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Alta y esbelta, atractiva, con el pelo corto y rubio, Barbara Robinson irradiaba calidez y simpatía. Brody le pasó un brazo por los hombros e hizo las presentaciones.

—Este es Harry, el cerebro que se oculta tras nuestras campañas publicitarias, y esta es su encantadora esposa, a la que unas veces llama Marie y otras Joss.

—Llamadme Joss, por favor —dijo Joss, mientras estrechaba la mano que le ofrecía Barbara—. Gracias por invitarnos a vuestra casa. Harry y yo estábamos deseando venir.

Harry sintió una oleada de orgullo. Joss sonaba cortés y sincera, dos cualidades que querría en una esposa... si es que quisiera una esposa.

—Vamos al cuarto de estar. Acabo de preparar una limonada. Podemos charlar un rato antes de que os instaléis en vuestro cuarto —Barbara los condujo a un amplio cuarto de estar y señaló el sofá para que se sentaran—. Enseguida vuelvo con los refrescos.

Harry y Joss se sentaron en el sofá y Brody ocupó uno de los sillones que había enfrente.

—¿Habéis atravesado Mustang para venir?

Harry asintió.

—Bonito pueblo.

—Es el mejor pueblo de los Estados Unidos —dijo Brody, con evidente entusiasmo—. Y sus habitantes son la mejor gente del mundo. Llevamos aquí poco tiempo, pero no querríamos vivir en otro sitio —sonriendo, añadió—: Hacéis una pareja estupenda. ¿Cuánto tiempo lleváis casados?

—El mes que viene hará dos años —dijo Joss, Harry asintió, satisfecho.

—Ah, así que os casasteis en verano. Barbara y yo nos casamos en diciembre, en medio de la peor tormenta de nieve de la historia de Montana. Casi me congelo al ir a la iglesia, pero estar con ella me ha mantenido caliente desde entonces.

—Es un tonto sentimental —dijo Barbara mientras entraba con las bebidas. Sonrió cariñosamente a su marido—. Cada vez que nieva se empeña en renovar nuestros votos... y nieva mucho en Montana.

Tras dar a cada uno su vaso de limonada, ocupó el sillón contiguo al de su marido.

—¿Trabajas, Joss?—preguntó.

—Ocuparme de Harry para que pueda concentrar todas sus energías en su negocio es un trabajo de jornada completa —apoyó una mano en el brazo de Harry—. No sé qué haría sin mí.

—Estoy seguro de que él siente lo mismo —dijo Brody.

Harry sonrió, aunque pensaba que Joss se estaba pasando un poco. Dio un sorbo a su limonada, observando a su «esposa» mientras esta charlaba con Barbara.

Ella tenía razón, admitió, finalmente. No sabría qué hacer sin ella. Apenas se fijaba en su secretaría durante el trabajo, pero eso se debía a lo bien que llevaba todo. Estaba totalmente al tanto de sus citas y compromisos, siempre recordaba los nombres de las esposas y los hijos de sus clientes, se ocupaba de comprar tos regalos para sus familiares y amigos en los cumpleaños...

Había tenido media docena de secretarias antes que ella, mujeres atractivas que parecían más interesadas en hacerse las uñas qué en ocuparse de su trabajo. Sí, no sabía qué haría sin Joss, y esperaba no tener que averiguarlo nunca. No necesitaba una esposa, pero, sin duda, necesitaba una buena secretaria.

—Los primeros cinco años son los más difíciles del matrimonio —dijo Brody, distrayendo a Harry de sus pensamientos—. Si superas esos años, la relación se hace más fuerte y duradera —sonrió a su esposa con evidente amor—. Barbara y yo nos estamos preparando para celebrar nuestro digesimo aniversario de boda.

Perfect (Harry Styles & Joss  Samuels) FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora