-Necesito una esposa.
Joss Samuels miro a su jefe para ver si habia oido mal
¿Disculpe?...
Bueno aqui les traigo la ultima parte de la serie One Direction 5/5
Tambien subi una de Josh para que disfruten!
—De acuerdo —asintió, finalmente—. Te dejaré trabajar tranquila y no volveré a decirte que te quiero durante el resto del día —la expresión de Joss mostró un evidente alivio mientras él abría la puerta de la oficina—. Pero sólo por hoy —añadió—. No puedo garantizarte nada respecto a mañana.
Y mantuvo su promesa durante el resto del día. Después de la semana que habían estado fuera, tenía mucho trabajo pendiente en la oficina y pasó largo rato devolviendo algunas llamadas.
Poco después del mediodía, Joss lo llamó por el intercomunicador para decirle que tenía una lla¬mada de Sheila. En lugar de responder en su despacho, Harry salió y tomó el teléfono de Joss.
—¿Ha echado de menos mi pequeño Harry a su dulce Sheila? —preguntó Sheila con voz de niña desde el otro lado de la línea.
—Quiero que seas la primera en saberlo, Sheila. En la semana pasada me ha sucedido algo increíble —Harry mantuvo la mirada fija en Joss—. Me he enamorado perdidamente de una mujer maravillosa —los ojos de Joss se abrieron de par en par a la vez que Sheila colgaba de golpe—. ¿Hola? ¿Hola? —Harry colgó el teléfono
—. Hmm, parece que no le apetecía hablar de ello.
Joss volvió a descolgar el teléfono y se lo alcanzó.
—Llámala —dijo, frenética—. No puedo creer lo que acabas de hacer. Llámala y dile que ha sido una broma.
Harry tomó el auricular y volvió a dejarlo sobre el aparato.
—No pienso hacerlo. No ha sido una broma —la miró un momento, queriendo decirle más, pero recordó su promesa. Sin añadir nada más, se volvió y entró en su despacho.
Mientras se sentaba ante el escritorio, recordó lo que Sheila le había dicho la última vez que se vieron.
Profetizó que uno de aquellos días iba a entre¬garle su corazón a una mujer que lo rompería en pedazos, o algo parecido.
¿Le habría lanzado una maldición? ¿Sería Joss esa mujer?
Cerró los ojos, recordando el dulce sabor de sus besos, la música de su risa. ¿Cómo podía convencerla de que su amor era cierto, y no solo una ma¬quinación para conseguir que se quedara?
Cuando una mujer había sido testigo de que uno era capaz de mentir sin inmutarse, ¿cómo convencerla de que estaba diciéndole la verdad? Por desgracia, no tenía la respuesta a aquella pregunta.
—¿Señor Styles? —la voz de Joss llegó a través del intercomunicador—. Jess Maxwell ha venido a verlo.
Jess Maxwell. Un cliente en potencia. Harry apretó el botón del intercomunicador.
—Hazlo pasar. Y haz el favor de concertar algunas citas para entrevistar a otras posibles secretarias.
Sonrió, satisfecho. Tal vez, el camino para lograr que Joss comprendiera que lo que pretendía no era conservarla como secretaria era contratar otra. Así no podría acusarlo de estar utilizando su amor para conservarla.
La puerta de su oficina se abrió, dando paso a un hombre joven y elegantemente vestido.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Jess Maxwell
—Me alegro de verlo, señor Maxwell —dijo Harry, levantándose para estrechar su mano.
Durante las siguientes dos horas, Harry y Jess Maxwell hablaron de negocios. Cuando terminaron, Harry tenía un nuevo cliente. Tras acompañarlo hasta la salida, se detuvo ante el escritorio de Joss y le entregó una carpeta.
—¿Qué es esto? —preguntó ella con cautela.
—Los detalles del asunto Maxwell. Acabo de captarlo como cliente y Jess Maxwell tiene mucho dinero y ganas de gastarlo en una buena campaña publicitaria.
—¿Y qué se supone que tengo que hacer al respecto?
—Llévate la carpeta a casa y trabaja en algunas ideas. Dijiste que querías verte más implicada en el proceso creativo. Esta es tu oportunidad.
Joss frunció el ceño.
—Esto no va cambiar nada, Harry —dijo, sin mirarlo—. Voy a irme, y nada me hará cambiar de opinión.
Harry sintió que su estómago se encogía. ¿Sería realmente posible que a Joss no le hubiera afectado la semana que acababan de pasar juntos? ¿No había sentido la magia que surgía entre ellos cuando se besaban y acariciaban?
Le había hecho una promesa. No volvería a decirle que la amaba. Pero no le había prometido no tocarla.
Alargó una mano y la tomó por la barbilla, obligándola con firme delicadeza a mirarlo. Y por un instante percibió en su mirada un destello que le dio esperanza, una emoción que ella ocultó rápidamente apartándose de él y poniéndose en pie.
—Me voy a casa —Joss tomó su bolso y la carpeta—. Trabajaré en algunas ideas esta tarde y las traeré mañana por la mañana —dijo, sin mirarlo—. También he organizado tres entrevistas para mañana por la mañana con posibles secretarias —se acercó a la puerta—. Hasta mañana.
Harry asintió.
—Joss —ella se detuvo con la mano en el pomo de la puerta y volvió la cabeza—. No pienso renunciar —dijo Harry, con suavidad, pero también con firmeza.
Joss se ruborizó intensamente antes de salir.
Harry se quedó mirando la puerta, pensando frenéticamente que debía haber algún modo de convencerla de que su amor era verdadero. Amar a Joss era lo primero que hacía bien en mucho tiempo.
Regalarle las rosas había sido una estupidez. Durante aquellos dos años le había encargado tantas veces que enviara ramos a otras mujeres que debería haber imaginado que con ello no lograría nada. Joss era una mujer muy especial, y debía pensar en algo especial para consquistar su corazón.