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Asiento a todo lo que me está contando sin interrumpirlo, nunca se había expresado así con nosotros. En parte tiene razón, siempre hemos pensado que no es capaz de mantener ninguna relación más de dos meses, incluso hicieron una apuesta con esta a que no duraba más de un mes y por suerte o desgracia ha durado más.
-¿Has intentado adivinar el porqué de eso?
Suena el típico sonido de notificación y David mira rápidamente su teléfono.
-Es Guille, dice que ya no puede dormir y que está viniendo.
A los tres minutos Guillermo ya está aquí y le hemos explicado un poco la situación por si podía ayudar en algo. Este no se sorprende de nada de lo que Fargan le cuenta, creo que todos tenemos asumido que no está hecho para mantener una relación estable.
-No quiero sonar brusco pero... -empieza entrecerrando aún más sus ojos- ¿Has dudado alguna vez de tu sexualidad?
Nos quedamos callados y yo estoy a punto de ponerme a reír al ver la cara que acaba de poner David.
-Te acabo de decir que me atraen las chicas -responde con obviedad.
-Lo sé, la bisexualidad existe colega. A lo mejor solo te hace falta intentar algo distinto, a lo mejor solo te gusta el exterior de las chicas pero estar con una no te gusta tanto. No sé si me explico.
Prefiero no aportar nada a esta conversación, creo que todo lo que tenía que decirse está sobre la mesa.
-Nunca he sentido nada por un chico -se excusa.
Esas palabras duelen, son ciertas pero duras. Nunca he llegado a pensar que le gustaba, eso es verdad, pero mantenía la mínima ilusión de que a lo mejor algún día le podría llegar a gustar.
-Lo que tu digas, yo solo doy soluciones a un problema.
Intentamos cambiar de tema y acabamos hablando de algo completamente distinto, luego nos burlamos de lo mal que esquía Rubén y pagamos la cuenta para irnos a casa de Guille quien nos ha invitado a comer ya que hasta por la tarde no llegan sus padres de trabajar.
Preparamos unos fideos instantáneos y comemos viendo una película tumbados en el espacioso sofá de Guillermo.
-Sabes, a lo mejor tienes razón -suelta Fargan sin motivo alguno en medio de la película.
-¿De qué hablas ahora? -ríe el de los ojos achinados.
-Que puede que tengas razón, a lo mejor tengo que intentar abrirme a otras cosas -murmura.
Mi corazón empieza a latir con un poco más de fuerza y casi me atraganto con los fideos que me estaba metiendo en la boca ¿Es esto alguna señal del universo? ¿Qué narices pienso ni siquiera creo en esas tonterías del universo y el destino? El caso es que puede que esto sea una pequeña oportunidad.
-Ves, tenía razón. Nunca se sabe -celebra victorioso.
Al volver a casa cojo rápidamente el móvil y llamo a Luzu, miro con desesperación el teléfono esperando a que este lo coja y tras unos segundos mi deseo se hace realidad. La cara de mi amigo está puesta en la pantalla del teléfono luciendo una profunda sonrisa.
No pienso decirle nada de lo que me ha dicho Fargan, si se lo quiere contar que lo haga él yo no soy quién para revelar eso, pero necesito hablar con él aunque sea de otras cosas. Creo que es la primera vez que quiero que me cuente sus líos raros con Auron.
-He visto la historia de tu novio -bromeo.
-No es mi novio -gruñe rojo como un tomate-. Y yo también la he visto.
El mencionado aparece unos segundos más tarde con una sonrisa por detrás de Luzu.
-¡Alex! ¿Qué tal por allí? -pregunta a modo de saludo.
-Genial, pero mejor allí, imagino -dejo caer al ver que está sin camiseta con el pelo mojado. Acaba de salir de la ducha.
-Se podría decir así -responde encogiéndose de hombros-. Ya tienes la ducha libre.
Informa a Luzu alejándose para irse a vestir, este asiente y yo levanto una ceja acompañada de una sonrisa pícara. Este niega y cuelga al segundo.