👑 Capítulo XXVII 👑

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—Jamás tuvimos el placer de conocer a tu chica, Emmanuelle. ¿Cómo dijiste que se llamaba, Laura, Raquel, Mildred?

Vaya forma de arruinar la comida, pensaba el chico que estaba por ser cuestionado.

—Carolina, padre. Y es una pena, terminamos hace un par de días, las cosas no estaban funcionando y necesito concentrarme en mis asuntos.

Pensaba que tratar el tema de forma un tanto directa y fría sería bueno para dar el tema por visto y al fin acabar con todo ese show.
Su padre puso cara de disgusto, y no era por la comida definitivamente, mientras su madre solamente observaba la escena mientras comía en silencio.

—¿Qué le hiciste? ¿Por qué terminó contigo?

Definitivamente el tema no sería fácil de llevar.

—No entiendo por qué tendría que ser mi culpa solamente y no una decisión por mutuo acuerdo.
—Pues algo debió pasar y seguramente tienes que ver tú con eso.
—No fue mi culpa, ya te dije que fue decisión de los dos. Simplemente tenemos objetivos diferentes, es todo.
—Pues yo no me trago ese cuento, hay algo que no me estás diciendo, lo puedo notar...
—¡Por qué no solo me dejas en paz!

Furioso se levantó y salió del comedor azotando la puerta.

—Te dije que no había que presionarlo, Arthur.
—¡Basta, tú no me atormentes! Insisto que algo pasa con mi hijo, y debes saber que un día me enteraré de lo que es, eso te lo aseguro. Es muy sospechoso que jamás nos haya presentado a esa chica.
—Eso tal vez pueda entenderlo pero la forma en que tratas a Emmanuelle y en que le hablas... Suena a una tremenda amenaza, lo cual me disgusta.

La dama también se levantó del comedor y se fue.

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—Así es, Víctor. Solamente en cuanto empezó a cuestionarme sobre Carolina y le dije que había terminado, comenzó a atacarme; como si todo el mal del mundo fuera mi culpa.
—No le hagas caso, Emma. Seguramente tanto trabajo lo tiene estresado y no sabe lo que dice.
—Sí, claro. Yo te hablé pare desahogarme no para que lo justificaras.
No, lo que quiero decir es que no te lo tomes tan mal, lo último que es bueno hacer es caer en su juego. Ya sabes para pelear se necesitan dos, si no cedes a sus provocaciones no habrá pelea.
—PERO ES QUE ÉL ES TAN... AAAAAAGH.
Pero no me griteeees.

En ese momento alguien tocó la puerta de su recámara.

—Soy yo, Emm.

—Te llamo después, Víctor. Mi madre viene a averiguar qué rayos me pasa.
Dale mis saludos, cuidateeee.

Colgó la llamada e indicó a su madre que podía pasar, la dama en seguida abrió la puerta y con paso cauteloso entró, cerró la puerta y con la misma cautela se sentó en la cama, todo ante la mirada de su hijo.
Le hizo señas en la cama para que se sentara junto a ella. Sin protestar fue a sentarse en silencio.

—Sé que la forma en la que te habló tu padre allá abajo no fue la mejor...
—Para nada lo fue. Lo peor es que da por hecho que todo es mi culpa: no importa lo que haga, siempre seré un pésimo hijo para él.
—Eso no es cierto.
—¡Pero claro que lo es! ¡Me uní al equipo de fútbol por idea suya, y jamás fue a alguno de los partidos! ¡He mantenido calificaciones ejemplares y ni una vez me ha felicitado! ¡Ni siquiera estuvieron ambos en mi último cumpleaños! Ah, pero si algo pasa es mi culpa.

No era su intención pero se estaba desahogando por primera vez ante su madre de todo lo que le pesaba en los hombros.

—Si no funcionó con Carolina no fue mi culpa. Es cierto que soy humano y cometo errores pero no soy la mala persona que él cree... No lo soy.

Su madre estaba sin palabras, es cierto que esperaba que su hijo le dijera si algo andaba mal. Pero todo lo que le dijo definitivamente fue más de lo que pensó que podría escuchar.

—Te hemos descuidado mucho, mi querido hijo... Y lo lamento.

Mientras hablaba abrazó a Emmanuelle de forma cálida.

—Nunca nadie te dice cómo ser padre o madre, pero es tan difícil. Ten por seguro que lo único que quiero es que estés bien y voy a tratar de ahora en adelante estar más cerca de ti, ¿Está bien?

Emma solamente pudo pronunciar un mhm-mhm en afirmación y siguió abrazado a su madre.

Tal vez no le dijo toda la verdad pero ya se sentía un poco mejor y eso era un buen inicio.

No Soy Cenicienta. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora