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Brooke
2 años y medio después del último extra
Observe el jardín trasero de nuestra casa con Rose en mis brazos. Estaba completamente decorado con temática de sirenas, nuestros amigos y familia habían llegado hace diez minutos. Mi mirada se fijó en el hombre que se reía con nuestros invitados.
Noah.
No importaba cuanto tiempo había pasado, Noah seguía logrando que mi corazón latiera rápido y que me sintiera más enamorada de mi esposo cada día. Amaba nuestro pasado, con todas esas noches de besos robados y confesiones de dos jóvenes enamorados, que eran demasiado ingenuos, pero que estaban seguros del amor que se tenían el uno al otro.
Nuestro presente y nuestra realidad era diferente, pero tenía su propia magia y habíamos logrado enfrentar los demonios del pasado para poder vivir esto. Un matrimonio de más de dos años, y una hija que hoy cumplía su tercer año.
Y lo que nos deparaba el futuro era incierto. Sabíamos algunas cosas, pero es cierto que teníamos experiencia en sorpresas y no tomábamos nada por sentado. Así que tratábamos de disfrutar cada momento y construir constantemente bases para nuestro futuro y el de nuestra hija.
Puede ser que estuviese melancólica por el cumpleaños de Rose o la pequeña cajita que reposaba sobre mi mesa de noche. Había pasado un tiempo desde nuestra primera conversación sobre tener un segundo bebé, y tan solo un año desde que empezamos a intentarlo oficialmente. Pensamos que con Rose teniendo dos años era el momento perfecto para un segundo bebé.
Pero doce meses después y todo lo que habíamos conseguido eran decenas de resultados negativos. Cuando iniciamos sabíamos que jugaban muchas cosas en contra nuestro, Rose había sido una sorpresa y concebirla un milagro, así que el segundo bebé costaría trabajo. No imagine cuanto hasta que vi todas las pruebas negativas.
Aunque trataba de no ilusionarme cada vez que realizaba una prueba, para no sentirme mal al ver resultado, era imposible no emocionarme cuando mi periodo se atrasaba. Ahora observando esa caja que podría darme una mala o buena noticia, me ilusionaba un poco al tener un retraso de una semana.
Aún no le había dicho nada a Noah. No soportaba ver su rostro de desilusión cada vez que salía con una prueba negativa. Me aleje de la ventana y deje a Rose en el suelo. Luego me agache a su altura para peinar su cabello negro, una copia del mio, y observe esos ojos verdes que tanto amaba ver en su padre y ahora en ello.
— ¿Lista?
—Si mami—dio una vuelta dejándome ver su vestido de gran tul color azul.
Rose con tan solo tres años era capaz de robar la atención de todos. Era preciosa y demasiado risueña, le encantaba usar vestidos de princesa y pasar interminables horas jugando en su casa de muñecos. Cada vez que la observaba agradecía tenerla en mi vida al poder aprender y ver el mundo de una forma diferente.
