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Pero era imposible identificar un momento concreto. El amor había llegado con las risas, con el respeto, a pesar de sus diferencias. El amor había superado las barreras, había abrazado las similitudes hasta convertirse en algo demasiado grande como para no prestarle atención.

No supo con exactitud cuándo se quedó dormido Harry. Dio vueltas y se movió al menos durante una hora, hasta que por fin se quedó quieto, respirando profunda y acompasadamente.

Cuando creyó que estaba dormido, se volvió para mirar el rostro del hombre al que amaba. Aquella misma tarde lo había acariciado con sus dedos, y estos conservaban la memoria sensorial de sus mejillas, de sus ojos, de la suave curva de sus labios. Su cabeza estaba llena de recuerdos de sus rasgos, riendo, pensativo, avergonzado, tierno...

Se tumbó de espaldas y apoyó una mano en el vientre. Cuánto le gustaría llevar dentro a su hijo, al pequeño Harry Júnior, o a Summer. Qué maravilloso sería llevar en su interior una semilla de amor que floreciera en un bebé.

Suspirando profundamente, volvió a tumbarse de costado. Miró la pared hasta que las luces del amanecer comenzaron a entrar por la ventana. No quiso dormirse. No quería que su cuerpo tuviera la oportunidad de acabar de nuevo entre los brazos de Harry.

Cuando, poco después, sintió que él empezaba a moverse, simuló estar dormida. A pesar de estar de espaldas a él, notó que la miraba. Al cabo de un rato, Harry se levantó de la cama y entró en el baño.

Joss tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para no romper a llorar de nuevo. Trató de convencerse de que Harry no se merecía sus lágrimas, de que era una persona obstinada, egoísta, engreída... todo lo que ella no querría en un hombre. Pero sabía que todo aquello no era cierto. Harry era un hombre seguro, seguro del hombre que era, y con una maravillosa capacidad para reírse de sí mismo.

Frotándose una vez más los ojos, supo lo que debía hacer, que no había otra alternativa. Esperó hasta después de desayunar, hasta después de despedirse de las demás parejas y de Brody y Barbara.

Esperó hasta que, varias horas más tarde, después de haber comido en el camino, se hallaban a solo unos kilómetros de Great Falls y ya no había forma de dilatar el asunto.

—Harry —empezó, esperando que él no captara la emoción de su corazón en el brillo de sus ojos.

Él le dedicó una rápida sonrisa.

—¿Sí?

Aquella sonrisa atravesó a Joss, intensificando su dolor, pero también su determinación.

Respiró profundamente.

—Quiero avisarte con las dos semanas de antelación estipuladas por la ley —dijo—. Voy a dejar de trabajar para ti.

Harry pisó el freno, haciendo que el conductor que circulaba tras él tocara el claxon varias veces, irritado.

—¿Qué? —no debía de haber oído bien. Joss no podía haber dicho lo que creía que había dicho.

—Dejo mí trabajo y te aviso con dos semanas de antelación —repitió ella.

—¿De qué estás hablando? —preguntó Harry, tratando de concentrarse en la conducción y mirándola al mismo tiempo. Finalmente, decidió que no podía hacer ambas cosas. Giró el volante y detuvo el coche en el arcén.

La miró un momento, deseando que retirara sus palabras, pero ella le sostuvo la mirada con gesto desafiante.

—¿A qué viene esto, Joss?

—No viene a nada —protestó ella—. Llevo ya un tiempo pensando en ello.

—¿Es por lo de anoche? —Harry vio que Joss se ruborizaba—. Es por eso, ¿verdad? —golpeó el volante con la palma de la mano—. Ya te dije que lo sentía, que no debería haber sucedido. Cometí un terrible error. Lo reconozco.

—Esto no tiene nada que ver con lo que sucedió anoche —replicó Joss—. Qué pretencioso por tu parte asumir que tiene algo que ver con eso —añadió, secamente.

—Entonces, ¿por qué? —Harry se pasó una mano por el pelo y la miró sin ocultar su ansiedad. No po¬día estar hablando en serio. Tal vez Joss tuviera un sentido del humor retorcido del que no había hecho gala hasta ese momento.

Ella suspiró y miró por la ventana un momento. Luego se volvió hacia él.

—Estoy cansada de trabajar para ti, Harry. Estoy cansada de encargarte la comida, de recogerte la ropa de la tintorería. Estoy cansada de comprar el regalo de cumpleaños de tu padre y de enviar flores a tu mujer del momento. Cuando me contrataste no me dijiste que sería una mezcla de madre, secretaria y esposa. Dijiste que tendría la oportunidad de aprender.

—Todo será distinto cuando volvamos —dijo Harry, desesperado. Tenía que hacerle cambiar de opinión. Debía lograrlo a toda costa—. Te dije que las cosas cambiarían, y así será —no podía imaginar la oficina sin ella. Era ella quien conseguía que todo marchara como era debido—. Te juro que cambiarán. Conseguiré a otra persona para que se ocupe de parte de lo que hacías hasta ahora. Así tendrás más tiempo para centrarte en otras cosas.

—No te creo.

—¿Qué quieres decir con que no me crees? —preguntó Harry, incrédulo—. ¿Por qué no ibas a creerme?

Joss suspiró.

—Acabas de pasar una semana mintiéndole a la gente sobre nuestra relación. He tenido siete días para comprobar lo buen mentiroso que eres.

—Eso es diferente. Ahora no te estoy mintiendo—protestó Harry, sintiendo un creciente pánico que le hizo alzar la voz más de lo normal.

—El caso es que ya no quiero trabajar más para ti —le espetó Joss, alzando igualmente el tono.

Harry respiró profundamente, tratando de calmarse, luchando contra el pánico que amenazaba con apoderarse de él. Por la expresión de Joss, sabía que estaba totalmente decidida. También sabía que no tenía sentido discutir con ella... al menos allí y en aquel momento.

—Solo aceptaré tu dimisión si me la presentas por escrito el lunes por la mañana en la oficina —dijo, finalmente.

—Bien —replicó ella, y volvió a mirar por la ventanilla.

Harry la miró, buscando en su mente alguna forma de hacerle cambiar de opinión. No era posible. Joss era la mejor secretaria que había tenido. No estaba dispuesto a perderla tan fácilmente. Volvió a arrancar el coche y se reincorporó al tráfico de la autopista.

Pocos minutos después detenía el coche frente a la casa de Joss.

Perfect (Harry Styles & Joss  Samuels) FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora