Micaela
----¡Otra vez no!----.Exclamé un poco fastidiada al ver cómo algunos fotógrafos "encubiertos" me tomaban fotos. Entrando al edificio, mi día empeoró más de lo pensaba. Sara venía en mi dirección con su estúpida sonrisa falsa.
----Hola, Mica... Molina----. Dijo para mirar mi ropa que consistía en unos jeans azules ajustados y una camisa gris con zapatos de tacón. Sí, había aprendido finalmente a caminar con ellos y me sentía orgullosa por haberlo logrado.----Qué lindo zapatos, son de marcapor lo que veo----.
----Así es. Me los regaló mi hermano----. Buscando mi celular, busqué una salida. No me apetecía hablar con ella luego de lo que pasó con Erick y Sebastián----Debo irme. Nos vemos luego----. Caminando a paso apresurado, llegué al ascensor. Al cerrarse sus puertas, perdí de vista a la arpía N° 1 (así le apodaba Marcos). Riendo ante tal pensamiento, suspiré. No solo debía acostumbrarme a la inesperada fama que había adquirido de mi famoso hermano sino que también debía comportarme como una Molina. Si hacia algo mal, el mayor peso, luego recaería sobre mi hermano, sobre nuestro apellido y era lo que menos quería. Gracias al cielo, los fotógrafos no lograron tomar fotos de la trompada que Erick le proporcionó a Sebastián, sino eso sería el chisme del año, o del siglo, sin exagerar.
"La reciente hermana encontrada de Erick Molina ya ha dado de qué hablar. Existen ciertos rumores de que ella está en busca de una relación con el joven y talentoso Sebastián Galli, que actualmente está comprometido con su novia Sara. Su hermano al enterarse de esta situación, lo golpeó"
Sacando de mi cabeza aquella idea que ojalá no se hiciera realidad, negué con la cabeza al pensar en la vergüenza que ambos pasaríamos. Y más por la gente que sacaría sus conjeturas sin tomar en cuenta de quién estaban hablando. El mundo de la fama, por lo que he aprendido, es así. Más drama, peor tu reputación.
Abriéndose las puertas del ascensor, caminé sin apuro, hacia el departamento que compartía con mi hermano. ¿Quién iba a pensar? Erick, mi hermano. ¿Algo loco, no?
Colocando la llave, la giré dos veces y empujando suavemente el picaporte hacia abajo logré entrar.----¡Ya llegué!----. Exclamé colocando mis pertenencias en el pequeño armario, que se encontraba a mi izquierda, al lado de la puerta de entrada.
----¡Mica! ¿Ya llegaste?- Inquirió desde la cocina por lo que podía oír.
----¡No! ¡Soy su espíritu, tonto!
----¡Qué chistosa me salió mi hermana! Mejor ven ayudarme porque en cualquier momento prendo fuego a esta cocina. Como siempre, se empeñaba en cocinar pero esa no era su fuerte ni mucho menos su talento.
----¿Qué tienes pensado hacer hoy, respetado chef?¿Acaso piensa deleitarnos hoy con pollo quemado? O tal vez ¿huevos semi-cocidos? O ¿ensalada con demasiado sal?----.
La lista era larga, pero sin embargo, esos fueron las comidas que peor le cayeron a mi querido estómago.----Realmente no, señorita Molina. Solo quería probar hacer una tortilla de papa.
----¿Sabés que la tortilla lleva huevos? Además de papa y verduras...
----Sí, lo sé. Por eso te llamé. Quiero que me enseñes a hacerla----. Dudando por un momento, pensé en las consecuencias. Si no terminábamos en el baño descompuestos, íbamos directo al hospital con una intoxicación de aquellas.
----Está bien. ¡Hagámoslo!----. Ayudándole a pelar papas, comenzamos a cocinar. Luego de varios segundos, finalmente, logramos nuestro cometido.
Almorzando tranquilamente y devoramos con ganas nuestra comida, que esta rica y sobre todo bien cocinada.----¿Qué vas hacer por la tarde?----. Pregunté, tomando un sorbo de jugo de naranja.
----Debo reunirme con mi jefe ya que tengo que firmar mi nuevo contrato como jurado en el Bailando 2018----.
----¿Te eligieron como jurado? ¿Y lo dices así como si nada? ¡Felicidades!----. Exclamé feliz por su gran logro.
----Gracias. Espero que pronto te llamen a vos. Serías muy buena dando tu opinión.
----Para eso falta mucho, Erick. Vos ya tenés una carrera hecha y yo en cambio, recién empiezo.
----Pero me tienes a favor a mí. Y en mi tiempo, yo no contaba con ese apoyo.
----No pienso ganar fama a expensas tuyas. Quiero lograrlo por mí misma.
----Y así lo harás porque yo como tu hermano te ayudaré a elegir el camino correcto, además de abrirte ciertas puertas para que ganes un poco de vuelo.
----Agradezco tu ayuda, Erick.
Limpiando los platos, este aprovechó a tomar una ducha antes de irse.
----Y bueno, parece que hoy vamos a estar sólo vos y yo----. Contesté al querido plasma sin vida delante de mis ojos----Espero que haya buenas películas----. Poco despúes, Erick se despidió y me repitió una y otra vez que me cuidara y que lo llamara por cualquier emergencia.----Sí, lo sé. Será mejor que te vayas o llegarás tarde si sigues aquí----. Besando mi mejilla, agitó su mano para abrir la puerta de entrada y desaparecer de mi vista.
Acomodándome en el sillón, comencé a buscar una película que me entretuviera por las siguientes 2 horas. De repente, el sonido del timbre, hizo que dejara de prestar atención al televisor. ¿Quién sería? Tal vez, Erick se olvidó algo.----Ya voy----. Caminando, abrí la puerta----Erick la próxima vez….----. Mirando a aquella persona que se encontraba frente a mis ojos, mis palabras fueron olvidadas y mandadas al vacío. No era Erick sino Sebastián.----¿Qué haces aquí?----.
Sonriendo, sacó sus manos que estaban escondidas detrás de su espalda para dejar a la vista un gran ramo de rosas rojas.----Vengo a disculparme. Me he portado como un idiota con vos y lo menos que te mereces es una disculpa de mi parte----. Asintiendo con la cabeza, contesté:
----Bien. Si eso es todo, te puedes retirar----. Si hubiera sido en otra ocasión, tal vez hubiera saltado a sus brazos y le hubiera jurado amor eterno pero no, él me había lastimado y lo que menos merecía era compasión.
----Pero yo quisiera…
----Estoy muy ocupada, lo siento. Y por cierto, odio las rosas.
----Puedo cambiarlas pero déjame pasar- Intentado mantener la puerta abierta----Sé que estás sola y que no tienes con quién salir así que pensé que…
----Lo siento, pero yo tengo una cita y debo arreglarme.
----¿Una cita? ¿Con quién?
----Ese no es tu problema. Por favor, retírate----. Volví a repetir, tratando de mantenerme fuerte.
----¡Claro que lo es!- Exclamó. Tomando desprevenidamente mi brazo, me atrajo hacia su cuerpo intentando así besarme, pero por más que tuviera ganas no se lo permití.
----¡Suéltame!- Intenté salir de sus brazos----¡Suéltame ya!----.
----¡No! Hasta que me digas lo que…
----Me parece que la señorita dijo que la dejaras----. Girando mi rostro hacia el pasillo, me encontré con Marcos, que miraba con cierto rencor a Sebastián. Si las miradas mataran, él ya estaría cavando su propia tumba.
----¿Quién sos para meterte?----. Como si las palabras hubieran sido programadas con anterioridad, contesté:
----Él es mi novio.
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Mi último baile
RomansaEl baile cautivó a dos corazones que más tarde se unirían y formarían uno solo.