NARRA T/N:
—¿Estás segura? —preguntó, mostrando su duda.
—Tengo que ir por mis cosas, Ama. —refuté, terminando de comer el cereal que tenía enfrente.
—Pero, ¿Si está él? —habló, más preocupada.
—Son las nueve am, lo más seguro es que esté Ignacia y no haya problema. —le hice saber, mientras ponía el plato hondo en el fregadero.
—De todos modos no me agrada tu hermana —replicó—, ¿Tienes que ir sola?
—Uhm, no, pero tú debe arreglar tus cosas se igual manera. —le devolví.
—Okey, si pasa algo me avisas. —yo asentí.
Con uno que otro argumento por parte de ella, salí de su casa para caminar a la mía, aproveché que no estaba tan lejos para caminar y pensar en las cosas.
Era obvio que Amaranta estuviera preocupada por lo sucedido hace dos días y quisiera acompañarme a ir por mis cosas —ropa, pasaporte, dinero, ect—, sin embargo, no quería meterla más a lo profundo de mis líos. Ella no merece estar tan intranquila por mí. Viéndole el lado bueno a esto, por fin podría estar lejos de él para sanar mi tonto corazón, mañana a medio día estaría camino a mi mejor amiga.
Al llegar a casa, me di cuenta que no había rastro de Ignacia ni Jean, por lo que me sentí aliviada y —con más tranquilidad— fui a mi habitación. Me dirigí al armario con la intención de sacar la maleta plateada en tono metálico del fondo, de este mismo lugar agarré las prendas de vestir necesarias y acomodarlas en la maleta, abrí el cajón del final de aquella mesita de noche con un llavín a fin de obtener dinero guardado y mi pasaporte, entre otros papeles. Fui al baño para tener mis cosas de aseo personal y meterlo en una maleta de mano más pequeña. Terminando, salí de la alcoba cerrando esta con llave, así nadie entraría en ella sin mi consentimiento ni presencia.
Sí, claro. Seguramente en una vida pasada hice el papel de villada —la peor de todas— y ahora estoy pagando mis actos.
Estando al final del pasillo, escuché detrás de mí el sonido de una puerta abriéndose. Al principio pensé que fue un fantasma y mi casa estaba embrujada, pero descarté eso cuando la voz de la persona causante habló.
—¿A dónde vas? —inquirió, yo me giré sobre mi eje para encararlo.
Venía saliendo de la alcoba de Ignacia, a unos cuantos metros de la mía. Él veía ambas maletas con detenimiento.
—¿Dónde está Ignacia? —interrogué, para cambiar de tema.
—Se fue a una entrevista para la universidad. —contestó, luego continuó:— ¿No me vas a decir a dónde vas?
Ignacia aunque es un año mayor que yo, al morir mis padres, ella tuvo un año difícil adentrada en depresión y saltó un año de estudio. Yo no fui a la escuela, pero la estudié en línea e iba cuando había exámenes, porque ese año no fui alguien sociable y preferí estar en casa. A ambas nos afectó el accidente de diferente manera.
Me mordí el labio inferior, tratando de ser precisa.
—¿No se los dije? —Jean negó— Me voy con Darían de visita. —declaré, él se sorprendió.
—Pero, ¿No vas a hacer tus entrevistas para la universidad? —indagó— Digo, recuerdo que querías tener una maestría.
—Eh, me quedan cinco meses para elegir y entrar o simplemente saltarme este año. —dijo— Pensé que tú también irías a una entrevista, ya que Ignacia fue a una. —comenté, sarcástica.
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AMOR NO CORRESPONDIDO (Edición) ~TÚ Y JEAN.
Fiksi Penggemar¿Te cuento un secreto? Aunque creo que es demasiado evidente, pero de todas formas te lo diré. Hay una chica, sí ella. T/n Hernández, ella está enamorada de su mejor amigo. ¿Quieres saber quién es él? Es nada menos que Jean Carlo León. Sin embargo...