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Caminó rápidamente hasta la cafetería en la que solía almorzar. Ocupó su taburete habitual junto al mostrador y pidió un desayuno completo, aunque lo último que le apetecía en aquellos momentos era comer.

 Ocupó su taburete habitual junto al mostrador y pidió un desayuno completo, aunque lo último que le apetecía en aquellos momentos era comer

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Mientras esperaba a que le sirvieran la comida dio un sorbo a su café, preguntándose por qué habría sido tan cruel con ella el destino. Solo había amado a tres hombres en su vida: a su hermano, a su padre... y a Harry.

Aunque ella hubiera sido Atila, sabía que Liam la habría querido. Prácticamente lo había criado. Entre ella y su hermano había un lazo que nadie podría romper nunca.

Pero cuando su padre los abandonó se quedó totalmente destrozada. Él era su héroe, el hombre más importante de su vida, y nunca comprendería cómo podía haberlos dejado con tanta facilidad.

Pensándolo mejor, se dio cuenta de que Harry y su padre tenían mucho en común. Su padre era un hom¬bre muy atractivo, capaz de ganarse a cualquiera. Y también era ambicioso, como Harry. En su profesión de vendedor de seguros, no tenía competidor.

Cuando se fue, se llevó consigo la mitad del corazón de Joss. Y Harry le había robado la otra mitad, dejando en su pecho tan solo un vacío.

Harry le había dicho a Joss que la quería y ella se había ido a almorzar. Pero lo absurdo de la situación no lo hizo reír.

Se sentó en su silla y apoyó pesadamente la es¬palda contra el respaldo. Sabía que había hecho mal engañando a Brody y a Barbara, y a las otras parejas, en Mustang. Lo sabía, y sin embargo lo había hecho, y estaba pagando el precio por ello.

Después de haber estado mintiendo ante Joss sin pestañear, ¿cómo iba a convencerla de que la quería de verdad? ¿Cómo iba a recuperar su credibilidad ante ella después de haberla sacrificado en beneficio de su negocio?

Tenía que hacer algo. No podía quedarse allí sentado sin hacer nada.

A almorzar. Joss se había ido a almorzar. La encontraría, proclamaría su amor una y otra vez, hasta que lo creyera.

No podía admitir que ella no lo quisiera, aunque solo fuera un poco. Habían compartido demasiados momentos íntimos como para creer que era completamente indiferente. Él la había besado, pero ella le había correspondido. Sin duda, lo había besado porque sentía algo por él.

Con renovada confianza, salió de la oficina. Pero, una vez fuera, frunció el ceño, confundido. Joss había sido su secretaria durante dos años y él ni siquiera sabía dónde solía ir a almorzar.

¿Habría ido en coche o andando? A la izquierda del edificio había varios restaurantes de comida rápida. A la derecha, un restaurante normal y otro italiano.

El restaurante normal, decidió. Caminó rápidamente por la acera, con el corazón latiéndole de anticipación. Tenía que hacerle comprender. De algún modo, tenía que conseguir que lo creyera.

Entró en el restaurante y miró a su alrededor. Su corazón latió aún más deprisa al ver a Joss junto a la barra. Por un momento permaneció donde estaba, mirándola.

¿Cómo era posible que hubiera tardado tanto en fijarse en ella? Una semana antes no habría sido capaz de recordar sus rasgos, y en aquel instante sería incapaz de olvidar nada de ella. ¿En qué había estado pensando aquellos dos últimos años?

Joss estaba mirando su plato, moviendo la comida de un lado a otro con el tenedor. Harry se fijó en la elegante curva de su cuello, en la recatada posición de sus piernas. Su corazón se llenó de ternura, una ternura que nunca había sentido.

Cuando el hombre que estaba sentado junto a ella se levantó, Harry ocupó el taburete.

—Joss —dijo.

Ella lo miró con expresión de incredulidad.

—No puedo creerlo. ¿Qué haces aquí?

—Me gusta comer con la mujer a la que amo —replicó Harry, disfrutando con el rubor que cubrió las mejillas de Joss—. ¿Sabes lo a menudo que te ruborizas y lo encantador que resulta?

—Estás loco —replicó ella—. Has perdido por completo la cabeza.

—No estoy loco, estoy enamorado —dijo Harry, y a continuación giró en el asiento para encarar a los demás comensales—. ¡Estoy enamorado! —gritó, sorprendiendo a los clientes—. Estoy enamorado de esta mujer y ella no quiere darme la más mínima oportunidad.

—Si tú no lo quieres, querida, yo me lo quedo —bromeó una mujer mayor, guiñando un ojo a Harry.

—Vamos, dale al menos una oportunidad —dijo un hombre que estaba sentado a la barra.

Joss bajó de su asiento y corrió hacia la puerta.

—¡Eh! —exclamó la camarera—. ¡Aún no me ha pagado!

Harry sacó un par de billetes de su chaqueta, los dejó sobre el mostrador y corrió tras Joss.

—¡Espera!

No podía creer lo rápido que se había movido. Tuvo que correr a toda velocidad para alcanzarla.

—Joss... por favor —la tomó por el brazo. Ella se liberó de un tirón y luego se volvió hacia él.

—No sé por qué estás jugando a esto, Harry, pero no va a funcionar —él vio el brillo de las lágrimas en sus ojos y lamentó de inmediato sus impulsivos actos.

—Lo siento si te he avergonzado —dijo, suavemente—. He pensado que tal vez me creerías si lo decía en alto y delante de otras personas.

Perfect (Harry Styles & Joss  Samuels) FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora