Capítulo XXXVII: Mentiras dulces

349 66 62
                                    

Seúl, un año y medio atrás.

Nayeon miraba los estantes del supermercado con tranquilidad mientras se debatía si comprar ramen picante o de vegetales. Ese día tenía planeado comprar algunas cosas para la casa aunque su madre no lo haya pedido y ver algo de dramas ya que tenía el fin de semana libre. Leía con atención los nombres de los recipientes de ramen instantáneo en la estantería hasta que un cuerpo chocó con el suyo y unos productos caían justo detrás suyo.

—¡Dios, qué tonta soy!—Una voz algo aguda provenía de una pelinegra de flequillo que recogía las cosas del piso sin mirarla. Nayeon se puso de cuclillas y comenzó a ayudarle—. No deberías ayudarme, yo fui la tonta que chocó contigo.

En vez de tener una mala cara, la pelinegra le sonrió. Era atractiva. No lo negaba.

—Pues a cualquiera podría pasarle—Se encoge de hombros y le ayuda a poner algunos productos en su pecho donde sostiene los demás—. Y es más probable si llevas tus cosas así.

La más alta miró sus brazos llenos y rió contagiando a la coreana.

—Sí, es que se suponía que compraría solo el kimchi para mi madre pero ya sabes...Es una verdadera tentación—Dijo con una sonrisa que Nayeon le devolvió—. Por cierto, soy Momo.

—Nayeon.

Ambas se estrecharon la mano sintiendo aquella atracción casi momentánea.

—¿Podría pedir tu número, Nayeon?—Preguntó la pelinegra.

La coreana no lo pensó y asintió.

—¿Tienes el tuyo aquí?

[...]

Era ella, Momo. Estaba allí vestida de negro mientras sus ojos estaban rojizos y brillantes mirando a Mina como un depredador miraría a su presa. No podía aceptar que Momo pertenecía a los magos oscuros, se negaba. Un nudo se instaló en su garganta y de pronto se sintió mareada al contemplar si solo le mintió en aquél detalle, pero estaba equivocada, muy equivocada.

—¡Wonwoo les ha envíado un adelanto de lo que vivirán apenas pisen las brasas del inframundo!—Su voz se oía maquiavélica. No era dulce, no era coqueta ni era amable.

Mentiras. Mentiras. Todo eran mentiras.

—¿Ah sí? ¿Y no pudo envíar a magos menos inútiles?—Cuestionó Mina. Esta estaba muy motivada a acabar con ellos.

Nayeon la miró por unos segundos antes de limpiar las lágrimas de sus mejillas. Los recuerdos la golpeaban y la decepción le ponía sal a la herida.

—Ya me cansé de verte la sonrisita, Myoui.

Los magos comenzaron a ir hacia la japonesa quien comenzó a lanzar haces de luz, patadas y puñetazos a todos bajo la mirada de la pelinegra. Nayeon apretó sus labios mirando como Felix terminaba por correr a apoyar a su maestra y Suan intentaba mantenerse para cuidarla pero inútilmente que ya que los magos que quedaban iban a combatirlo a él. Uno de los magos oscuros se acercó a ella como lobo hambriento, con una sonrisa lasciva y un brillo pervertido en los ojos.

—¿Qué hace una conejita solita por aquí?—La tomó por los hombros haciendola forcejear pero para su suerte el mago fue golpeado con fuerza por unas botas negras.

Y de pronto apareció a quien no quería ver. Hirai Momo, o bueno, solo Momo.

—Nayeon...

Magical souls | Minayeon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora