Brooke Stewart
Semanas después...
Los cinco meses llegaron más rápido de lo que creía, ya tenia veintiún semanas exactas de embarazo. Como me habían dicho había llegado a mi propia normalidad, a saber, lo que me gustaba y lo que no, así mismo los síntomas que más me molestaban y me causaban conflicto se fueron completamente para mi suerte.
Mi casa, o bueno la de mis padres, se había vuelto una locura total desde que recibimos esa carta. La seguridad era de nuevo las veinticuatro horas, teníamos guardaespaldas en todo momento. Mi padre tenia los nervios hasta el techo y mamá trataba de calmarlo todo lo que podía, pero mi papá no era de mantener la calma en momentos como esto. Todas las personas que trabajaban en la seguridad de nosotros se habían encargado de buscar de donde había venido el dichoso paquete, y de tratar de buscar la ubicación de Katie, pero no dimos con resultados que nos gustaran.
Nadie la había visto en meses.
Era como si hubiera desparecido de la faz de la tierra, pero solo aparecía para dar señales de venganza hacia nosotros. ¿Por qué? Eso se seguía repitiendo en mi cabeza, no me llegaba la idea de que solo fuera porque mamá se caso con mi padre, fue hace más de veinte años y por lo que papá había dicho descubrieron que se caso con el hombre que también tuvo que ver en todo el pasado de mis padres. Quería creer que ella había renunciado a mi padre al casarse con Ryan Stone.
Eran demasiadas teorías en mi cabeza que revoleteaban sin encontrar una respuesta.
Me daba terror pensar en ella, pensar en lo que podía ser capaz por tener la venganza que buscaba. Una persona rencorosa no es buena y ella lo había demostrado en el pasado, desde lo que le hizo a mi madre hasta lo que me hizo a mi. Y pensando en todo lo que ella había hecho pude llegar a pensar en esos malditos papeles que encontré en el capo de mi auto unos meses atrás, mis papeles clínicos, que después encontró Noah. Pensaba en lo que ella podía hacer y no creo que le haya sido difícil acceder a mi información en el hospital.
Estaba loca.
- ¿Estas lista? -la voz de Julian hizo que quitara mi mirada de los papeles que llevaba revisando toda la mañana. Lo miré y asentí guardando todo.
-Si-me levanté del escritorio y me colgué mi bolso-Gracias por acompañarme hoy.
-No hay problema, me siento honrado de ser tu acompañante-hizo una pausa cuando me quede mirándolo-Y obviamente el de Sarah porque esa chica no se perdería una ecografía tuya.
Asentí con una sonrisa mientras caminábamos hacia la camioneta. Mi padre contrato a Julian como parte de la seguridad después de que me negara a que un extraño me siguiera o me hiciera compañía en la casa, no me sentía bien así que Julian no se negó cuando se le propuso la idea. Aunque el trabajaba como mi guardaespaldas lo seguía considerando como mi amigo y eso me mantenía más tranquila.