Capítulo X: La daga de Nayeon

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Cuando abrió los ojos pudo notar la tranquilidad del ambiente. La recibió el cielo rojo de bratilla, el sonido de madera quemandose a unos metros de ella, el cuchilleo de voces la hizo captar con rapidez a su aprendíz y a la coreana riendo mientras ponían sus manos cerca al fuego. La sonrisa de la castaña la atrapó y sus ojos color marrón siendo iluminados por la gran fogata.

—Maestra Mina...Ha despertado—Felix saludó con una sonrisa mientras se levantaba.

—Quédate allí, Felix—Pidió la pelinegra mientras se levantaba—. ¿Ha pasado mucho tiempo?

—Unas cuatro horas, maestra Mina—Comentó el muchacho mirando su reloj de bolsillo—. ¿Se ha recuperado completamente?

—Sí...—Suspiró y miró el lago oscuro que estaba a su lado derecho—. Creo que tomaré un baño...¿Ustedes ya lo hicieron?

Felix asintió pero Nayeon negó quitando su mirada de la fogata.

—¿Quieres venir?

La pregunta hizo que los dos coreanos miraran a la japonesa como si hubieran escuchado algo increíble. Mina levantó sus manos preguntando por su reacción pero ambos solo negaron, Nayeon se levantó mientras levantaba su vestido para que no se arrastrara comenzando a seguir a la pelinegra que caminaba por el borde del lago adentrandose a este, miró a Felix buscando una respuesta pero este solo se encogió de hombre yendo a la tienda que casualmente había sacado de la nada, por algo era hechicero. Nayeon se encontró a Mina desnudandose, lo que hizo que bajara la cabeza, lo bueno fue que se lanzó al agua con rapidez haciendo que el agua de un azul muy oscuro se levantara y la mojara un poco.

—¿Qué esperas ahí parada? Entra—Le gritó Mina comenzando a nadar hacia la mitad del lago. Su cabello era tan oscuro que se fundía con el agua y con la oscuridad del pueblo vampiro.

Nayeon quitó sus ropas y se adentró al agua esperando que Mina no la haya visto. Sabía que tenía un buen cuerpo pero la vergüenza la ponía en unas situaciones más que bochornosas, así que agradeció que Mina se devolviera cuando ella comenzó a adentrarse a la mitad del lago.

—¿Hace cuanto no te bañabas en un lago como este?—Cuestionó Mina, acercandose.

Nayeon sintió los nervios adueñarse de su cuerpo cuando su vista bajó al pecho descubierto de la japonesa, si bajaba más sería todo un tomate.

—De hecho...Nunca—Respondió recostándose en las piedras que estaban justo detrás de ella—. Este lago es tan oscuro que parece tinta—Dijo haciendo que Mina riera. Su risa era tan melodiosa como para escucharla tan poco, allí mientras miraba la sonrisa de la japonesa se preguntó si después de todo eso Mina podría volver a reír así.

—Yo iba a uno parecido, en Baxadox, con mi padre—Confesó Mina mientras se recostaba a su lado—. Bueno, no era mi padre pero lo consideraba como uno...—Suspiró y miró a algún punto en el horizonte—. Siempre me decía que era la mejor hechicerita de Baxadox...Jugabamos todo el día hasta que teníamos que volver para que él pudiera entrenar a los nuevos aprendices—Su sonrisa fue meláncolica. Nayeon la miró con una sonrisa comprensiva y después buscó la mano de la hechicera debajo del agua.

—Debe estar feliz por tener razón—Dijo sonriendole.

Mina la miró en silencio. Sus ojos penetrantes ya no la intimidaban pero sí la tenían deseando que se acercara más y que jamás la dejara de mirar de esa manera. Su corazón se aceleró cuando los ojos de Mina bajaron a sus labios y el agua sonó indicando que se acercó más a su desnudo cuerpo, su rostro se acercó lo suficiente para que la respiración de ambas chocara y sin esperar más, rozó sus labios con los suyos haciendola sentir en el cielo. Su corazón casi desbocaba y su piel se estremecía por los brazos de la japonesa pasando por su cintura para atraerla a ella para profundizar el contacto, sus pieles chocaron y sus respiraciones se mezclaron.

Magical souls | Minayeon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora