—¿Qué piensas hacer?
Se encontraban ambos chicos en la sala de estar de aquella ostentosa mansión de estilo Victoriano. Aquella conversación llevaba ya un rato.
—¡Es lo que no sé, Victor! Mi padre no ha dejado de presionarme día y noche para que tenga ya una relación. No quiero ni pensar en lo que diría si se enterara de mi verdad...
—Hey. Tranquilo, Emmanuelle. Ya pensaremos en algo. Pero lo que es cierto es que debemos calmar a tu padre con esa idea y distraerlo un poco.
—La excusa de mis notas no la va a creer. Ya intenté de todo.Emmanuelle se encontraba totalmente frustrado. Llevaba años viviendo la vida que todos los demás querían para él y estaba empezando a cansarse de todo eso.
—¿Y si te consigues una novia de mentiras?
—¡Imposible! No quiero jugar con los sentimientos de una chica inocente.
—No. Yo no sugerí eso. Lo que quiero decir es que esa novia falsa se preste a esa mentira. ¿Me explico? La cuestión es que finja por un tiempo y después terminan por que "no funcionó" y listo. ¡Tu padre te dejará en paz!
—¡No es una mala idea, después de todo! ¿Pero de dónde saco a esa novia falsa?
—Haces muchas preguntas, Emma. Pero para tu suerte, ¡Yo estoy aquí! ¡Tú dejalo en mis manos!
—No sé si debo alegrarme o angustiarme por ello.
—Me ofendes, Emmanuelle.Mientras Victor hacia ademanes graciosos Emmanuelle tomó su mochila e instó a su amigo hacer lo mismo.
—Anda, ya vámonos. Estamos tarde, como siempre.
Ambos subieron al auto de Emmanuelle y fueron con dirección a la preparatoria.
Donde Aiden solía estudiar. Y donde en el tiempo actual, Mauricio y Marcelo estudian.
Justo la camioneta, en la que los hermanos iban, se estacionó al lado del lugar donde segundos después llegó el mustang de Emmanuelle. Los chicos del mustang bajaron llevándose las miradas de todos; de deseo y envidia.
Entre aquellas miradas se encontraba Marcelo suspirando.—Deja de babear, Marcelo o vas a inundar la ciudad entera.
—Pues para tu información tanta baba valdrá la pena. Ese hombre será mío ya verás. ¡Hoy le voy a hablar!
—A ver si no te da un gran golpe. ¡Yo ya te he defendido demasiado y esta vez no lo haré!
—No es necesario. ¡Mi gaydar nunca falla!
—Sí, esa cosa para identificar gays. ¡Ya vámonos antes de que vomite!
—Eres un amargado.
—Es como si yo te hablara de tetas o vaginas. ¿Te gustaría?
—¡Eww! ¡Para nada, "sexo heterosexual"! Ahora el que va a vomitar soy yo.***
Durante el primer descanso Victor fue a ver a su novia, de la misma edad pero en diferente grupo.
—Que tú quieres... ¿Qué?
—¡Es sencillo, Lau! Sólo corre el rumor de que Emmanuelle busca una novia que no lo quiera y listo.
—Ese anuncio es muy raro...
—¡Sólo hazlo, por favor! Y también que las verá a la salida en el patio trasero.
—Ay, no sé en qué andan metidos ahora pero está bien. ¡Sólo te advierto que yo no me hago responsable de cualquier eventualidad!
—¡Gracias! ¡En verdad! Por eso te quiero, ¿Sabias que te quiero? ¿A quien quiero, eh?Mientras le hacía esas insistentes preguntas tomó las mejillas de la chica y sacudía con ganas. Como si de un bebé se tratase.
—Sí vuelves a hacer eso te corto las bolas, ¿Me entendiste?
—Está bien, amor. ¡Cuento contigo!***
Después de que el timbre marcara el final del día escolar todas las chicas que querían tener por mínima una oportunidad con Emmanuelle fueron corriendo entre empujones a formar una gran fila que alrededor del gran patio parecía una enorme lombriz.
—¡Son demasiadas!
—¡Y creí que yo era el más deseado por las chicas! Tal vez tenga que eliminarte para dejar de ser el segundo chico más popular de aquí, ¿Eh?
—Déjate de boberias, Victor. ¡Tú tienes novia!
—Dicen que "Una no es ninguna".La risa que Victor quería dejar salir de sus labios fue interrumpida por el jalón de cabellos que Laura le dio en ese instante.
—¡Repite eso, ahora!
—No, no. ¡Yo no dije nada, bebé!
—Te escuché perfecto. Pero allá tú, sigue acumulando puntos para quedarte sin bolas. Sólo te falta uno.
—¡¿Quieren concentrarse?! ¿Cómo es que voy a elegir una novia de entre todas estas desesperadas? ¡Es para hoy además!
—Pues, Emma, hay trabajo que hacer.
—Victor, ve a la cafetería y pídeme una orden grande de papas fritas y les pones cloro, por favor.
—¡Entendido!
ESTÁS LEYENDO
No Soy Cenicienta. ©
Teen FictionSu padre había muerto, al igual que su madre y él se había quedado completamente solo a merced de su madrastra y sus hijos gemelos. Despojado de todo lo que le pertenecía, desterrado al ático con los ratones y humillado en su propia casa: había per...