👑 Capítulo XVIII 👑

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—De verdad que tu llamada me cae de maravilla, R.

—"¿Qué sucede, estás bien?"

—Sigo entero, así que si. —Necesitaba tomar acción de inmediato. —Quisiera pedirte un favor; contacta al licenciado Saénz, yo no tengo su número y dile que me llame lo antes posible, es imperativo... Voy a luchar por cuidar el legado de mi familia.

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—Ya estamos aquí, su Alteza Real.
—Ya deja eso, Víctor que me alteras.
—Yo no soy, a ti te hace falta controlar tu inarmonía.
—De verdad que no sé para qué te traje.
—Lo que quieres decir es: "Gracias, Victor por ser tan buen amigo y ser el mejor apoyo moral que alguien pueda tener y por estar aquí para ver a mi Cenicienta con nepe para pedirle disculpas".
—ª

Sin mayor preámbulo Emma bajó del mustang que estaba aparcado a una cuadra de la casa del joven y se dirigió a la reja, donde el señor de seguridad le cuestionó su identidad y motivo de estar allí.

—Venimos a ver a Aiden Libera, somos compañeros de clase. Él es Victor y yo soy Emmanuelle.
—Necesito anunciarlos a la señora Trinidad, ella es quien determinará si es que pueden ingresar a la residencia o no. Pero me temo ella se encuentra fuera.
—Claro, pero no es a ella a quien queremos ver.
—Lo lamento, joven. Solo cumplo con mi trabajo.
—Suficiente. —Victor sacó un par de billetes de su cartera de buena denominación y los pasó a la vista del hombre. —¿Esto es justo para dejarnos entrar?

El hombre titubeó por un par de segundos; funcionó.
Sin mediar palabra abrió la puerta individual y los dejó entrar, no sin antes recibir el dinero.

—Corrupto. —le dijo Victor en voz alta al pasar justo a su lado.


Pasaron por el gran patio y el jardín hasta llegar a la entrada de la residencia, Emma de encontraba más nervioso que nunca, pues no sólo estaba ahí a plena luz de día sino que estaba completamente sobrio e iba a pedir disculpas por algo malo que había hecho.

—Haces lo correcto, Emm. —Como siempre, su mejor amigo le leía la mente. Victor tocó el hombro de Emma a modo de darle confort. —Sólo sé honesto con lo que sientes y todo irá bien. ¿Quieres que entre contigo?
—Gracias... Pero si no te importa podrías esperar aquí.
—Aquí estaré entonces.

Fue en dirección a sentarse junto a unas jardineras con sombra para esperar, mientras Emma aún temblando tocó el timbre un par de veces.
Los minutos en los que Aiden tardó en abrir la puerta fueron los más largos en la vida del joven que esperaba nervioso afuera.
Al abrir la puerta Aiden no podía creer lo que veía.

—¿Qué haces aquí?

Tal vez sonó más agresivo de lo que esperaba pero su sorpresa era demasiada que no daba crédito a lo que estaba pasando.

—Sí, hola... Quería saber si puedo hablar contigo.
—No lo sé, no es un buen momento.
—¡Por favor! Sólo tomará cinco minutos.
—Bien, pasa. —Aiden le dio espacio para entrar y detrás cerró la puerta. —Continúa a la sala, es al fondo en la habitación izquierda.

Ambos fueron en camino a la sala y al llegar tomaron asiento, Aiden guardó un considerable espacio entre los dos.

—Te escucho.
—Bueno, yo... —Sus manos estaban sudando, no era posible. —Quería pedirte disculpas por lo de la otra noche en mi casa. Fui un idiota y no debí tratarte así.
—Fuiste un completo tarado, de hecho.
—Si, lo sé. —Limpió sus manos en su regazo. —Por eso estoy aquí; mi actitud fue deplorable y vergonzosa. Jamás me había pasado... Quería saber lo que se siente estar con alguien igual a mi, no por una mera fantasía sino porque es quien soy en realidad y... Y, no supe controlarme. Sé que no es justificación pero tomé algo de drogas y el efecto fue demasiado y tú fuiste quien lo pagó. Tardé tanto en reflexionar y en saber tu paradero pero eso no ayudó a disipar mis nervios. No solo estoy aquí para pedir disculpas sino para decirte que si me permites, salgamos en alguna ocasión, sin mascaras u otras substancias... Para poder conocernos realmente.
—Bueno, ya que te has tomado la molestia de venir hasta acá, quédate tranquilo que te perdono. Pero sabes... Eras algo así como mi crush, y con lo de la fiesta la burbuja en la que estaba esa ilusión se rompió y me han pasado tantas cosas que me doy cuenta que la vida real es otra y qué es lo que necesito. Y por ahora el tener una relación no está en mis prioridades. Discúlpame.
—No, descuida. Está bien, entiendo que las cosas no han estado del todo bien pero si decides dejarme acercarme créeme que daré lo mejor de mí. Ten, este es mi número y si decides algo, estaré feliz de saberlo.

Se levantó del sillón y fue a entregarle una tarjeta con un número anotado a mano, y para sorpresa de Aiden, Emma depositó un cálido beso en su mejilla para después irse.

No Soy Cenicienta. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora