Harry dejó el tenedor a un lado y apartó el plato.
—Lo siento, Sheila, pero ya te he dicho que esta vez no puede ser. Ya habrá otras fiestas a las que podamos ir.
Sheila dio un sorbo a su vino. Luego dejó la copa en la mesa y alargó una mano para apoyarla sobre la de Harry.
—¿Y qué va a hacer la pequeña Sheila sin su amorcito toda una semana?
Harry odiaba que le hablara como si fuera una niña idiota, y de pronto pensó que había muy pocas cosas de Sheila que realmente le gustaran.
Sin duda, tenía un tipo y un rostro que eran auténtica dinamita, pero también era caprichosa y exigente. Tenían muy poco en común y sospechaba que a Sheila le gustaba él más por su imagen y por el reto que representaba que por otra cosa.
Había llegado el momento de dar por terminado el período de tres semanas que había compartido con aquella atractiva mujer. En cuanto pensó aquello sintió un reconfortante alivio que lo hizo reafirmarse en su decisión.
Se pasó la servilleta por los labios, tratando de encontrar las palabras adecuadas para no herir los sentimientos ni la dignidad de Sheila.
—Eres una mujer preciosa y encantadora, Sheila, y he disfrutado mucho del tiempo que hemos pasado juntos —empezó.
—Me vas a dejar, ¿verdad? —el tono infantil se esfumó por completo de la voz de Sheila, dando paso a otro de auténtica rabia—. No puedo creerlo. Todos mis amigos me lo advirtieron, Harry Styles. Me dijeron que no saliera contigo, que eras un rompecorazones profesional.
—Sheila...
—Tú espera, Harry —interrumpió Sheila, dedicándote una mirada fulgurante a la vez que se levantaba de la mesa—. Uno de estos días vas a entregarle tu corazón a alguna mujer. Vas a quererla más que a nada en el mundo, y espero que te lo arranque y lo haga pedacitos —tras aquellas palabras, dio media vuelta y se marchó del restaurante.
Harry reprimió una oleada de arrepentimiento mientras contemplaba el sexy balanceo del trasero de Sheila mientras se alejaba. Probablemente, habría sido una buena amante, pero no había llegado a comprobar su pericia en aquella faceta.
Aunque ella le había dado los indicios necesarios todas las noches que habían salido, él no había respondido. Sabía que Sheila habría interpretado el hecho de que se acostaran como un preludio al anillo de compromiso, y eso era lo último que quería. Además, le costaba imaginarse a sí mismo haciendo el amor con una mujer que hablaba como una niña.
Lamentaba haber herido sus sentimientos, aunque sabía que Sheila estaría bien, con él o sin él. Era una de esas mujeres que siempre tendría un hombre a su lado. Al igual que él, era una superviviente en el juego de las relaciones.
Apartando a un lado cualquier resto de remordimientos, hizo una seña al camarero para que le llevara la cuenta.
—Adiós, Sheila —murmuró para sí, sabiendo que había hecho bien rompiendo con ella esa noche. A fin de cuentas, al día siguiente iba a ser un hombre «casado».
Mientras esperaba al camarero, pensó en su secretaria, la mujer que iba a interpretar el papel de su esposa. Joss era exactamente la clase de mujer que le parecería bien a Brody. Sencilla y tranquila, consciente de sus deberes y eficiente, tenía todas las cualidades de una esposa tradicional. Y, sobre todo, no suponía ninguna amenaza para su soltería.
Sonrió al pensar en las palabras con que se había despedido Sheila. Esperaba que alguna mujer le rompiera el corazón. Rió en alto al pensar en ello. El día que permitiera que una mujer entrara en su corazón sería el mismo que besaría el feo rostro de Brody Robinson. Y eso no sucedería mientras viviera.
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—¡Para, Liam! -trató de mirar a su hermano con expresión severa, pero rompió a reír mientras este sostenía el cepillo del pelo en alto, por encima de su cabeza—. Vamos, necesito cepillarme antes de que venga el señor Styles.
Liam se puso a bailar alrededor de ella y acabó tras la mesa de la cocina, con una amplia sonrisa en su rostro delgado.
A los diecinueve años, Liam era aún un joven alto y desgarbado, con un travieso sentido del humor que a veces volvía loca a Joss
—¿Por qué iba a dártelo? Seguro que vas a sujetarte el pelo atrás con uno de esos pasadores tan feos.
—Mis pasadores no son feos, ¡y mi jefe va a llegar en cualquier momento! — Joss rodeó la mesa, golpeó a su hermano juguetonamente en el pecho y volvió a reír cuando este la abrazó como un oso.
Cuánto quería a su hermano... pensó mientras luchaba por librarse de su abrazo. Aunque Liam ya no era ningún bebé, aún lo adoraba.
Su padre los abandonó cuando su madre estaba embarazada de Liam. Poco después del nacimiento de este, su madre se puso mala del corazón y fue Joss la que se ocupó de criarlo. El resultado fue un amoroso e intenso lazo de unión entre los dos hermanos.
El timbre de la puerta sonó en ese momento y Joss se quedó petrificada. Mientras oía que su madre iba a abrir, luchó por librarse del abrazo de su hermano.
—Si no me sueltas ahora mismo, voy a... voy a...
Liam rió.
—¿Qué vas a hacer? Soy demasiado grande como para que me des unos azotes en el trasero —la soltó justo cuando Harry Styles entraba en la cocina
—Buenos días —saludó Harry, alzando una ceja con gesto de sorpresa.
Joss sintió las mejillas totalmente acaloradas mientras tomaba el cepillo de la mano de Liam y se apartaba el pelo del rostro.
—Buenos días —contestó—. Yo... estaré lista en un momento. Liam, ¿por qué no sirves una taza de café al señor Styles?
—Yo me ocuparé del señor Styles. Tú ve a terminar de prepararte —dijo Janette Samuels mientras entraba en la cocina.
Joss dedicó a su madre una sonrisa de gratitud y luego corrió a su dormitorio, donde la aguardaba el equipaje, ya preparado.
Se cepilló rápidamente el pelo hacia atrás y se lo sujetó en la nuca con un amplio pasador. No quería entretenerse más. No quería que su madre se pusiera a interrogar a su jefe sobre su «viaje de negocios».
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Perfect (Harry Styles & Joss Samuels) Finalizada
Fanfiction-Necesito una esposa. Joss Samuels miro a su jefe para ver si habia oido mal ¿Disculpe?... Bueno aqui les traigo la ultima parte de la serie One Direction 5/5 Tambien subi una de Josh para que disfruten!