No More Perfume On You. NIELJOE/L.NIEL

CAPITULO 3.

Me desperté después de haber pasado una noche realmente buena, busqué a Niel extendiendo mi brazo hacia el lado derecho, me asusté al no sentirlo ahí. Me levanté de la cama, aun desnudo, salí de la habitación y cerré la puerta, a Daniel no le gusta dejarla abierta, nunca.

- Hyung, estoy en la cocina -Me llamó Niel con su voz canturrona.

Me acerqué y pude verle mientras preparaba el desayuno, sólo traía puesta mi camisa y unos bóxer, a pesar de que él era más alto que yo, mi camisa le llegaba a cubrir su lindo trasero, quizás como él decía, yo usaba mis camisas en la talla equivocada.

-¿Qué es lo que prepara mi hermoso chico? -Pregunté acercandome a él.

-Desayuno continental - se dio la vuelta y abrió sus ojos muy grande cuando me vio - ¡Por Dios L.Joe! ¡Cubrete algo!

Me gritó, sacando de mí una sonora carcajada.

-¿De qué te espantas Nielu? Todo esto ya lo has visto antes -Reí haciéndole sonrojar.

-Eso no quiere decir que te puedes pasear desnudo por mi departamento.

-Daniel, sólo estamos tu y yo, no tiene nada de malo, además... todo esto es tuyo -Le guiñe el ojo y él puso en blanco sus ojos.

- Deja de estar de coqueto Byung Hun -Me dijo poniendo un plato de comida delante de mí.

-Hay Niel-ah, recuerda que soy tu "Hyung" -Le sonreí.

Despues de ponerme un boxer, desayunamos, entre ratos Niel me pateaba el pie haciendome reír y yo le lanzaba besos haciéndole sonrojar. Disfrutaba estos momentos con él; de hecho, disfrutaba todos los momentos a lado de él, hasta cuando discutiamos. Le ayudé a lavar los trastes que ocupamos y él se fue a bañar pues ya tenía que irse a la universidad. Caminé hasta la habitación me quité la ropa interior, y abrí la puerta del baño.

Entré silenciosamente, a través de la cortina de baño, pude ver la delgada silueta de Daniel, me excitaba el sólo verlo así, era tan atractivo, tan sensual y provocativo.

-Hola, Nielu -Dije corriendo la cortina, él dio un pequeño salto asustado.

-Idiota, me espantaste -dijo tirandome espuma de shampoo.

-Tendrás la conciencia tranquila -dije con sarcasmo.

-Desde que estoy contigo no puedo estar tranquilo, eres una molestia - dijo riendo un poco y me jaló dentro de la ducha.

Le sonreí y él hizo lo mismo, le indiqué que se inclinara un poco y así lo hizo, le planté un pequeño beso en la nariz y aproveché a enjuagarle el cabello quitando todo rastro de shampoo.

-¿Te enjabono la espalda? - yo sólo asenti y me di la vuelta. -Parecemos esposos.

Sentí sus delicadas manos pasearse por mi espalda.

-Es lo que quisiera - dije sin pensar.

Terminamos de bañarnos, por supuesto, también le ayude a secarse. Esta era la mejor parte de todos mis días. Quizás esté haciendo muchas cosas mal, pero estar así con mi Daniel es lo que quiero para siempre, sin importar a donde nos llevara todo esto.

Me puse la camisa que momentos antes Niel traía puesta, me coloqué los pantalones y me senté en la cama para ponerme los calcetines. De reojo ví a Daniel en su tocador poniéndose ese bendito perfume, sonreí. Después de ponerme los zapatos y esperar a que mi chico terminara de arreglarse el cabello, nos subimos al auto. Manejé hasta la universidad donde estudiaba Daniel.

- Nos vemos en la tarde -dijo él un tanto nostálgico.

- No llegues tarde al trabajo, recuerda que tu jefe es algo exigente -Le guiñe el ojo haciéndole reír.

- Cierto, muy mandón, y es un gruñón de lo peor.

- ¡Oye! - Le grité fingiendo haberme molestado.

- No es cierto -Rió - Me voy, se me hará tarde.

Niel estaba por salir del auto, pero le tomé la mano, volteó a verme y le planté un beso muy cálido.

- Te quiero -Le dije. Me miró con ternura.

-Te quiero ByungHun-hyung.

Y amaba que aquellas palabras salieran de sus hermosos labios. Me encantaba la forma en la que pronunciaba mi nombre, como si fuera una caricia. Lo vi saludar a su amigo Chunji que enseguida empezó a jalarlo hacia adentro del edificio, Niel levantó su mano y la agitó en dirección a mi con una gran sonrisa, yo hice lo mismo. Avancé en el auto sin borrar aquella sonrisa que Daniel me había dejado en el rostro, aun percibiendo aquél dulce aroma que descontrolaba mis sentidos, el aroma de Ahn Daniel.