuenta de su error, y ahora se tropezaba con sus palabras.

Hermes seguía mirándome, y supe por su gesto que esto iría a oídos de Zeus, ambos se lo harían llegar. Como los perfectos hijos favoritos que son. La diosa de los ojos dorados, parecía esperar expectante mi decisión.

Maldición...

No tuve de otra. Después de todo solo era una foto. Y así también estaría cumpliendo parte de mi apuesta.

—Toma la foto.

Observo de reojo a los infelices, que sonríen victoriosos. Haga lo que haga, esto correrá más rápido y veloz entre todos esos dioses chismosos, que se habrán enterado antes de la llegada del ocaso. Y sí, serán todos... hasta ella.

Pero claro, la chica tenía que salirme con que necesitaba una salida.

Y no. Lo que menos quería era tenerla cerca, como para tener ahora que aguantarla toda una tarde. Por lo que me negué, pero ella siguió insistiendo, como siempre de escandalosa. Y para cuando lo noté, solo Hermes seguía parado ahí, sonriéndome arrogante. Listo para meter sus narices en lo que no le importa.

Mocoso metiche. Ni se te ocurra...

—¡Hey, Hadeeees!

Y lo hizo.

Intenté evitar la salida, pero a diferencia de mis hermanos, yo sí soy un Dios de palabra.

Y ahora, aquí estoy.

HADES | Dioses latentes #1 (PAUSADA POR CORRECIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora