Capítulo 27⭐

3.7K 236 64
                                    

Narra __

— Hey. — Escuché como me hablaba con su voz ronca.

Me encontraba en la piscina, sola. Nadie estaba en casa, a excepción de Jean que por lo visto se acaba de despertar de su siesta.

— Hey. — Volteo a verlo.

— ¿Qué haces aquí? — Preguntó frotándose los ojos con sus dedos.

— Nada, quería despejarme de todo. — Alcé mis hombros.

— ¿Todo? — Se sentó en la orilla de la piscina con los pies dentro de ella. — ¿El qué?

— Todo lo que he pasado desde que que choqué con Darían. — Suspiré echándome agua en la cara.

— Perdón. — Soltó.

Me acerqué a él. — No tienes por qué pedir perdón. Tú eres la mejor parte de esto. — Puse una mano en su rodilla.

Él inmediatamente entró al agua. — Tu siempre serás la mejor parte de mi vida. Te amo, __. Siempre lo haré, nunca te amarás ni la mitad de lo que yo te amo. — Me besó.

Me encantaba la manera en que sus labios y los míos encajaban tan malditamente bien, con un simple beso me hacía sentir cosas que no pude sentir con alguien más.

— También te amo, Jean. Siempre lo haré.

— Entonces déjame amarte, deja que yo sea la persona que te haga creer en el amor. — Puso sus manos en mis mejillas.

— Por favor, prométeme que no volverás a romper mi corazón. — Lo vi a los ojos.

— Prometo que no se romperá. — Vaciló un poco antes de abrir los labios para luego cerrarlos. — Sé que es muy repentino y de la manera más pedorra que lo voy a decir, pero necesito tenerte conmigo. ¿Quieres ser la novia de este estúpido y nada romántico chico? — Sonrió como niño chiquito.

Reí. — Claro que sí, no me importa si no me organizaste algo. Eso es lo de menos. — Lo abracé y le di un pico.

— Empezará a llover. Debemos entrar a la casa. — Dijo mirando el cielo.

— No, deberíamos quedarnos. — Reí.

— Ven, juguemos. — Dije agarrando una pelota.

— Lo que diga la princesa. — Hizo el saludo de los soldados.

Y así pasamos la tarde, bajo la lluvia. Corriendo, riendo, uno que otro beso, pero lo más importante es que estábamos juntos a pesar de los problemas.

(...)

Ya nos habíamos bañado y nos encontramos viendo películas en la sala de cine, abrazados porque teníamos frío.

— ¿Tú crees que ya vengan los chicos? — Pregunté.

— Yo creo que no tardarán en llegar, ya empezó a oscurecer. — Respondió.

— Tengo hambre. — Dije.

— Ya se me hacía raro que no dijeras eso. — Rió. — Vamos a ver que hay en la cocina. — Nos levantamos para dirigirnos a ésta.

Buscamos hasta que encontramos una bolsa de harina para hot cakes.

— ¿Hay huevos? — Pregunté.

— Sí, dos, y grandes. — Se empezó a reír por su doble sentido.

— Jean Carlo, no seas así. — Lo golpeé en el hombro riendo.

— Ay, como si fueras santita. — Me agarró de la cintura y besó mi mejilla.

— Obviamente. — Reí.

Hicimos la mezcla y se me ocurrió la grandísima idea de aventarle un poco de harina en la cara a Jean.

— Oh no, dime que no lo haz hecho. — Dijo para luego aventarme harina.

— ¡Ya!, para. Estamos a mano. — Reí.

— Sabe rico. — Dijo probando la mezcla.

— Hey, no lo comas. Es para los hot cakes. — Dije al ver que metió su dedo al recipiente.

— Sabe rico, mira. — Me dió un poco y dejó en mis labios. — Estás manchada, deja te limpio. — Me besó y le seguí el beso, nos separamos hasta escuchar algo o más bien alguien.

— ¡Se reconciliaron! — Gritó Orson.

Adiós paz.

— ¡Chuu! Largo de aquí, es momento de parejas. —Llegó el poderoso de Ralf a sacarlo y guiñarnos el ojo.

— Será mejor que terminemos. — Jean alzó los hombros. — Tú limpias y yo los hago.

—Sí, señor. — Reímos.

Pasamos la tarde-noche comiendo, hasta quedarnos dormidos.



_______________

Espero les haya gustado. Lxs amoooo.

Eres Mía. [Jean Carlo León.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora