Capítulo veintidós

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El domingo en la mañana, Singto se despertó desorientado pues estaba con la misma ropa y con los apuntes y los libros encima suyo.

Se había quedado dormido sin darse cuenta, mientras estudiaba para el examen, de repente se acordó de que no sabía nada de Krist, así que cogió el móvil con intención de llamarlo pero entonces vio su mensaje.

Tras leerlo, decidió mejor en ir a verle, así que se levantó, se duchó rápidamente, se puso unos pantalones negros ajustados, una camiseta color pistacho, una cazadora vaquera negra y en sus pies sus botas marrones favoritas.

El informático ya estaba levantado pues la verdad era que apenas había podido pegar ojo, no pensó que sentirse tan extraño pero lo hacía y aunque quería enterrar lo que había sucedido la tarde anterior, le estaba resultando difícil.

Cuando ek ex acompañante llamó a su puerta, éste estaba disfrutando de un delicioso café, desanimado fue a ver quien era y al comprobarlo, muy nervioso suspiró profundamente.

De nuevo los nudillos del moreno tocaron su puerta.

-¿Pequeño, estás ahí?-Se escuchó.

Krist respiró profundamente soltando el aire lentamente, intentando así calmar los nervios y acto seguido abrió.

-Hey pequeño...¿Aún dormías?-preguntó este entrando y besándole-...te extrañé mucho, toma te traigo unos croissants, ¿me invitas a un café?.

-S-Si cla-claro, si-siéntate por favor.

El informático caminó hacia la cocina para servirle pero este lo siguió y lo atrapó por detrás en un abrazo y acto seguido le besó el cuello tiernamente.

El moreno no podía aguantar más sin tocarle, eso hizo reír a Krist quien se dio la vuelta y también lo abrazó.

Se miraron un instante, sus bocas estaban muy cerca y sus alientos se mezclaban ardientemente, enseguida este notó el gran bulto de Singto pues estaba muy excitado, entonces comenzaron a besarse desesperadamente, devorándose uno al otro.

Fueron caminando torpemente hacia la cama del informático, tropezandose con todo y riéndose entre beso y beso.

La ropa voló por los aires, al igual que su calzado, continuaron con besos cada vez más calientes y hambrientos, Krist arañaba la espalda de Singto por la fuerza que hacía para tenerlo pegado y sentirlo aún más cerca, quería olvidar por completo lo hecho por Tay y sólo el moreno podía conseguirlo.

Se separó y subió a la cama, abrió sus piernas y dejó a la vista todo un mar de degustación que Singto quiso probar con gusto pues le era tan delicioso que este chupaba y lamía como si no hubiese un mañana.

-¡Aaaahhh.. siii... oohhh... ummm si...si...!.

A cada gemido del informático, el ex acompañante estaba más y más encendido, quería verlo seguir gimiendo y cabalgando sobre su polla, así lo cogió y tiró de él para que se subiera.

Krist comenzó a besarle todo el pecho, al tiempo que con su movimiento​ frotaba su polla con la de este, emitiendo corrientes en sus ardientes cuerpos.

Sin poder contenerse más, Singto se metió en el interior del entregado informático y éste lanzó un gran grito de dolor para luego empezar a moverse con suaves saltos sobre él para así mitigarlo y solo sentir un intenso placer.

En esa postura el moreno acariciaba con inquietud y desespero el punto dulce de este, la próstata era tocada una y otra vez y eso hacía enloquecer a su pequeño y precioso amante, haciéndolo sonreir.

Los dos gemían por el inmenso y acalorado placer que se causaban uno al otro, enloquecidos por miles de sensaciones que su contacto mutuo le provocaba.

Cabalgada tras cabalgada, gemido tras gemido y suspiro tras suspiro de placer, los ardientes chicos llegaron al orgasmo, dejándolos exhaustos uno encima del otro.

Cuando Krist recuperó el aliento y su respiración se normalizó bajó de Singto y se tumbó a su lado, comenzando los dos a reírse como niños, producto de una mezcla entre el estado placentero en el que se encontraban y la felicidad que sentían.

-Ahora si que me tomaría con mucho gusto ese café con un tonelada de croissants- dijo el moreno.

El informático entonces paró de reírse, se incorporó sentándose al borde de la cama y se colocó los boxer rápidamente, luego se levantó y muy serio miró a este, él cual lo miraba sorprendido.

-¿Qué ocurre amor?, ¿estás bien?.

-Tonto el último.... jajaja- dijo este comenzando a reírse y echando a correr hacía la cocina.

-Serás tramposo pequeño granuja, verás cuando te coja... jajaja- Singto se levantó rápidamente y lo persiguió por todo el pasillo.

La felicidad de unos a veces es la envida de otros....

La felicidad de unos a veces es la envida de otros

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1. Placer En Las Venas - Singtokrist -TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora