11 | GÉMINIS

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Solo fueron dos días, dos jodidos días donde literalmente Reven no había hecho movimientos bruscos, no había estado haciendo algo que llamase la atención dentro de Dépayser, White o el CNP. Simplemente estaba en silencio, como suelen hacer los depredadores, esperando y vigilando en silencio. Como si entre los hierbajos estuviese oculto un bello caracal ansioso ante una pequeña cría de cebra en la sabana africana.

Al menos así parecía estarlo ante su manada, ante sus compañeros, ante sus amigos. La realidad era que Eva estaba reflexionando, analizando y pensando mejor la estrategia para avanzar en su investigación, la cual comenzaba a fracturarse en distintas partes, con miles de caminos, con ideas e hipótesis distintas; tal cual un gran árbol con millones de ramas distintas de las cuales más y más ramificaciones se extendían por la misma. Siéndole infinito.

Reven trabajó esos dos días en la comisaria, acudiendo robos, persecuciones, atendiendo denuncias como cualquier otro agente de la policía. Trabajando y haciendo su labor, aunque solamente se encontrara en cuerpo y alma en ese sitio ya que su mente divagaba y pensaba tantas preguntas dentro de sí misma que la separaban notoriamente de la realidad en la que se encontraba, y eso sus compañeros y los civiles lo notaban. Al final del día Conway le pidió, le dijo que debía hablar con ella en privado lo más rápido posible. Que era urgente, le dejó una nota escrita por él en cuando se cruzaron en la armería. Era una ubicación donde reunirse.

Y allí estaban.

La noche era horrible, demasiado. El cielo estaba oculto por grandes nubarrones grises cargados de agua. La luna se encontraba oculta detrás de aquellas nubes, privando a todas las personas y los ciudadanos de poder apreciar las hermosas estrellas esparcidas sobre el cielo y también la inmensa luna rodeada por los infinitos puntos negros. Había demasiado silencio al parecer de Eva, el viento no zumbaba y no le gustaba nada que no lo hiciera. No había forma de poder oír el eco del sonido ser arrastrados por el viento potente del verano.

Géminis caminaba de un lado al otro, con los brazos detrás de su espalda con los pasos marcados y firmes, sin despegar la mirada de su frente. Sus compañeros estaban detrás de ella, en sus posiciones estáticas como si fuesen estatuas, vistiendo el mismo color que ella. Blanco.

Botas militares negras, pantalón militar blanco, blusa ajustada de cuello sin mangas blanco, guantes alargados hasta más arriba de sus codos del mismo tono neutro exceptuando el derecho. A cambio del resto, los cuales usaban pasamontañas, ella portaba un cubrebocas blanco con orificios que le permitiesen respirar, parecía ser de un material bastante resistente y duro. Su cabeza estaba cubierta por un pasamontañas blanco que ocultaba cualquier tipo de rastro e identidad que pudiese revelar su apariencia. Lo único que podía verse eran sus ojos.

—No jodas, ¿Erais vosotros?

Géminis se detuvo, en seco con su cuerpo en frente de Conway y Vokov a su lado. Colocando sus pies en aquella postura suya. Notó la mirada escáner del Superintendente sobre Escorpio y Aries, para luego acabar sobre ella. Observando en silencio el atuendo poco discreto y que no se mezclaba con la oscuridad de la noche. En la mirada silenciosa del hombre canoso pudo ver varias gotas cargadas de enfado e impotencia, sabiendo que se trataba sobre el atraco en Banco Central que acabó—tristemente—mal para la policía.

𝑮𝑬𝑴𝑰𝑵𝑰𝑺 ( 𝘎𝘳𝘦𝘤𝘰 𝘙𝘰𝘥𝘳í𝘨𝘶𝘦𝘻 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora