Capítulo 17

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Micaela

El dolor que transmitía en su mirada me hizo sentir mal pero así es la vida, ¿no? Aprendes a sufrir o te aseguro que lo harás tarde o temprano.

----Será mejor que te vayas----. Acercándome a Marcos, traté de sonreír.---- Voy a estar muy ocupada----. Dirigiéndole una última mirada, Sebastián terminó retirándose con las rosas. Seguramente se las daría a dar a Sara ya que no había caído en su juego.

----¿Estás bien?

----Sí, sólo que no espera que… que apareciera, y fuera tan…

----¿Posesivo y celoso?

----No entiendo qué gana con todo esto…- Dije entrando al departamento----¡Él se va a casar!----.

----Realmente no lo sé, pero ten cuidado. No dejes que él maneje tu vida, no dejes que nos separe. Por cierto, ¿va en serio lo de ser novios o fue  todo una farsa?

----Vos sabés que  no te quiero dar falsas esperanzas, y sé que comenzar una relación con este problema sería ser una persona falsa. Yo lo quiero y eso no lo puedo cambiar.

----A veces el corazón debe aceptar lo que tiene a su mano. Por ejemplo, a mí----. Negando con la cabeza, pensé en cuántas veces él me había pedido salir. Había perdido la cuenta ya. Y aunque no había aceptado ninguna de ella, sabía que él jamás me trataría como Sebastián y a diferencia de él, me amaría solamente a mí pero a pesar de ello, uno no podía de quién estar enamorado.

----¿Te gustaría ver alguna película conmigo?----.Pregunté de repente, tratando de cambiar de tema.

----Me encantaría. Y por cierto, estas flores son para ti. Aunque por lo que escuché, no te gustan las rosas.

----Era mentira. Me gustan las rosas pero solo que no quise aceptar las de él. Seguramente ahora ya estarán en manos de Sara, la arpía N° 1.

---Entonces, estuvo bien que no aceptaras. Tal vez tenían veneno, ya sabes.... lo típico para una persona de su porte----.  Riendo ante sus palabras, caminé hacia la cocina donde tomé un jarrón y llenándolo de agua, coloqué luego las rosas que eran preciosas y por su textura parecían caras.

----¿Te gustan las palomitas de maíz?----. Pregunté, tomando una bolsa de ellas y colocándolas en el microondas.

----Claro, ¿A quién no?----.Sonrió, mientras buscaba alguna película en la tv. Una vez que las palomitas estuvieron preparadas, les coloqué algo de azúcar y las llevé.

----Bien. ¿Qué has elegido?

----Una de zombis.

Odiaba las películas de terror. ¿Acaso no podían dejar que las personas como yo sean felices? No tenía sentido crear películas así, ¿Se imaginan lo que uno puede llegar a pensar? ¿Y si se hace realidad? Bueno, quizás no, pero… Quién sabe.

----Si tienes miedo, puedes abrazarme. Al fin y al cabo he venido para eso----. Guiñándome un ojo, puso toda su atención en la  película. Más tarde, a regañadientes, también lo hice.

Sebastián

----¿Cómo se atreve a rechazarme?----. Grité tirando las flores al suelo.----Y encima, ¡por eso tipo que solo quiere aprovecharse de ella!----.

----Quizás ese “tipo” no esté comprometido y no la insultó, cuando regresó con su hermano-  Contestó Sandy, intentado recoger las rosas sanas que yacían desparramadas en el suelo. Se preguntarán ¿Quién es Sandy, no? En el tiempo que  Micaela estuvo prácticamente desaparecida, él, quien ahora considero un amigo, llegó a instalarse  a un departamento, que cabe decir que está pegado al de Mica y Erick. ¡Qué suertudo!
Volviendo a mi gran problema, él sabe de principio a fin mi trágica vida amorosa y aunque es muy sincero, a veces llega a ser bastante pesado o molestoso como ahora.

----Dime algo que no sepa.

----¿Cómo que Mica acepto las rosas de Marcos y no las tuyas?----. Como si se tratase de una carrera, prácticamente corrí hacia donde se encontraba Sandy. Pegando mi cara en la pared, pude escuchar la voz de Marcos, la persona que más odio en este mundo.

“Si tienes miedo, puedes abrazarme”… Al fin y al cabo vine para eso”

----Te conviene mantener las manos lejos de ella----.Susurré, con demasiada ganas de pegar la pared o tal vez pegarle su linda cara.

----Iré a preparar algo de café. Y por cierto, así como los puedes escuchar, ellos también lo pueden hacer. No hagas demasiado quilombo.

Y así pasé la tarde, escuchando sus risas y prácticamente tragándome las ganas de ir y  llevarla lejos para que Marcos, no pudiera abrazarla. Sí, hasta había contado las veces que él la había abrazado.

“Gracias por pasar la tarde conmigo, fue genial”

¡Claro que fue genial, Micaela! ¡Te pasaste abrazado a él! ¡Y él ni rechistó! Y yo me la pasé pegado a una pared con el cuello duro y sin siquiera disfrutar de la película y de sus estúpidos abrazos.

“Si quieres, me puedo quedar”

----¡No, eso sí que no!----. Golpeando inconscientemente la pared, me arrepentí.

“¿Qué fue eso? Parece que es el vecino. Será mejor ir a ver qué sucede.” La gran madre que te dio a luz. ¡Maldita sea, Marcos!
Corriendo hacia la habitación de Sandy, caí sobre el borde de la cama, golpeándome la cabeza.---- ¡Bendita madera, del gran árbol noble que crece, de la más maravillosa naturaleza!----.

----Oye, deberías ser poeta. ¿Qué sucede que interrumpes mis sueños?

----Ellos viene hacia acá. ¡Por favor, sálvame!----. El timbre de su departamento hizo que me pusiera más nervioso aún. ¡No querían que me descubrieran y menos ella!

----¿Y qué gano yo con todo esto?

----¿No te basta con mi amistad?

----No lo malinterpretes, estimo tu amistad, pero...----. Ese “pero” no era nada bueno. Por segunda vez, el timbre sonó.

----Vaya que son insistentes. Hagamos un trato. Si tú me dejas usar tu convertible rojo por una semana, te saco de este apuro.

----¿Mi qué? ¡No, me niego!

----Entonces, ve y atiéndelos. Seguramente estarán encantados de saber que fuiste vos quien estuvo escuchándolos a través de la pared.

----Está bien, una semana y sin ningún rasguños o lo lamentarás----. Entrecerrado los ojos, saqué de mi bolsillo la llave y a regañadientes, se las entregué. El timbre volvió a sonar, ahora por tercera vez.

----Bien, cumpliré mi parte----.  Levantándose, se dirigió hacia la sala. Cerrando la puerta de su habitación, pegué mi oído a esta.

----¡Qué tal, vecinos!----. ¿Podrías saludar más sarcásticamente? Lo regañé mentalmente.

----Disculpe, pero oímos ruidos de su departamento y queremos saber si todo está bien.

----¿Ruidos de mi departamento?

----Sí, se escuchó un ruido muy fuerte sobre la pared.

----¡Ahh! Disculpen, es que era mi nuevo perro. Es un poco loco y le gusta pegar su oreja a la pared y golpearse la cabeza.

¡Te mataré, te cortaré en pedacitos y te arrojaré a los tiburores, Sandy! Exclamé mentalmente.

----Lamentamos interrumpirlo. Hasta luego----. Dijo Micaela.

----No hay problema, gracias por preocuparse----. Escuchando que había cerrado la puerta, salí de mi escondite con la idea de estrangularlo.

----¡Eres un maldito infeliz!

----Por cierto, deberías darle…- La puerta se abrió para que ella se de mi presencia.----¿Qué haces aquí----.

Mi último baileDonde viven las historias. Descúbrelo ahora