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—Puedo asegurarte que yo jamás pienso en mi boda.

Joss sonrió irónicamente.

—Y yo puedo asegurarte que no me sorprende. Tienes el corazón de un soltero empedernido —dudó un momento, mirando a Harry con curiosidad—. Ni siquiera estoy segura de que puedas interpretar el papel de un hombre casado durante toda una semana.

Harry alzó una de sus cejas oscuras y sus ojos destellaron, desafiantes.

—No me subestimes, Joss. Has trabajado conmigo el tiempo suficiente como para saber que soy implacable en lo referente a conseguir lo que quiero o necesito, y necesito que Brody crea que soy un v hombre felizmente casado. Te aseguro que sabré interpretar mi papel. ¿Estás segura tú de poder interpretar el tuyo?

Joss sonrió, segura de sí misma.

—Después del tiempo que llevo trabajando para ti, ya deberías saber que soy muy eficiente. Si necesitas que me comporte como una esposa, eso es exactamente lo que haré.

Harry rió, y su grave y desafiante risa resonó en los oídos de Joss, haciendo que se le encogiera el corazón.

—Tengo la sensación de que vamos a pasar una semana muy interesante.

Joss sintió que todo su cuerpo se acaloraba al oír aquello, y en ese momento supo que había cometido un gran error aceptando tomar parte en aquella locura.

Durante la siguiente hora se dedicaron a inventar su vida juntos. Decidieron que habían pasado la luna de miel en el Caribe, que solían ir de vacaciones a Nueva York y que pasaban casi todos los viernes por la tarde jugando a las cartas con otras parejas de amigos. Cuando sintieron que todo había quedado claro, se quedaron en silencio.

Al cabo de un rato, Joss apoyó la cabeza contra la ventanilla y se quedó medio dormida. Harry aprovechó la oportunidad para observarla.

Lo había sorprendido. Cuando había llegado a su casa para recogerla y la había visto en brazos de su hermano, con el pelo rizado y suelto flotando en torno a sus hombros, había sido como ver a una desconocida.

¿Había tenido el pelo siempre tan largo, fuerte y brillante? ¿Por qué no se había fijado nunca en ello?

Pero no era el pelo lo único que le había llamado la atención. Mientras hablaban en el coche, Joss lo había sorprendido con su ironía, su humor y unas agallas de las que nunca había hecho gala en el trabajo.

La miró de nuevo, fijándose rápidamente en sus rasgos. No podía decirse que fuera una belleza. De hecho, ni siquiera era bonita. Tenía el pelo de un tono rubio oscuro bastante normal, y lo llevaba sujeto detrás de la cabeza con un pasador, como siempre. La barbilla era demasiado afilada, y la nariz, un poco larga. En una época en que los labios carnosos estaban de moda, los suyos resultaban un tanto delgados.

Volvió a fijarse en la carretera, agradeciendo no sentirse físicamente atraído por ella. La semana que los aguardaba habría sido un infierno si Joss hubiera sido una belleza.

Se felicitó a sí mismo por su inspirada elección. Pedirle a su sencilla secretaria que interpretara el papel de su esposa había sido una idea genial. No existía la posibilidad de que alguno de los dos se tomara el juego demasiado en serio.

Cuando se hallaban a pocas millas de Mustang, Joss abrió los ojos.

—Hola, dormilona —saludó Harry—. Llegaremos en diez minutos.

Joss se incorporó en el asiento.

—Oh, lo siento. No tema intención de quedarme dormida —se llevó las manos al pelo en un gesto de timidez—. Viajar en coche siempre me produce este efecto.

Perfect (Harry Styles & Joss  Samuels) FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora