👑 Capítulo III 👑

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—Bien... Supongo que está listo.
—¡Creí que nunca íbamos a terminar con esto, Emma! Laura se ha quedado dormida incluso...

Eran alrededor las siete pasado meridiano y los chicos al fin habían terminado esa improvisada audición para encontrar a la flamante novia nueva y falsa de Emmanuelle.

Momentos atrás...

Dime... ¿Por qué crees que debes ser novia del chico más popular de la escuela sino que de la ciudad entera?
Mejor tú dime, ¿Por qué debes ser amigo del mismo? Ambos tenemos la misma condición económica y esas cosas. ¿Qué es lo que te hace especial?
Ella es. Además de que quedan solo dos chicas más para entrevistar.
¿Estás seguro, Victor?
¡Claro que si! Ella es nuestra chica.
No te emociones, niño. Yo no voy a hacer esto gratis.
¿Cuánto quieres? ¡Di tu suma y te la daremos! ¿Verdad, Emmanuelle?
No lo sé...
No quiero dinero. ¿Por qué crees que lo querría? ¡Tengo tanto dinero como tú, sino es que más! Lo que quiero es una salida contigo, V.
¡¿Qué?! ¡¿Conmigo?!
¡Perfecto, contratada! —declaró Emmanuelle con una sonrisa burlona.

—Laura me matará cuando se entere...
—Tranquilo. Ya veremos cómo decirle que tienes una cita que no es con ella... ¡Y la novia era para mi, eh picaron!
—Ya no digas nada más. Una cosa es segura... El infierno va a arder.
—Pero todo es por una buena causa.

**

—Vaya, Trinidad. ¡Esta vez te luciste, debes decirme en qué lugar conseguiste estos bocadillos que están exquisitos!
—Mireya tiene razón, Trinidad. ¡Debes decirlo ahora!
—Así es, chicas, los bocadillos están deliciosos. ¡Pero prefiero mantenerlo en secreto, mi secreto!
—Pues en todo caso, vendremos con más regularidad.
—Pero por ahora debemos irnos, ya es tarde.
—¡Es una pena, en verdad! Las acompaño.
—No te preocupes. Estaremos bien. ¡Nos vemos y gracias por todo!
—¡El placer es mío y cuando quieran!

Entonces las "Señoritas" se retiraron después de un almuerzo que duró unas cuatro horas mínimo.
Horas en las que Aiden mantenía todo perfecto dentro de la cocina escondido y Trinidad sólo iba por las charolas de plata con los entremeses para la sala con "las chicas".
Chicas que por cierto... Tenían unos cuarenta y seguían solteras. Pero eso seguro era otra historia.

—Bien, Aiden. Supongo que no lo hiciste mal.
—Claro que no, Señorita. ¡A sus invitadas les encantó todo!
—Oh, Aiden. No tomes lo que dicen tan en serio. ¡Ellas suelen ser unas exageradas de lo peor..! Así que no te sientas tan especial.
—Perdón, Señorita...
—¡Deja de hablar! Me tienes bastante estresada. ¡Ya no sé qué hacer para que nadie te vea rondando esta casa!
—¿Qué dice? Pero si esta también es mi casa...
—Pues en el testamento de tu padre dice que es mía y no se discute más. No querrás negar los deseos de tu padre supongo.
—No...
—¡Ya sé! A partir de esta noche dormirás en el ático de la casa.
—¿El ático? Pero no...
—¡He dicho que es mi casa y yo hago lo que se me pegue la gana con ella y contigo! ¡Ahora vas a ir a la recámara que ocupas y llevaras tus cosas hacia el ático en lo que queda de tarde y más vale que te apures para que vengas a hacer la cena! ¡ ¡¡Espero haber sido clara, estúpido!!
—Pero, Señorita...
—Mejor retírate antes de que pierda los estribos.
—Con permiso.

Entonces me retiré de allí con la cabeza hacia abajo, a Trinidad jamás le gustó que caminara con la frente en alto ya que decía ese era un signo de altanería.

Entonces con toda la tristeza que podía tener en ese momento ocupé lo poco de la tarde para pasar las cosas que más pudiera al ático y dejándolas en un gran montón bajé prácticamente corriendo para empezar a preparar la cena.
Entonces no pasó nada más que lo habitual, cenaron en el comedor mientras yo en la cocina. Después del postre de retiraron de inmediato a sus respectivas habitaciones... Bueno, Trinidad antes me recordó cuál sería mi lugar en la casa una vez más.
Recogí la mesa y ordené la vajilla.

Entonces al terminar todo lo que debía fui a lo que al parecer sería mi habitación; el ático de la casa.

—¡Oh, Dios mío!

Justo cuando pensaba estar totalmente solo me encontré con varios ratones corriendo por todo el ático de un lado a otro y encima de mis cosas.
Busqué un palo cercano y me puse a golpear todo lo que estuviera en frente sin importarme nada.

—Ay, ¡Váyanse de aquí!

No tenía idea de cuánto tiempo llevaba en ese juego horrible pero al parecer esas cosas se burlaban de mi.
Y así siguió hasta que prácticamente no pude más y apenas logrando armar una precaria cama logré recostarme para terminar al fin ese pesado día.

No Soy Cenicienta. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora