La sangre corría por el asfalto nigérrimo; el sollozo de Gemma se hacía cada vez más desgarrador. Veía cómo todo se ralentizaba a su alrededor, era ese el fin donde la vida le pasaría la factura, y ella tendría que dejar incluso toda su historia c...
-Buenos días, Sra. James. - Saludé a esa mujer tan amable que atendía en la recepción, fui para el tercer piso, y como siempre había poco trabajo que hacer. Era raro el hecho tan notorio que ya un tiempo que no había muchos clientes que quisieran autopublicar sus historias, me encantaban esos libros de autoayuda que corregía para ellos, siempre tenían contenidos oportunos para cada situación, gracias a ellos la vida de las personas podían mejorar en gran manera, te animaban a esperar el tiempo oportuno para tomar decisiones sin apresurarse. Como me encantan los libros de autoayuda.
Terminé de corregir los capítulos, este sí que era corto.
La verdad es que mi trabajo me enseñaba mucho, lo único que siempre me ha causado curiosidad es saber quién es el otro corrector que hace la primera revisión del texto antes que la carpeta llegue a mis manos, es raro, son muy pocas cosas las que debo corregir ya que esa primera lectura y corrección es muy buena, siempre hay detalles que se nos escapan, y por eso es que yo hago siempre la última revisión antes que el texto pase a otro departamento, pero no sé quién es la otra persona misteriosa, aunque tampoco me importa demasiado, mi contrato decía que no puedo involucrarme con las demás personas mientras estoy en horas de trabajo, porque como entenderán las correcciones deben ser rápidas, precisas sin fallas, toda la editorial depende de los correctores y si nos ponemos a socializar y chismentar con los demás el trabajo puede verse afectado.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
