14 | GÉMINIS

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El coche negro iba en absoluto silencio, donde lo único que sonaba era la música programada por la radio del estéreo. Sonando las canciones más escuchadas de la ciudad. Habían salido de la ciudad hacía solo unos cuantos segundos, por lo que estaban en plena carretera, la cual era poco transitada a estas horas de la mañana. El sol apenas enfocaba sus delicados rayos del sol sobre las cimas de las montañas que rodeaban Los Santos. Era una imagen hermosa y perfecta para una fotografía la cual encuadrar y colgar en un museo de exhibición.

Eva observaba con desinterés a su alrededor mientras al mismo tiempo buscaba descansar sus parpados y callar las inquietantes preguntas que surgían en su interior y daban vueltas sobre su mente, tratando de obtener una respuesta; la cual Eva no tenía ni tampoco sabía responder con validez y creerse esa misma conclusión. Todo lo que estaba pasando le parecía extraño y surrealista al punto que, a veces, no comprendía qué estaba pasando a su alrededor a pesar de ser Géminis y saber todo lo que sucedía en su entorno y más allá. Por primera vez en su vida, Géminis se sentía como si tuviese las manos atadas y amordazada frente a miles de puertas diferentes con destinos diferentes, donde dependiendo cuál tomes, repercutiría de forma negativa sobre alguien o algunos.

—Recuerda darme toda la información que obtengas sobre los topos de Conway. —le recordó Eva, desviando su mirada del espejo retrovisor para mirar a su compañero centrado en la carretera a su frente. Este giró para verla por unos cuantos segundos antes de devolverla.—Quiero estar atenta a lo que sucede con ellos.

—No te preocupes. En tanto tengamos algo, te informaremos. —le respondió, con una leve sonrisa en el rostro.

Eva asintió antes de volver a enfocar su mirada sobre la ventanilla. Admirando el exterior del mismo, notando el profundo y calmado mar a su costado. Viendo con tranquilidad la playa la cual, por la tarde, solía llenarse de personas disfrutando del sol y el calor del verano. Los rayos del sol sobre las montañas a su izquierda, asomándose con belleza parecían reflejar majestuosos sobre las aguas de tonos azules, reflejando el anaranjado sobre sus aguas calmadas.

Observó s sobre la arena, unas cuantas personas reunidas en grupo grande observando el amanecer de la ciudad. Eva sonrió con melancolía y tranquilidad, viendo lo bonito que parecía ser disfrutar de una experiencia y sensación como aquella. Nadar por la noche con tus amigos, acampar frente a una fogata durante toda la noche y juntos, ver el grande amarillo asomarse lentamente sobre las montañas. Le parecía hermoso y algo que recordarías por mucho tiempo.

—¿Qué cojones? —cuestionó Francisco con extrañeza, lo que hizo a Eva girar su mirada para enfocarla en su compañero. Notando que llevaba el ceño fruncido, vio que su oreja derecha tenía el pinganillo que usaban para comunicarse con Dépayser y su equipo.—Como coño vais a encontrar a Sagitario adormecida, ¿Estás de coña?

Eva frunció el ceño sin entender qué ocurría y qué es lo que estaba pasando dentro de la radio, por lo que buscó en el bolsillo trasero de su pantalón de mezclilla claro hasta sacarlo y rápidamente colocarlo en su oreja. Presionó el centro del mismo, encendiéndolo. Mientras observaba por la ventana, donde la playa y el mar continuaban a su lado y les seguirían por un buen rato hasta llegar al pueblo de Paleto. Observó por el espejo retrovisor y notó que, detrás de ellos venían dos furgonetas negras que se detuvieron a las orillas de la carretera. Los ojos de Eva se desencajaron en demasía, y desvió la mirada del mismo modo hacia Escorpio, quien también veía lo mismo que ella.

𝑮𝑬𝑴𝑰𝑵𝑰𝑺 ( 𝘎𝘳𝘦𝘤𝘰 𝘙𝘰𝘥𝘳í𝘨𝘶𝘦𝘻 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora