Epílogo

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¿Saben? Han pasado 5 años de aquella vez. Hay muchas cosas que aún no saben. Jean y yo vamos a casarnos, aún recuerdo cómo me pidió la mano y cada vez que lo recuerdo me da mucha risa.

— ¿Por qué sonríes como una loca? — Me pregunta Jean.

— Estoy recordando la vez que me pediste que me casara contigo. — Reí.

— Fue muy bonito, ¿no? — Se quedó pensando.

— Fue la pedida de mano más horrible del mundo. — Reía a carcajadas.

— Oh, vamos. ¡Fue la mejor!— También rió.

*Pedida de mano*

Estaba en mi cama recostada esperando a que Jean viniera para ver películas. Hasta que veo que entra corriendo a la habitación.

— ¡___! ¡___! — Me llamó con la voz agitada de tanto correr. — ¡Cásate conmigo!

Me quedé confundida y lo único que hice fue reírme.

— ¿Qué? — Fue lo único que pregunté.

— Cásate conmigo. Te lo estoy diciendo en serio. — Se puso serio. Se veía bastante nervioso.

— No me está gustando esa broma, Jean Carlo. — Me paré de la cama y me crucé de brazos.

— V*rg, __. Estoy demasiado nervioso. Ya dime si te vas a casar conmigo o no. — Dijo serio mientras se pasaba las manos por el cabello.

— Mierd*, sí va en serio.— Susuré. — Claro que sí me quiero casar contigo, Jean.

— Gracias a Dios— Susurró. — En serio pensé que dirías que no.

— Me sacaste de onda, Jean. A nadie se le ocurre pedir algo así entrando a mi cuarto corriendo. — Reí.

— Ya, calla. Lo quise hacer de otra manera pero ya quería pedírtelo y no podía ocultarte una sorpresa. — Hizo un puchero.

— Está bien, amor. No tienes que hacer nada para pedirme eso. — Besé su mejilla.

— Espera. — Sacó un cajita de su pantalón y abrió ésta, dejando ver un anillo muy bonito. — ___, ¿serías tan amable de casarte con este tonto que está completamente enamorado de ti?

— Claro que sí quiero. — Salté sobre él enrollando mis brazos sobre su cuello para después plantearle un beso y él ponerme el anillo.

— Nunca te amarás ni la mitad de lo que yo te amo. — Susurró juntando nuestras frentes.

— Estoy totalmente enamorada de ti que diré que sí a todo lo que sea junto a ti— Besé cortamente sus labios.

*Actualidad*

— Eres un... — No pude completar la oración porque corrí rápidamente al baño para vomitar.

— Ya, ya. Ya pasará. — Decía Jean con un tono suave mientras acariciaba mi espalda y agarraba mi cabello.

Después me lavé la boca. — ¿Quieres que te lleve al doctor?

— No, estoy bien. Debe ser algo que simplemente me cayó mal.— Respondí.

— Ni siquiera debería preguntarte y mejor debería llevarte. — Dijo serio.

— Si me pasa otra cosa iremos, ¿si? — Traté de convencerlo.

— Está bien. — Dijo no muy seguro.

Tocan el timbre de nuestra casa (Sí, vivimos juntos) y escucho varias voces riendo y gritando.

— ¡Buenassss! ¡Ya lleguéeeeeeee! — Gritó Orson.

— ¡Yo tambiéeeeeen! — Gritó Ralf.

Y sí, tampoco nos hemos separado como familia. Todos tienen una pareja, pero cuando nos reunimos no las traen porque según ellos “No son oficialmente parejas”, sólo Ralf trae a su chica que por cierto se llama Daniela.

— No griten, burros. — Habla Darián saludándome.

Darián. Ella tiene un prometido, se llama Leonardo y está esperando un hermoso hijo de él.

— Hola, ¿cómo vas con el bebé? — Pregunté acariciando su panza enorme.

— Este pequeño no deja de moverse. — Ríe. —¿Tú para cuándo?

— Todo a su tiempo. — Respondí.

— Mi pequeñaaa.— Libardo me abraza.

— Hola, Libi. — Le devolví el abrazo.

Libardo. Tiene una novia llamada Sofía, ellos están completamente enamorados que en cualquier momento se pueden comprometer.

— Sueltaaa. Es mía. — Dice Orson. — Hola, duende.

— Deja de llamarme así. — Rodé los ojos.

Orson. Tiene una novia, se llama Renata. Según él no piensa hacer una familia hasta que esté seguro de que ella lo quiera.

Se preguntarán si seguimos haciendo videos, y la respuesta es sí. Cada uno sigue con sus videos, obviamente no como antes ya que todos tienen un trabajo.

— Darián, ¿me acompañas a traer vasos? — Pregunté.

— Sí, vamos. — Dijo. Al momento en que yo iba a caminar me quedé parada gracias al mareo que me dio.

— ¿Qué pasa? — Preguntó.

— Me mareé. — Dije tallando mis ojos.

—¿Ya te bajó? — Preguntó.

— No, creo que me baja... — Me quedé pensando.

— Tienes retraso, ¿cierto? — Levantó una ceja.

—Mierda, sí. — Golpeé mi frente.

— Deberías hacerte un examen.— Propuso.

— Si lo estoy, ¿Crees que Jean lo quiera? — Me puse nerviosa.

— Jean lo amaría. — Sonrió.

*Días después*

Narra Jean.

Llegaba a casa del trabajo. Cuando abro la puerta no veo a nadie, pero me doy cuenta de que hay pies manchados haciendo un camino. Sigo el camino y llego a una caja chica color azul con rosa que decía “ábreme, papi”, confundido jalé el listón de la caja y ésta dejó ver unos zapatos de bebé color rosa y azul.

Luego, me di cuenta que habían más pies pintados que daban hacia el patio trasero, caminé y cuando llegué a la puerta se encontraba ___ con un globo que decía “Felicidades, papi” y una ecografía en la mano.

— Dime que no es broma. — Sonreí.

— No, para nada.— Sonrió con los ojos húmedos.

— ¡VAMOS A SER PAPÁS! — Grité de alegría y corrí hacia ella abrazándola. — Me haces el hombre más feliz del mundo. — La besé.

— Serás el mejor papá.— Dijo sonriendo.

— Te amo mucho. — Junté su frente con la mía.

— Te amo mucho más. — Susurró sobre mis labios para luego besarme.

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Holaaaa, quería agradecerles mucho por leer mi primera historia, espero le haya gustado mucho.

Perdón si no les gustó el epílogo :(

Siento mucho el retraso, tuve algunos problemas que aún faltan por resolver.

Lxs amo. All the love.

Eres Mía. [Jean Carlo León.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora