Mi semana fue terrible.
En cada paso que daba sentía flaquear mis piernas, a punto del desplome.
Ni yo entiendo cómo pude llegar al fin de semana, pero lo hice con absoluto pesar.El sábado al terminar de atender a Trinidad y sus hijos y partieran al centro comercial yo salí en dirección a esa escuela preparatoria, sin mochila o uniforme, sólo con la credencial que se me había otorgado al momento de la inscripción.
Sentía que estaba haciendo algo que no debería, algo que estaba mal, pero no sabía cómo reaccionar, qué hacer.
Así que allá iba; a darme de baja definitiva, siendo lo último que quería pero tampoco quería confrontar la ira de Trinidad si faltaba a lo que me dijo y menos quería que me sacara de la casa.Al momento en el que ingresé se encontraban todos en el receso, de camino a servicios escolares me encontré con Daniel, quien al verme vestido informal sin el uniforme quedó descolocado al parecer.
El trámite ocurrió sin muchas ceremonias, mencioné que quería darme de baja, me dieron un formulario a llenar y después de un par de firmas y entrega de mis documentos me quitaron la credencial y la rompieron ante mis ojos, marcando así el proceso concluido.
Al salir el receso había terminado, pero fuera de las oficinas me esperaba Daniel. Traté de fingir que no me di por enterado de su presencia y fui en dirección a la salida.Fallé, notó que me alejaba y me empezó a segur.
—¡Oye, Aiden! —se colocó a mi lado, siguiendo mi paso.
—Hola, Dan.
—¿Qué pasa? ¿Por qué no estás en clase y estás vestido así?
—¿Y tú por qué no estás en clase tampoco?
—Te vi y quise saber si podía ayudarte en algo, te veo angustiado. —para ese momento yo ya no podía seguir caminando.
—No te preocupes, estaré bien.
—¿De verdad? ¿Por qué no me dices qué te pasa?
—Es... Una historia larga.
—Cuéntame. —tomó mi hombro y me llevó a un pasillo vacío, para evitar ser atrapados.
—El resumen es que mi madrastra me ha retirado su apoyo para seguir mis estudios.
—¿Te vas? ¿Por qué?
—Daniel, no es un buen momento. No quiero ser grosero, pero no estoy en condiciones de decir más.
—Déjame adivinar, es una mujer que se ha quedado con todos los bienes de tu padre, quien me temo murió y también quiere acabar contigo. ¿No es eso?
—No entiendo cómo podrías saber eso.
—No es difícil de imaginar. Pero la pregunta es, ¿Por qué lo permites?
—No entiendo...
—Claro que lo entiendes. Ella se apoderó de todo y quiere hacerte a un lado para hacer lo que le plazca sin impedimento alguno.
—Debo irme. —comencé a caminar y al notarme renuente me tomó suave del brazo.
—No dejes que nadie, jamás aplaste tus sueños. Tienes un enorme potencial y eres una gran persona. Si necesitas algo, búscame. Yo veré la forma de mantenernos en contacto.No pude evitar abrazarlo.
¿Cómo no hacerlo si es la persona que hasta ahora me mostró más apoyo que nadie? Y eso sin siquiera conocerme bien.—Te agradezco en verdad, Dan. No sabes lo que significa para mí.
—Prométeme que te veré otra vez.
—Prometido.Dicho eso rompí el abrazo y esta vez si fui a la salida, dejándolo atrás.
No creí que una persona se convirtiera en alguien especial en tan poco tiempo.
Supongo que cosas así no son cuestión del mismo, sino de algo más trascendental. Tal vez conexión de almas o algo así, pero lo que fuera lo agradecía y me hacía sentir especial.
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No Soy Cenicienta. ©
Teen FictionSu padre había muerto, al igual que su madre y él se había quedado completamente solo a merced de su madrastra y sus hijos gemelos. Despojado de todo lo que le pertenecía, desterrado al ático con los ratones y humillado en su propia casa: había per...